viernes, 26 de abril de 2024
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Santidad por medio de María, o San Maximiliano María Kolbe, Caballero de la Inmaculada

Redacción (Miércoles, 15-08-2018-, Gaudium Press) «Dios ve la más perfecta criatura, la Inmaculada (llena de gracia), la ama y así nace Jesús, Hombre-Dios, Hijo de Dios e Hijo del hombre. En ella, después, tienen inicio los grados de semejanza de los hijos de Dios y de los hombres, de los miembros de Jesús.»

Esta frase es de un Santo.

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Santo del Siglo XX, ejemplo de devoción a Nuestra Señora. El Papa Juan Pablo II lo consideraba como «patrono de nuestro difícil siglo XX», y «ejemplo de apostolado mariano y entrega por el Evangelio de Cristo».

El Santo al que nos referimos nació el 08 de enero de 1894, en Polonia. Su nombre de bautismo era Raimundo Kolbe.

Aunque de origen simple y humilde, nació en el seno de una familia católica que tenía como riqueza la Fe y una extraordinaria devoción hacia la Santísima Virgen.

Así, a los 14 años, impulsado por una gracia de Nuestra Señora, descubrió, a través de un sueño-revelación, que su vocación religiosa debería ser enfocada a la castidad y el martirio. Con señales de predestinación, la gracia lo impulsó a ingresar al Seminario de los Frailes Menores Conventuales Franciscanos.

En el año de 1914, en Roma, con el nombre religioso de Fray Maximiliano María Kolbe fue ordenado sacerdote. Maximiliano fue un homenaje a un mártir africano, y, María, por ser el nombre de Inmaculada, teniendo como objetivo expresar su devoción mariana y mostrar el deseo de conquistar el mundo para Cristo por medio de María… aunque fuese necesario ofrecer su vida para eso.

Fray Maximiliano y la Comunicación

Maximiliano tenía un gran carisma para la comunicación, fundó y editó una revista que suscitase la devoción hacia la Santa Madre de Dios. Además de la revista, el continuó enfocado hacia la comunicación fundando emisoras de radio, revistas para niños y sacerdotes y el diario «Caballero de la Inmaculada».

Todo eso con el objetivo de ver expandido y realizado su gran deseo de evangelizar, de extender la Fe al mundo entero, siempre evangelizando con María.

Su diario creció, se extendió por el mundo, llegando hasta Oriente.

Segunda Guerra Mundial

Cuando, en 1939, la Segunda Guerra Mundial explotó, São Maximiliano Kolbe estaba en Polonia, siendo profesor y dirigiendo la formación de futuros Franciscanos.

En estas condiciones fue preso por primera vez. Un poco después fue soltado, sin embargo, de nuevo fue detenido en 1941. Y, esta vez, definitivamente fue llevado al campo de concentración nazi de Auschwitz.

El odio a la Fe Católica movió a sus verdugos a conducirlo a la prisión.

Allí él fue cuestionado y perseguido por causa de su Fe. Abandonado por los hombres, tuvo la gracia de no ser abandonado por María en momento alguno.

En una revista realizada cotidianamente, un soldado encontró su Rosario. Una gracia de Nuestra Señora permitió que el soldado dejase con Maximiliano su tan precioso objeto de devoción a María.

Esto fue una señal de protección celeste que prenunciaba el cuidado, protección, conforto y esperanza que la Virgen le dispensaría hasta ser martirizado. Allí, en el campo de concentración, el Santo Sacerdote realizó continuamente actos de evangelización y apostolado.

En julio de 1941 un preso de origen judío fue condenado a muerte y en su desesperación alegó que era padre de familia. San Maximiliano se ofreció a reemplazarlo en el camino del cadalso. Los nazis aceptaron el cambio.

La pena consistía en ser encerrado en una pequeña celda oscura y húmeda y sin derecho a agua ni cualquier tipo de alimentación.

El 14 de agosto de 1941, debido a su increíble resistencia, le fue aplicada una inyección letal.

Fue canonizado por Juan Pablo II en 1982. «La inspiración de toda su vida fue la Inmaculada, a la cual confiaba su amor por Cristo y su deseo de martirio», declaró el Papa polaco en ese momento.

Por João Sérgio Guimarães

 

 

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