lunes, 25 de noviembre de 2024
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Jesús “es el profeta definitivo”, dijo el Papa en el Ángelus

El Papa comentó en la predicación previa al rezo del ángelus dominical al Señor como predicador y como taumaturgo.

Papa

Ciudad del Vaticano (01/02/2021 17:28, Gaudium Press) Ayer, en la meditación previa al Ángelus, el Papa meditó el pasaje del evangelio de San Marcos (1, 21-28) del día, en el que el Señor en la sinagoga de Cafarnaúm lee las escrituras.

Su manera de hablar atrae a los presentes, que quedan asombrados porque demuestra una autoridad diferente a la de los escribas (v. 22). Además, Jesús se revela poderoso también en las obras. Así es, cuando un hombre en la sinagoga se vuelve contra él, llamándole el Santo de Dios, Jesús reconoce el espíritu maligno, le ordena que salga de ese hombre y lo expulsa (vv. 23-26)”, dice el Papa.

Francisco destaca que aquí se ven dos elementos característicos del apostolado de Jesús, que son la predicación y la obra taumatúrgica: Jesucristo predica y cura, pero su predicación parte de una autoridad que es “propia, como alguien que tiene una doctrina que procede de sí mismo, y no como los escribas que repetían tradiciones anteriores y leyes recibidas”.

La palabra en Jesús tiene autoridad

En el Cristo, la palabra “tiene autoridad. Y esto toca el corazón. La enseñanza de Jesús tiene la misma autoridad de Dios que habla; de hecho, con una sola orden libera fácilmente al poseído del maligno y lo cura. ¿Por qué? Porque su palabra obra lo que dice. Porque es el profeta definitivo. Pero, ¿por qué digo esto, qué es el profeta definitivo? Recordemos la promesa de Moisés. Dice Moisés: “Después de mí, más adelante, vendrá un profeta como yo —¡como yo!— que os enseñará” (cf. Dt 18,15). Moisés anuncia a Jesús como el profeta definitivo. Por eso [Jesús] no habla con autoridad humana, sino con autoridad divina, porque tiene el poder de ser el profeta definitivo, es decir, el Hijo de Dios que nos salva, nos sana a todos”.

Acerca de la expulsión del demonio narrado en el evangelio de San Marcos, dijo el Papa que este “muestra que la predicación de Cristo tiene como objetivo vencer el mal presente en el hombre y en el mundo. Su palabra apunta directamente contra el reino de Satanás, lo pone en crisis y lo hace retroceder, obligándolo a dejar el mundo. El poseído —ese hombre poseído, obseso—, tras la orden del Señor, es liberado y transformado en una nueva persona. Además, la predicación de Jesús pertenece a una lógica opuesta a la del mundo y del maligno: sus palabras se revelan como la alteración de un orden equivocado de las cosas. El diablo presente en el poseído, de hecho, grita cuando Jesús se acerca: «¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a arruinarnos?» (v. 24). Estas expresiones indican la total diferencia entre Jesús y Satanás: están en planos completamente diferentes; no hay nada en común entre ellos; son opuestos entre sí”.

El Papa concluyó su meditación invocando que pidamos al Señor la curación de nuestros males, y a la Virgen que nos ayude a escucharlo y seguirlo.

Con información de Vatican.va

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