domingo, 24 de noviembre de 2024
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Cuando el mundo angélico se vuelque sobre el mundo humano…

Los ángeles tienen la inclinación de dejar su huella sobre los hombres.

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Redacción (22/04/2021 19:08, Gaudium Press) Decía el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira que no deberíamos imaginar el mundo humano y el mundo angélico como dos ‘pirámides’ separadas irreductiblemente, sino como dos ‘estructuras’ completamente interpenetradas.

Es cierto que según Santo Tomás, de los 9 coros angélicos solo los dos primeros – ángeles y arcángeles – se relacionan directamente con los hombres.

Pero también es cierto que así como un simple acto de voluntad sirve para implorar la atención e intercesión de un santo en el cielo, igual ocurre cuando imploramos el auxilio de un ángel, de cualquier coro angélico, incluso de aquellos que están siempre acompañando al Cordero.

Es de teología católica que cada persona tiene al menos un ángel de la guarda, empeñado de forma específica en la salvación de su custodiado. Debemos entrar en comunicación con él, debemos asociarnos con él. Que es algo por lo demás que los ángeles desean.

Comentaba el Dr. Plinio que los seres superiores tienen la inclinación de dejar su huella en los inferiores cuando con ellos se relacionan. Así el escultor deja su huella en la piedra, el dueño en su perro, el maestro en el alumno. A esa ley también están sujetos los ángeles, los buenos y los malos.

Solo que los buenos ángeles no son por definición intrusos y su acción se ve limitada por la apertura que los hombres les hagan de las puertas de su alma; a diferencia de los ángeles malos, que con frecuencia obtienen la autorización divina para perturbarnos, tentarnos. Solo lo anterior nos debe ya mover a rezar a los ángeles buenos, a invocarlos y consagrarnos a ellos, para que unidos luchemos las luchas de esta vida.

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Profundizar en el conocimiento de los ángeles es movernos a entrar en relación con ellos. Saber que los tres primeros coros, los Serafines, Querubines y Tronos, están más vueltos hacia la contemplación de Dios; que los tres siguientes, las Dominaciones, las Virtudes y las Potestades, están más orientados hacia la planeación y la estrategia en el gobierno del orden del universo; y que los tres últimos coros, Principados, Arcángeles y Ángeles son los encargados de la ejecución: Todo ello ya va elevando nuestras mentes a ese mundo maravilloso de los seres espirituales que sí, tienen una incidencia decisiva en el nuestro.

Recordar que Arcángeles y Ángeles tienen el papel de custodia directa de los hombres. Que son numerosísimos; que están atentos a lo que nos pasa; que cuando ejecutan una orden lo hacen en comunión con los coros superiores y con la Reina de los Ángeles. Que cuando tienen la misión de expulsar a un espíritu caído, son invencibles. Que son portadores de gracias, de inspiraciones, de advertencias, a veces de justos castigos. Que cada uno tiene una ‘luz primordial’, que posiblemente coincide con la de su custodiado.

Que en esa ‘luz primordial’, que es fundamentalmente el reflejo único de Dios en ese ser espiritual, él puede ser más símbolo de la pureza, o de la fortaleza, o de la sagacidad, o del consuelo… Que aunque la Iglesia solo admita en el culto público los nombres de San Miguel, San Gabriel y San Rafael, ella no nos impide entrar en relación con los ángeles que expresan, simbolizan y ‘encarnan’ cada una de las múltiples virtudes que estamos llamados a practicar: el ángel de la fe, el ángel de la caridad, el ángel de la templanza, el ángel de la justicia, el ángel de la modestia, el ángel de la prudencia, etc., etc., etc.

En fin… Daría la impresión de que aún el mundo humano está por descubrir el mundo angélico. Y de que este ‘descubrimiento’, a través de la teología y de la mística y la piedad, traerá a la tierra un esplendor inédito, y acercará el cielo con la tierra.

Por Saúl Castiblanco

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