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Orfanato que acogió a Jacinta Marto, en Lisboa, se tornó monasterio

Lisboa – Portugal (Lunes, 03-04-2017, Gaudium Press) Las hermanas Clarisas Franciscanas del Monasterio del Inmaculado Corazón de María, en Lisboa, están muy contentas.

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Con mucha «alegría», ellas recibieron el anuncio de la futura canonización de Jacinta Marto, la vidente de Fátima que pasó allí sus últimos días de vida en 1920, cuando el lugar todavía era denominado «Orfanato de la Señora de los Milagros».

Noticia esperada hace bastante tiempo

La Hermana Rita, religiosa del monasterio, habló con la Agencia Ecclesia y enfatizó que en una casa que busca mantener vivo aún hoy el «testimonio» de esta niña portuguesa que la Iglesia Católica aclamará como santa, juntamente con su hermano Francisco, la noticia de la canonización ya era «esperada hace bastante tiempo».

La religiosa recordó que Jacinta pasó por aquí, y que, «tanto ella como Francisco son dos modelos para nosotros, de contemplación y de compasión» y destacó que son dos vidas marcadas por el contacto con «la luz que es Dios» y que pasarán a servir de ejemplo para todos los cristianos.

Ilustres huéspedes

La Iglesia reconoce que Jacinta, su hermano Francisco y su prima Lucía testimoniaron las apariciones de Nuestra Señora, en Fátima, en 1917.

Jacinta y su hermano murieron pocos años después de las apariciones. Ellos fueron víctimas de una fuerte gripe neumónica que asoló y causó muchas muertes en Portugal a partir de 1918. También esas muertes tan precoces confirmaban palabras de la Virgen que dijo que los llevaría pronto para el cielo.

Con la enfermedad avanzando y la salud en franca decadencia, la pequeña Jacinta Marto fue llevada a Lisboa al inicio de 1920, para ser internada en el Hospital Dona Estefanía. En ese hospital ella falleció el 20 de febrero.

En su ida a Lisboa, cuando pasó cerca de un mes en la capital, la pequeña vidente estuvo 12 días en el «Orfanato de la Señora de los Milagros», en la calle de la Estrella, nº 17, y que hoy fue transformado en una casa de religiosas de clausura: Monasterio del Inmaculado Corazón de María, de las Hermanas Clarisas.

Todo como Jacinta dejó

El cuarto usado por Jacinta conserva la configuración original y allá aún son conservados varios objetos personales de la vidente: un vestido, un rosario, una bolsa y algunas cartas recibidas por ella.

Allí se encuentran, en el mismo lugar, la cama en que dormía y la silla donde, según la pastorcita de Fátima, se sentaba Nuestra Señora cuando venía a conversar con ella.

«La comunidad religiosa siempre buscó que el espacio se mantuviese lo más simple y pobre posible, para que fuese un espacio que invitase a la oración y no apenas a una visita cultural», explicó la Hermana Rita.

Jesús escondido

Hoy en día, el Monasterio del Inmaculado Corazón de María es bastante buscado por personas y grupos «que piden para conocer, visitar y para rezar en los espacios» habitados por la Beata Jacinta, que, en varias ocasiones, se sentaba junto a un pórtico próximo del cuarto, que daba para la capilla anexa al orfanato, para rezar al «Jesús escondido».

A pesar de la presencia de Jacinta Marto en Lisboa ser todavía poco conocida, la Hermana Rita subraya que la búsqueda por visitas ha aumentado, sobre todo con base en el testimonio personal de cada uno que allí fue y rezó.

Crecimiento de visitas

Ha habido un visible aumento del número de personas que buscan el Monasterio para visitar los lugares donde Jacinta vivió sus últimos días. Y este crecimiento ha aumentado: «O porque las gracias fueron obtenidas, o porque aquí encontraron un tesoro y quieren con otros… Este acaba por ser el puente», destaca hermana Rita.

Con la aproximación de las celebraciones del Centenario de las Apariciones de Nuestra Señora en la Cova de la Iria, que tendrá lugar en los días 12 y 13 de mayo y con la canonización de Jacinta y Francisco Marto, será dado un gran impulso a un mensaje de Fátima que «continúa actual» en la sociedad.

El hecho del Papa participar de las conmemoraciones en Portugal, sin duda, va a «traer grandes frutos de renovación espiritual para la Iglesia Católica y para la sociedad». (JSG)

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