martes, 19 de marzo de 2024
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El Papa confiere mandato a los misioneros de la misericordia

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 10-02-2016, Gaudium Press) Hoy, en la misa del miércoles de ceniza, el Papa Francisco confiere el mandato a los misioneros de la misericordia, presbíteros provenientes de los cinco continentes, que tendrán facultades especiales de perdonar pecados reservados a la Sede Apostólica, durante este Año de la Misericordia.

Ayer, el Papa recibió a estos misioneros en la Sala Regia del Palacio Apostólico Vaticano.

«Os encuentro con gran placer antes de daros el mandato de ser misioneros de la Misericordia. -dijo el Papa- Es un signo de especial importancia porque caracteriza el Jubileo, y permite que todas las Iglesias locales vivan el misterio insondable de la misericordia del Padre. Ser misionero de la Misericordia es una responsabilidad que se os ha confiado porque requiere de vosotros que seáis en primera persona testigos de la cercanía de Dios y de su forma de amar. No a nuestra manera, siempre limitada y, a veces contradictoria, sino a su manera de amar y a su manera de perdonar que es , precisamente, la misericordia», dijo el Papa en el encuentro de ayer.

El Pontífice recordó a estos misioneros que en su ministerio están llamados a manifestar la maternidad de la Iglesia. »La Iglesia es Madre -afirmó- porque genera siempre nuevos hijos en la fe; la Iglesia es Madre porque alimenta la fe; y la Iglesia también es Madre porque ofrece el perdón de Dios, regenerando a una nueva vida, fruto de la conversión. No podemos correr el riesgo de que un penitente no perciba la presencia maternal de la Iglesia que lo acoge y lo ama. Si fallase esta percepción, a causa de nuestra rigidez, acarrearía un grave daño en primer lugar a la fe en sí misma, porque impediría al penitente verse insertado en el cuerpo de Cristo. Además, limitaría mucho su sentirse parte de una comunidad. En cambio, nosotros estamos llamados a ser expresión viva de la Iglesia que como madre acoge a cualquiera que se le acerque, sabiendo que a través de ella nos insertamos en Cristo. Al entrar en el confesionario, recordemos siempre que es Cristo el que acoge, es Cristo el que escucha, es Cristo,el que perdona, es Cristo el que da la paz. Nosotros somos sus ministros y los primeros que necesitamos que nos perdone. Por lo tanto, cualquiera que sea el pecado que se confiesa – o que la persona no se atreve a decir, pero que hace entender, es suficiente – cada misionero está llamado a recordar su existencia de pecador y a hacerse humildemente ‘canal’ de la misericordia de Dios».

El Pontífice invitó a estos confesores a «mirar el deseo de perdón presente en el corazón del penitente»; a considerar la verguenza con la que el penitente se acerca al confesionario; y les dijo que los acompañaba «en esta aventura misionera, dejandoos el ejemplo de dos santos ministros del perdón de Dios, San Leopoldo y San Pío».

Con información de News.va

 

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