domingo, 24 de noviembre de 2024
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La preocupante sentencia condenatoria a la ex superiora de las Descalzas de Nogoyá, Argentina

Se ratificó la condena por privación ilegítima de la libertad, uso de violencia y amenazas.

Monasterio

Foto: Archivo

Redacción (01/02/2021 11:10, Gaudium Press) Para mí la noticia no es el mero hecho que la Cámara de Casación Penal argentina, máximo tribunal en materia penal abajo de la Corte Suprema, haya ratificado la sentencia de tres años contra la Madre María Isabel de la Santísima Trinidad, antigua superiora de las Carmelitas Descalzas de Nogoyá, ubicadas en la Provincia de Entre Ríos de la república austral.

La noticia es lo que esto puede implicar para la sana paz de los conventos y las órdenes religiosas en general.

Se acusa y condena a la antigua superiora de privación ilegítima de libertad de religiosas a su cargo, uso de violencia y amenazas.

Los titulares ‘basura’ de algunos exponentes de la gran midia no podían faltar, para sazonar el caso y el ambiente: “El convento del horror en Nogoyá”; “Látigo y mucho miedo”, son algunos.

‘Revela’ – es sólo un ejemplo – uno de los sesgados reportajes la declaración de una ex religiosa: “Sufrí castigos físicos, encierro de celda y duras reprimendas por parte de la superiora”. Dice mucho pero no dice nada lo anterior, por lo inespecífico, y es que buena parte del clima anticlerical creado por la gran midia en estas ocasiones se basa es en impresiones sensacionalistas sin real contenido.

Pero claro, después del bautismo que la midia hizo del convento como la casa ‘del horror’, pues que más podría ocurrir en ese ‘monasterio-antro’ sino cosas horrorosas.

Si mi padre no hubiera castigado…

Pero en un contexto diferente, de eso perfectamente podría haber sido acusado un buen padre de familia que corrigiese a un chico un tanto rebelde: “Saúl, te vas al cuarto, antes te doy tu nalgada, no ves televisión por tres días, y no le vuelvas a pegar a tus hermanitas”, me dijo mi padre varias veces cuando joven. Justo, pues tenía esa pésima costumbre. Pero hoy por hoy se podría haber caracterizado el ‘delito’ paterno: ‘Encierro forzado, reprimenda dolorosa, coerción física (agreguémosle psicológica), uso de violencia física y psicológica, amenazas…’, podría yo haber gritado desde mi rebeldía tonitruante. Sin embargo fue el temor al justo castigo de mi padre, después de haberse efectivado varias veces, el que terminó consiguiendo arrancar mis actos de verdadera ‘violencia intrafamiliar’. Si todo no hubiera pasado de dulces recomendaciones maternas, ja, mis hermanas hubieran sufrido mucho más de lo que las hice sufrir.

No he leído todos los autos del proceso, sí algunos y buena parte de las noticias de la con frecuencia sesgada midia, esa de titulares ‘basura’ buscando captar audiencia. Sí quedamos harto nerviosos de ver a un tribunal civil hablando y decidiendo cuándo una superiora está cumpliendo la regla de Santa Teresa o cuándo no. Pero nos abstenemos de opinar de fondo sobre el mérito o no del fallo, cuyo caso debería ser más bien analizado por un tribunal eclesiástico.

No calificamos tampoco los actos de la monja, que al parecer fueron excesivos. Pero no los calificamos porque hemos visto declaraciones de religiosas que en su momento defendieron a la acusada, y porque por principio desconfiamos de declaraciones de ex religiosas que pueden estar resentidas por varias razones.

Advertimos sí del grave peligro de que tribunales civiles, movidos por ex religiosos resentidos, entren a calificar y tipificar conductas al interior de la vida religiosa, máxime cuando cada vez más los criterios del mundo, del cual los tribunales son harto susceptibles, no son los criterios de Dios.

Mañana no faltará el tribunal que movido por un libertarismo igualitario y anti-católico, ataque el voto de obediencia pues sería contrario a la dignidad humana. O que otro tribunal determine que el de castidad es un atentado a la naturaleza sexuada del hombre.

Preocupante.

Por Saúl Castiblanco

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