martes, 26 de noviembre de 2024
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Mons. Paglia, ya no tiene frenos…

El presidente de la Pontificia Academia para la Vida ya propone la legalización del suicidio asistido.

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Redacción (24/04/2023 12:02, Gaudium Press) Fiel a la teoría de la evolución radical de la doctrina católica, Mons. Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, ha declarado en el festival de Periodismo de Perugia que “la Iglesia Católica no tiene un paquete de verdades preconfeccionado, como si fuera una distribuidora de píldoras de verdad. El pensamiento teológico evoluciona en la historia, en diálogo con el Magisterio y la experiencia del pueblo de Dios (sensus fidei fidelium), en una dinámica de enriquecimiento mutuo”.

Ciertamente por eso, al prelado no será óbice para la formulación de sus ideas, los muchos pronunciamientos anteriores, para afirmar que “no hay que descartar que en nuestra sociedad sea factible una mediación legal que permita la asistencia al suicidio en las condiciones especificadas por la Sentencia 242/2019 del Tribunal Constitucional”, como afirmó en el festival.

Sin embargo, los católicos que –en sentido contrario– consideran que Dios no “rehace la plana” en lo fundamental,que no se contradice, ni es ayer uno y hoy otro, recuerdan que ya en una declaración de la Congregación de la Doctrina de la Fe del 5 de mayo de 1980, aprobada por San Juan Pablo II, se afirmaba que aunque un “dolor prolongado e insoportable, razones de tipo afectivo u otros motivos diversos induzcan a alguien a pensar que puede legítimamente pedir la muerte o procurarla a otros” y que “aunque en caso de ese género la responsabilidad personal pueda estar disminuida o incluso no existir, sin embargo, el error de juicio de la conciencia – aunque fuera incluso de buena fe – no modifica la naturaleza del acto homicida, que en sí sigue siendo siempre inadmisible. Las súplicas de los enfermos muy graves que alguna vez invocan la muerte no deben ser entendidas como expresión de una verdadera voluntad de eutanasia; estas, en efecto, son casi siempre peticiones angustiadas de asistencia y de afecto”. (1)

Asimismo, en el Discurso a la V Asamblea General de la Academia Pontificia para la Vida del 27 de febrero de 1999, Juan Pablo II, después de haber encuadrado el suicidio asistido entre los ejemplos de la “cultura de la muerte”, y tras afirmar que “la Iglesia es consciente de que el momento de la muerte va acompañado siempre por sentimientos humanos muy intensos”, recordaba que “ningún hombre puede decidir arbitrariamente entre vivir o morir. En efecto, sólo es dueño absoluto de esta decisión el Creador, en quien ‘vivimos, nos movemos y existimos’” (Hch 17, 28). El Papa apoyaba ahí de buen grado las “obras e iniciativas para la asistencia de los enfermos graves, de los enfermos mentales crónicos y de los moribundos”, pero afirmaba también que tanto eutanasia como suicidio asistido son “una grave violación de la ley de Dios”.

En discurso igualmente de Juan Pablo II a los participantes del VII Congreso de la Sociedad Internacional de Oncología Ginecológica, el 30 de septiembre de 1999, el Papa polaco prevenía al personal sanitario de que “que ‘compartir la intención suicida de otro y ayudarle a realizarla mediante el llamado suicidio asistido significa hacerse colaborador, y algunas veces autor en primera persona, de una injusticia que nunca tiene justificación, ni siquiera cuando es solicitada’ (ib., 66). Tampoco se puede apoyar o justificar la así llamada ‘autodeterminación’ del moribundo, cuando esto significa de hecho que un médico ayuda a suprimir la vida, que es el fundamento mismo de todo acto libre y responsable”.

Podrían citarse aquí innumerables documentos en la misma línea. Pero desde que se asume que los fundamentos de la Iglesia (seguramente también lo que dijo Cristo) pueden evoluir en una dinámica de “enriquecimiento mutuo” en el diálogo, ya no hay mucho que hacer. La pregunta es si se está en la misma barca. (SCM)

(1) Congregación para la Doctrina de la Fe. Documenta – Documentos publicados desde el Concili Vaticano II hasta nuestros días. Ediciones Palabra. Madrid. 2007.

Con información de Infocatólica

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