domingo, 24 de noviembre de 2024
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Parábola del Hijo pródigo: Podemos ser pecadores como el menor, pero también envidiosos como el mayor

En el Ángelus Francisco meditó sobre esta parábola, y habló de los sentimientos del Padre, misericordioso, que acoge a los dos con bondad y alegría.

Hijo prodigo 2

Redacción (28/03/2022 08:58, Gaudium Press) En su meditación del Ángelus de ayer, el Papa meditó sobre la lectura del día, la maravillosa parábola del Hijo pródigo. (Lc 15, 11-32)

Al regreso de su hijo, el padre de la parábola hace fiesta, se alegra. “Nosotros somos ese hijo, y conmueve pensar en cuánto nos ama y espera siempre el Padre”, puntualizó primero Francisco.

Pero también a veces somos el hijo mayor, tenemos en ocasiones la tentación de serlo, de indignarnos cuando vemos la misericordia del Padre hacia el pecador. Dejamos de ver como hermano a nuestro prójimo.

De hecho, en la parábola el hijo mayor no dice al Padre mi hermano, sino tu hijo. Y al final precisamente él corre el riesgo de quedar fuera de casa. De hecho – dice el texto – «no quería entrar» (v. 28)”, expresó el Pontífice.

Hijo prodigoEl Pontífice recordó las palabras de Balzac en su conocida obra Papá Goriot, en el momento en que el padre protagonista dice: “Cuando me convertí en Padre, entendí a Dios. El padre de la parábola le expresó a su hijo mayor, celoso como estaba éste de su hermano menor, que lo que hacía era expresión de su afecto y amor, y que “Convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida” (v.32). Estos deben ser también nuestros sentimientos con relación al prójimo.

Celebrar una fiesta, es decir “manifestar nuestra cercanía a quien se arrepiente o está en camino, a quien está en crisis o alejado”, lo que busca animar a quien tal vez esté deprimido por su situación.

Enfatizó el Pontífice acerca la expansión de la alegría cristiana, porque “quien tiene un corazón sintonizado con Dios, cuando ve el arrepentimiento de una persona, por graves que hayan sido sus errores, se alegra”. El cristiano no se queda poniendo la lupa sobre los errores de quien está ahora arrepentido.

“Y nosotros, ¿sabemos ver a los otros así? ¿Sabemos alegrarnos por los otros? La Virgen María nos enseñe a acoger la misericordia de Dios, para que se vuelva la luz en la que mirar a nuestro prójimo”, concluyó el Papa Francisco.

Con información de Vatican News

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