miércoles, 27 de noviembre de 2024
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San Camilo de Lelis, primero militar, jugador, pero después una llaga en la pierna sería su salvación

Quiso hacerse capuchino, pero Dios lo tenía destinado a fundar una orden que cuidase a enfermos.

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Redacción (14/07/2021 07:27, Gaudium Press) San Camilo de Lellis, o Lelis, nace en Bucchianico, en los Abruzos, antiguo reino de Nápoles hoy en día Italia, en el año 1550.

Lo atrapa el vicio del juego

Su padre era militar, y vivía más en los campos que en el hogar. Su madre ya era de edad avanzada cuando el niño nació. Esto hacía que no fuese fácil de educar y controlar su temperamento, muy vivo, hasta belicoso. Pero en todo caso, la madre le enseñó los fundamentos de la religión, sembró en su alma la semilla de esa vida divina. Pero el demonio también estaba sembrando la suya, y el niño iba aprendiendo el secreto de los naipes, los dados y las apuestas, y aún muy joven ya había probado los falsos deleites de esos vicios.

Su madre murió siendo él aún joven.

Siguió al inicio la vida militar de su padre, y se enroló en el ejército veneciano, para combatir los turcos, y allí aprendió tanto virtudes como los vicios de los soldados. Su padre también murió, y fue enterrado cerca de Loreto.

Pero un día le aparece una llaga en su pierna –esa llaga incurable sería el mensaje de la salvación de Dios – , y tiene que ir al hospital de Santiago en Roma, a curarse. En ese hospital ya comienza a manifestar su caridad hacia otros enfermos, a quienes atendía, ayudaba. Fue recibido como enfermero.

Lamentablemente su pésima inclinación al juego de azar, y por dar rienda suelta a esta pasión fue expulsado del hospital, y luego en Nápoles perdió toda su fortuna, también en el juego: Había apostado todo lo que poseía y perdió, incluso hasta la propia camisa. Pensó en volverse un ladrón, pero recordando las enseñanzas de su madre, prefirió pedir limosna.

El superior de los capuchinos de Nápoles lo invita a trabajar en un convento que estos frailes construían en Manfredonia. Este superior nota algo en él, y le habla de vocación religiosa. Un día escucha una reflexión que un fraile le dirigía a los obreros y esto es motivo de profunda conversión. El mendigo, antiguo apostador se confiesa, y se entrega a la misericordia de Dios. Esto ocurrió cuando tenía 25 años.

Entra a los capuchinos, pero Dios no lo quería capuchino

Pidió el ingreso a los capuchinos, inicia el noviciado, pero nuevamente se le manifiesta la llaga de su pierna y tiene que regresar al hospital de Santiago, donde una vez más se dedica a atender a los enfermos, pero con un celo renovado.

Teniendo 30 años, y bajo la dirección espiritual de San Felipe Neri, entra al Colegio Romano, (hoy Universidad Gregoriana) a adelantar estudios eclesiásticos. Sus jóvenes compañeros se burlaban por su edad, pero esto no impide que se ordene sacerdote el 26 de mayo de 1584.

Funda a los religiosos camilos

Siguió dedicándose a atender enfermos – legó a ser nombrado administrador general del hospital – y un día, mirando un Crucifijo, mientras cuidaba a algunos pacientes, exclamó: “¡Ah!, Sería necesario aquí hombres que no fuesen conducidos por el amor al dinero, sino por el amor de Nuestro Señor; que fuesen verdaderas madres para esos pobres enfermos, y no mercenarios. Pero, ¿dónde encontrar tales hombres?”. La gracia lo sigue conduciendo, y con los mejores de sus colaboradores funda la Orden de los Ministros de los Enfermos, o Religiosos Camilos, el 8 de diciembre de 1591. A esto lo movió también la gran necesidad de atención medica que requerían los enfermos llegados a Roma.

Su caridad iba creciendo con los años y con la misión. Los muchos enfermos no podían sino agradecer a ese ángel curativo que Dios había puesto en su camino.

Durante 36 años soportó su llaga, siempre dando muestras externas de bondad, sin ningún mal humor.

Muere el 14 de julio de 1614, teniendo 64 años. Fue beatificado en el año 1742 por el Papa Benedicto XIV, y canonizado en el 1746 por el mismo Pontífice.

En 1886 León XIII lo declaró, junto a San Juan de Dios, protectores de todos los enfermos y hospitales del mundo católico, patrono universal de los enfermos, de los hospitales y del personal sanitario.

Con información de Aciprensa y de Camilos.es

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