miércoles, 27 de noviembre de 2024
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San Andrés Kim, sacerdote coreano mártir, heredó una fe que había llegado por libros en chino

San Juan Pablo II canonizó, el 6 de mayo de 1984, los 103 beatos mártires de Corea. Era la primera vez que una canonización ocurría fuera de Roma en mucho tiempo.

San Andres Kim

Redacción (20/09/2021 08:44, Gaudium Press) Hoy celebramos la memoria de San Andrés Kim y compañeros mártires, santos coreanos.

A Corea llegó la fe de un modo sui generis.

En el S. XVIII y provenientes de la China, se difundieron por el país unos libros cristianos. Una de las personas que leyó el libro, cautivado con la nueva fe, se hizo nombrar como diplomático en la China y ahí recibió el bautismo de parte de Mons. Gouvea.

Este hombre regresa a Corea en 1784 y comienza a hacer apostolado, que fue muy fructífero, de manera tal que cuando llego a Corea un sacerdote chino, 10 años más tarde, este encuentra a 4.000 cristianos ya formados.

Los cristianos fueron aumentando, hasta el punto en que las autoridades se llenaron de temor y proscribieron el cristianismo y ordenaron el exterminio de los fieles.

Para evitar una matanza generalizada, se entregaron Mons. Imbert, y los sacerdotes Maubant y Chastan. A ellos primeros los golpearon a bastonazos y luego, el 21 de septiembre de 1839, se les llevó un río a orillas de Seúl y fueron decapitados.

Escogido como seminarista por ‘acaso’

La persecución continúa, y en 1846 fue martirizado San Andrés Kim, el primer sacerdote coreano.

El abuelo de San Andrés Kim había sido martirizado, y por ello valoraba la fe que le fue legada. Su padre también fue martirizado y por esto vio a su madre tener que pedir limosna en las calles.

En 1836 un misionero que pasaba por su población lo escoge como seminarista. En 1844 es ordenado diácono y un año más tarde sacerdote en Shangai. Regresó entonces a Corea, pero solo pudo servir como presbítero allí por un año y pocos meses, pues en junio de 1846 fue arrestado y después de 3 meses decapitado.

Los fieles católicos encontraron entre sus pertenencias una carta que les dirigía: “En este difícil tiempo, para ser victorioso se debe permanecer firme usando toda nuestra fuerza y habilidades como valientes soldados completamente armados en el campo de batalla”.

San Juan Pablo II canonizó, el 6 de mayo de 1984, los 103 beatos mártires de Corea, hecho insigne que ocurrió en la propia Seúl. Era la primera vez que en mucho tiempo, ocurría una canonización fuera de Roma.

Con información de Aciprensa 

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