viernes, 26 de abril de 2024
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Cardenal Müller habla sobre la relación entre pastoral y doctrina en la Iglesia

Washington (Jueves, 06-03-2014, Gaudium Press) Una amplia entrevista ha concedido el Cardenal Gerhard Müller, prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, al reconocido cotidiano americano National Catholic Register. El reciente purpurado aborda allí diversos tópicos, como su nueva condición de Cardenal de la Iglesia Romana, su trabajo al frente del Dicasterio de la Fe y las labores propias del mismo, la doctrina de la Iglesia acerca del matrimonio y de los divorciados en nueva unión civil, el desarrollo de la doctrina católica a lo largo de los tiempos, y la doctrina social de la Iglesia, entre otros (Ver entrevista completa, en inglés, haciendo clic aquí

1.jpgReproducimos a continuación las respuestas dada por el Cardenal a la pregunta sobre uno de los más importantes tópicos. La traducción es nuestra:

National Catholic Register – A algunos les preocupa que cambios sean hechos con respecto a la enseñanza de la Iglesia sobre los católicos divorciados vueltos a casar. ¿Se puede tranquilizar a los fieles que los cambios serán de pastoral en lugar de doctrina?

Cardenal Müller – Me gustaría responder a esta pregunta en tres partes.

En primer lugar, estoy muy agradecido de que su pregunta me da la oportunidad de aclarar un punto importante. La idea de que la doctrina puede ser separada de la práctica pastoral de la Iglesia ha llegado a ser frecuente en algunos círculos. Esta no es, ni nunca ha sido, la fe católica.

Los Papas recientes se han tenido que esforzar en hacer énfasis en la real vivencia personal de la fe católica. El Papa Francisco ha escrito, «yo no me canso de repetir aquellas palabras de Benedicto XVI, que nos llevan al corazón mismo del Evangelio: ‘Ser cristiano no es el resultado de una decisión ética o una gran idea, sino el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da a la vida un nuevo horizonte y una orientación decisiva’ » (Evangelii Gaudium, 7). Dentro de esta relación personal con Cristo, que abraza nuestras mentes, nuestros corazones, en fin la totalidad de nuestras vidas, podemos comprender la profunda unidad entre las doctrinas que creemos y cómo vivimos nuestras vidas, o lo que podríamos llamar la realidad pastoral de nuestra experiencia vivida. Oponer lo pastoral a lo doctrinal no es más que una falsa dicotomía.

En segundo lugar, tenemos que ser muy cuidadosos cuando hablamos de enseñanza de la Iglesia. Si por «cambio», queremos decir la negación o el rechazo de lo que ha pasado antes, entonces esto sería un error. Yo preferiría hablar sobre el «desarrollo» de enseñanza de la Iglesia. La Iglesia no inventa para sí misma lo que ella enseña. Las enseñanzas de la Iglesia tienen su origen en la persona de Cristo, en el misterio de la auto-revelación de Dios.

Puede ser que, en el curso del tiempo, la Iglesia llegue a una apreciación más profunda de este misterio. También puede suceder que nuevas circunstancias de la historia humana arrojen una luz particular sobre las implicaciones de este misterio. Pero, porque siempre tiene sus raíces en el mismo misterio de Cristo, siempre existe una continuidad en lo que enseña la Iglesia.

En tercer lugar, en concreto sobre la cuestión de la admisión de los católicos divorciados y vueltos a casar ser admitidos a la comunión, yo los remito al artículo que publiqué en la edición en Inglés de L’ Osservatore Romano 25 de octubre 2013 (ver aquí). Sin embargo, me gustaría reiterar varios puntos que allí señalo. En primer lugar, la enseñanza de Cristo y de su Iglesia es clara: Un matrimonio sacramental es indisoluble. En segundo lugar, las personas cuyo estado de vida contradice la indisolubilidad del matrimonio sacramental, no pueden ser admitidos a la Eucaristía. En tercer lugar, los pastores y las comunidades parroquiales están obligados a apoyar a los fieles que se encuentran en esta situación con un «amor atento» (Familiaris consortio , 84) .

La preocupación de la Iglesia por sus hijos que están divorciados y vueltos a casar no puede reducirse a la cuestión de la recepción de la Eucaristía, y estoy seguro que, enraizados en la verdad y en el amor, la Iglesia va a descubrir el camino correcto y enfoques constantes en nuevas maneras.

Gaudium Press / S.C.

 

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