sábado, 23 de noviembre de 2024
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El Papa habló de San Andrés Kim, mártir y primer sacerdote coreano

En la catequesis de la semana pasada el Pontífice había tratado de la figura de San Francisco Javier, el gran misionero jesuita en Oriente.

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Foto: Screenshot Vatican Media

Redacción (24/05/2023 11:48, Gaudium Press) En la secuencia de su catequesis sobre el celo apostólico, en la audiencia general de hoy el Papa habló de San Andrés Kim Tae-gon, mártir y primer sacerdote coreano. En la catequesis de la semana pasada el Pontífice había tratado de la figura de San Francisco Javier, el gran misionero jesuita en Oriente.

“San Andrés Kim Tae-gon. Su vida fue y sigue siendo un elocuente testimonio de celo por el anuncio del Evangelio”, introdujo el Papa.

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Como se recordará, la evangelización en Corea fue hecha por laicos.

En el S. XVIII y provenientes de la China, se difundieron por el país unos libros cristianos. Una de las personas que leyó el libro, cautivado con la nueva fe que allí estaba contenía, se hizo nombrar como diplomático en la China y ahí recibió el bautismo de parte de Mons. Gouvea. Este hombre regresa a Corea en 1784 y comienza a hacer apostolado, muy fructífero, de manera tal que cuando llego a Corea un sacerdote chino, 10 años más tarde, este se lleva la sorpresa de encontrar a 4.000 cristianos ya formados.

“Fueron los laicos bautizados los que transmitieron la fe, no había sacerdotes, porque no tenían. Luego, más tarde… pero la primera evangelización la hicieron los laicos. ¿Seríamos capaces de tal cosa? Pensemos …” dijo Francisco

En determinado momento, como la comunidad cristiana crecía a pasos agigantados, las autoridades llevadas de un falso temor proscribieron el cristianismo. El abuelo de San Andrés Kim había sido martirizado en esas persecuciones; su padre también, y su madre tuvo que pedir limosna en las calles.

En 1836 un misionero que pasaba por su población lo escoge como seminarista. En 1844 es ordenado diácono y un año más tarde sacerdote en Shangai. Regresó entonces a Corea, pero solo pudo servir como presbítero allí por un año y pocos meses, pues en junio de 1846 fue arrestado y 3 meses después decapitado.

“Creer en Jesucristo, en la Corea de entonces, significaba estar dispuestos a dar testimonio hasta la muerte”, expresó Francisco.

“La pasión por la evangelización, este celo apostólico tan grande: es un don que nos da el Espíritu. Y aunque el contexto circundante no sea favorable, como el de Andrés Kim en Corea, no cambia, al contrario, se vuelve aún más valioso. San Andrés Kim y otros creyentes coreanos han demostrado que el testimonio del Evangelio dado en tiempos de persecución puede dar mucho fruto para la fe”.

Movidos por el ejemplos de San Andrés Kim, el Papa invitó:

“Pensemos en nuestro pequeño entorno: evangelizar a la familia, evangelizar a los amigos, hablar de Jesús, pero hablar de Jesús y evangelizar con el corazón lleno de alegría, lleno de fuerza. Ésta nos la da el Espíritu Santo. Preparémonos para recibir al Espíritu Santo en el próximo Pentecostés y pidámosle esa gracia, la gracia del coraje apostólico, la gracia de evangelizar, de llevar siempre el mensaje de Jesús”.

Con información de Vatican News

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