viernes, 22 de noviembre de 2024
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El cura techno de la JMJ y del aquelarre Halloween

¿Por qué no ha sido tan comentado el hecho en los medios?

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Foto: Screenshot Twitter

Redacción (09/08/2023, Gaudium Press) ¿Por qué no ha sido tan comentado el hecho en los medios? ¿Tal vez por miedo a saber qué decir sin ser lapidado por la progresía o por la corrección política? Porque el hecho más que lo ameritaba:

Un cura de cabeza brillante, ya no tan joven, en actitud cool-play y Coldplay, enfrente de una gran consola DJ, delante de la multitud de jóvenes de la JMJ que despertaban de la Vigilia Nocturna, que salían de la dulce oscuridad de sus sueños y de sus sleeping bags, y que en lugar de música celestial se sumergían en ritmos a lo Guetta

Sí, todo un consumado DJsacerdotal, frente a obispos y padres que también llegaban a inmergirse en el inesperado ambiente techno y que más o menos no sabían qué hacer: los más disimulaban, como si estuvieran en convento de clausura; los menos forzando una sonrisa, algunos hasta tomaban fotos al Padre-DJ, todo eso era algo que sí, que debía haber sido ganador de más tinta, de más opinaderos, de más publicidad…

Pues a buen pastel, buen tenedor: démosela un poco, que más que ganada la tiene.

Los chicos aún tenían las sagradas impresiones de la adoración al Santísimo; incluso muchos destacaron la maravilla de ver a jóvenes –de los de la generación de la rapidez y la agitación, del whatsapp y del tiktok– estar en silencio atento contemplando a Jesús Eucaristía, que los escuchaba, que penetraba el secreto de sus corazones, atento a sus fragilidades, a sus aspiraciones.

Ciertamente el Señor les había hablado, los había consolado, les había renovado la esperanza, les había hablado de la certeza de su asistencia al enfrentar el futuro en un mundo cada vez más caótico.

Pero luego, al amanecer, llegó el techno por vía DJ-sacerdotal…

Un techno que también tiene su mística, palpable, indudable.

Eso sí, una mística un tanto diferente a la cristiana, una mística que te invita a sumergirte en un nirvana electrónico, nirvana de luces láser y movimientos mecánicos espontáneos, que te convida a abandonar tu individualidad, a ‘dejarte llevar’ y en cuyo aniquilamiento personal promete la ilusión de la ‘paz’, en compañía de una ‘pan-divinidad’ en la que pueden caber todo tipo de espíritus…

El DJ se convierte en este ambiente techno en el centro de la atención y del impulso, un DJ que es motor autorizado pues facilita más la invitación al trance, alguien que ha caminado más en la ruta misteriosa y laseriana del misticismo-nirvanático, y que refleja en sus movimientos simploides y cadenciados la fría y sarcástica felicidad de quien aniquiló su individualidad y se entregó al ‘pan’.

“Fanático, retrógado, rígido, indietrista, cara de pepinillo en vinagre, amargado, tal vez hijo de coneja, ideologizado…”, dirán algunos. “¿No ve usted que es simplemente un intento de inculturalización, de acercarse al lenguaje de los jóvenes de hoy?”

Pues parece que eso de la inculturalidad en los ambientes modernos le va bien al Padre-DJ, tanto que ha practicado dicha inmersión en escenarios un tanto más siniestros.

Interesado el público por la vida del Padre-DJ, han empezado a circular por las redes otros videos, menos de amanecer, menos claros, menos píos, más de oscuridad.

Como este posteado por NeoReaccionario (alguien por lo demás mucho más joven que el Padre), que al parecer es de una celebración de Halloween en Montealegre, donde el Padre-DJ fue protagonista.

La camisa sacerdotal ya va cubierta en esta ocasión por un jersey negro como el de cualquier asistente, con la inscripción no Cristo, sino Techno. Se sabe que es sacerdote por el alzacuellos, tal vez solo por eso.

La primera toma es la del Padre, con sonrisa amplia, abriendo sus brazos mientras se bambolea al ritmo de la música en frente de su gran consola. En la segunda toma, ya más ‘incultural’, una chica de espaldas con los característicos cuernos luciferinos de Halloween, contempla embelesada al sacerdote en la tarima.

Al lado del DJ-Sacerdotal un animador de cruz pintada en su rostro juega con dos antorchas encendidas. El final de esa escena muestra que el sacerdote está frente a una especie de alto altar, coronado por dos cuernos rojo-oscuro.

La siguiente escena muestra a tres de las asistentes de esta liturgia-techno-cornuda, dos característicamente vestidas de brujas negras, la otra un poco más light con una hoz ‘amenazando’ su cuello, balanceándose risueñas, y luego al cura-DJ dirigiéndoles su mano derecha, la que mueve como quien les envía sus misteriosas bendiciones en trance.

Luego más brujas, más techno, más luces frías, y finalmente el sacerdote sonriente, atendiendo solícito el pedido de selfies de los sorprendidos jóvenes. Toda una labor evangelizadora, pero la que hizo el ambiente y donde el Padre fungió más de chamán que de otro Cristo.

Sin embargo, un elogio a este último video: el ambiente sí era coherente. Había coherencia entre la fiesta, el techno, las brujas, los cuernos, los animadores, el altar, hasta el DJ (lo único que no era coherente ahí era el clergyman). Era una coherencia que por ejemplo se encuentra en las cavernas del Hades.

No, padrecito, no.

Hay música que es cristiana, y hay otra que no es cristiana, y hay otra que además es del Hades.

Porque así como vamos terminaremos inculturándonos, pero en la cultura del infierno… Y hasta allá hay muchos que no queremos ir.

Por Saúl Castiblanco

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