domingo, 24 de noviembre de 2024
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Las caídas y humillaciones pueden ser regalos de Dios para adquirir la humildad

Expresiones de santos y eruditos que nos ayudan a completar el cuadro de esta importantísima virtud, sin la cual se fracasa en la vida espiritual.

Santa Teresa

Santa Teresa

Redacción (23/06/2021 13:48, Gaudium Press) En anterior nota, se reprodujeron algunos pensamientos de santos y estudiosos sobre la humildad, la cual no es un apagamiento del ánimo, o una sumisión mal entendida, sino que es la verdad de lo que somos, y de lo necesitados que estamos a todo momento de la ayudas del Creador, de la Virgen y los santos.

A continuación otras expresiones de santos y eruditos que nos ayudan a completar el cuadro de esta importantísima virtud, sin la cual se fracasa en la vida espiritual, y con la cual se abren las puertas de la gracia divina y del cielo:

Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes” (Santiago 4, 6).

francisco de asisSan Francisco de Asís iba a orar a una montaña y rezaba en las noches “mi Dios y mi Todo, conózcate a Ti, y conózcame a mí. Conózcate a Ti para admirarte, amarte, adorarte y obedecerte. Conózcame a mí para reconocer mi debilidad, mi miseria, mis pecados y la gran necesidad que tengo de tu perdón y de tu misericordia”. Pero un día, después de repetir esa plegaria, uno de sus religiosos le preguntó: “¿Le ha respondido Dios su petición?”, a lo que el Santo respondió: – “Sí, sí, cada día admiro más y más las maravillosas cualidades de nuestro buen Dios, y me aterro cada vez más de mis miserias y pecados”.

El papel didáctico de nuestras caídas

Las caídas nos deben ayudar a profundizar en el conocimiento de nuestra debilidad y en la confianza que debemos depositar en Dios: “Oh experiencia de tantas gracias y ayudas celestiales recibidas, de tantas tristezas sufridas, de tantas caídas repetidas. Reconozco que si Dios no tiene misericordia de mí, estoy irremediablemente perdido. ¡Oh Padre Dios, que lo puedes todo: este ser hecho de la nada implora tu misericordia. No puedo alegar méritos propios, pero si me has concedido el deseo de pedirte es porque quieres tener el gozo de perdonarme. Por la humildad de Jesús, de María santísima y de los santos, te suplico la humildad y la enmienda y la perseverancia en el bien” (Baudemón).

Una invisible mano poderosísima, ha permitido desde el cielo que nos vayan llegando las humillaciones. Humillación es lo que nos rebaja ante nuestros ojos, o ante los ojos de los demás. Nuestros defectos, sobre todo los más manifiestos. Nuestros errores, fracasos y tentaciones. Nuestras concesiones cobardes a las atracciones hacia el mal. Las culpas que hemos cometido y sobre todo las recaídas, son humillaciones que pueden conseguir y aumentar la humildad” (Baudemón).

“El humilde conocimiento de ti mismo es un camino más seguro hacia Dios que el camino de la ciencia” (Kempis).

Para recibir favores del cielo, ser humildes

“Cuando la creatura midió ya su miseria e impotencia, Dios le tiende la mano y empieza a levantarla. Los descalabros de la vida son en muchos casos manifestaciones del gran amor que Dios nos tiene, y remedios para salir del orgullo y adquirir la humildad. Se cumple lo que decía Santa Teresa: ‘No recuerdo haber recibido ningún favor especial del cielo, si no me creía muy ruin y despreciable’ ” (Larrañaga).

“Trabajen por su salvación con temor y temblor, no solamente cuando estoy entre ustedes, sino mucho más ahora que estoy ausente. Porque Dios es el que produce en ustedes el querer y el hacer” (Filipenses, 2, 12).

“Orgullo humano, ¿de qué te quejas? ¿qué es lo que te produce tantas inquietudes? ¿El no ser nada en el mundo y no aparecer? ¡Pues mira qué gran persona fue Jesús y qué gran Señora fue María Santísima! Eran la maravilla del mundo y de los ángeles. Y ¿qué hacían en Nazareth para aparecer? ¿Quiénes los conocían en la tierra? ¿Y tú quieres que tu nombre brille? Te engañas y lo que haces para aparecer y para que te feliciten, es sólo obra de tu amor propio. Cuánto más provecho sacarías tratando de imitar a Jesús y María…” (Bossuet).

“El mejor remedio para obtener la humildad es la oración” (Santa Teresa).

“Cuando percibas los aplausos del triunfo, que suenen también en tus oídos las risas que provocaste con tus fracasos” (San Josemaría Escrivá)

“Cuando nos dicen que somos buenos, que somos personas santas, hasta les creemos. Pocas cosas tan dañosas y mentirosas como estas” (Santa Teresa).

“Hablar de sí mismo es tan peligroso como andar sobre una cuerda alta; cae uno fácilmente. No hablemos casi nunca de nosotros mismos y cuando lo vayamos a hacer preguntémonos si la conciencia nos impone este deber. Cuántas pequeñas mentiras y exageraciones cuando se habla de sí mismo, aunque sea para desacreditarse. Aparenta ocultarse y lo que busca es aparecer”.

(Tomado de “La Humildad” – P. Salesman)

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