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La Vendée: Una guerra que el espíritu políticamente correcto de ciertos voceros oficialistas gustaría que nunca se mencionase, hasta incluso que nunca hubiera existido.
Redacción (24/05/2023 09:36, Gaudium Press) Hace el P. Jorge López Teulón, en Religión En Libertad, el elogio de dos importantes obras dedicadas a ilustrar la resistencia de los católicos de la Vendée a los principios y huestes anti-cristianas de la Revolución Francesa, que ocasionaron en esos territorios del oeste francés uno de los más crueles genocidios contemporáneos que aún está por ser reparado, aunque para ello tenga que doblar la rodilla y pedir solemne perdón la culta y bella Francia.
La primera de estas obras es la titulada Guerres de Vendée – La mémoire du vitrail (Guerras de la Vendée – la historia del vitral), de autoría de Jean-Louis Sarrazin y Nicolas Delahaye, que en 180 páginas muestra cómo los herederos de los vandeanos rindieron homenaje a sus padres tíos y abuelos, plasmando la gran epopeya en el luminoso testimonio de los vitrales.
Sí, a partir de finales del S. XIX grandes talleres (Megnen, Clamens, Bordereau) se dedicaron a este arte, como también lo hicieron sencillos artistas.
“Esta publicación nos descubre la historia de la persecución religiosa en los días de la Revolución francesa en imágenes, en un encuentro de color y luz, para el mayor placer de la vista”, dice el sacerdote López.
Promociona también con su pluma el presbítero español la Histoire de la Vendée – des origines à nos jours, (Historia de la Vendée – desde los orígenes a nuestros días) pero su foco es principalmente la otra sobre los vitrales.
“Escribe Delahaye en un artículo publicado hace casi dos años: ‘Lugar de una guerra civil que dejó cerca de 200.000 muertos, el territorio de Vendée todavía está marcado hoy por lo que sucedió. Placas conmemorativas, monumentos y obras de arte salpican sus paisajes. Dentro de este arte conmemorativo, las vidrieras constituyen un particular soporte conmemorativo. Si bien la mayoría de estos testigos de vidrio se realizaron en el siglo XIX, algunos artistas continuaron con la tradición votiva de Vendée. Este es el caso del maestro vidriero de Mortagnais, Roger Degas (1899-1981)’”.
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En esos vitrales, distribuidos en diversas iglesias, se dibujan “escenas emblemáticas como la entrada en guerra de Henri de La Rochejaquelein, el perdón de Bonchamps, la misa en el bosque, el martirio de sacerdotes y habitantes de las parroquias, los generales de Vendée o la descripción de batallas”. También “la muerte de Cathelineau, los fusilamientos de los Marillais, el martirio del Abbé Robin, la paz de 1795”. En fin, los principales hechos de esa guerra heroica, popular, católica.
Una guerra que el espíritu políticamente correcto de ciertos voceros oficialistas gustaría que nunca se mencionase, hasta incluso que nunca hubiera existido.
Una guerra de resistencia que entre tanto, debería ser no solo desenterrada sino encumbrada, como gloria de un espíritu católico que creó a la Francia, que revivió en La Vendée, y que hasta hoy suscita el orgullo y la admiración de muchos, crecientes.
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