miércoles, 27 de noviembre de 2024
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San Carlos Borromeo, hijo de condes, no era de una naturaleza genial sino aplicada

Triunfó en los estudios por su esfuerzo. Sobrino de Papa, a los 23 años ya era Cardenal. Pero sus cimientos eran la virtud.

San Carlo Borromeo

Redacción (04/11/2021 09:49, Gaudium Press) San Carlos Borromeo nace en Arona, Italia, en 1538, de noble cuna. Su padre era el conde Gilberto Borromeo.

Desde joven se nota su afición por los estudios, y que le gustaba, a diferencia de la casi totalidad del genero humano, aplicarse a sus deberes. Pero en estos campos de la ciencia y del saber alcanzó él éxito no por un talento originario rutilante, sino por su aplicación, esfuerzo y seriedad en ellos.

A los 21 años se doctora en derecho en la Universidad de Milán.

Un pariente suyo, un tío materno, es hecho Papa con el nombre de Pío IV y este lo escoge como Secretario de Estado. Fue hecho Cardenal muy joven, con apenas 23 años. Presidió sínodos y concilios.

Legado Papal, protector de países, de órdenes religiosas

Teniendo sólo 23 años ya era legado de Bolonia, de la Romaña y de la Marca de Ancona, así como protector de Portugal, de los países bajos, de los cantones católicos de Suiza y además, de las órdenes de San Francisco, del Carmelo, de los Caballeros de Malta y otras más. Su capacidad de trabajo era impresionante. En 1560 el Papa lo hizo administrador de la sede vacante de Milán. Es maravilloso ver a un hombre tan joven, y con una naturaleza que no era la de un genio, desarrollar las labores de muchos, de gigantes. Se percibe ahí la acción de la gracia divina, a la cual se sumaban es cierto la dote de una noble cuna.

Se destaca su labor en la instrucción cristiana, fundó 740 escuelas para catecismo. También fundó 6 seminarios que fueron modelos de instrucción de sacerdotes para el mundo entero.

Aunque tenía que llevar un tren de vida acorde a los cánones de la época, realizaba muchas penitencias para que la virtud cristiana siempre reinase en su ser.

Muere el 4 de noviembre de 1584, después de fundar en Milán una casa de convalecencia.

Con información de EWTN y Aciprensa

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