viernes, 22 de noviembre de 2024
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Como un caleidoscopio, la sucesión de luminarias en la Iglesia

Sencillo en su esencia, variado en sus manifestaciones, evoca la Historia de los hombres.

Como um caleidoscopio

Foto: Pixabay/sweetlouise.

Redacción (27/09/2023 08:53, Gaudium Press) Ahora aparece ante nuestros ojos una hermosa flor dorada decorada con puntos rojos; ahora un marco de color amatista rodea rombos verdes y naranjas; más tarde diferentes tonalidades de un azul celestial dominan el conjunto, dando especial nobleza a la figura presentada…

Basta con una ligera rotación del caleidoscopio para que aparezcan nuevas imágenes. El instrumento es siempre el mismo, pero las escenas nunca se repiten por muchas veces que, aparentemente, hayamos regresado al punto de partida.

Sencillo en su esencia, variado en sus manifestaciones, evoca la Historia de los hombres. A lo largo de los siglos se suceden almas que, con los colores y las formas adecuadas a su particular vocación, reflejan las infinitas perfecciones de Dios. Hombres y mujeres, ricos y pobres, jóvenes y viejos, religiosos y laicos, combinan el brillo de sus virtudes personales para, bajo la acción del Espíritu Santo, componer las ricas y multicolores figuras de santidad que marcan cada época.

Colegio Apostólico

Ya en los inicios de la Iglesia, vemos brillar dentro del Colegio Apostólico el alma ardiente y contrita de San Pedro y, junto a él, el resplandor suave, contemplativo y profundamente teológico del Discípulo Amado. El cuadro, algo rústico, pero lleno de vida, lo completan los demás Apóstoles, Evangelistas y mártires como San Esteban.

Al trasegar el siglo IV, nos deparamos con la audaz personalidad de San Atanasio luchando contra la herejía arriana. Su santidad se combina con la de San Antonio, un antiguo anacoreta de vida austera impregnada de misticismo.

Mirando al mismo período, nuestros ojos no pasan desapercibidos ante la imagen del fogoso maniqueo que la bondad del Todopoderoso transformó en una de las más grandes luminarias de la Iglesia: el obispo Agustín, conocido como el Águila de Hipona por sus altísimos vuelos de espíritu.

Santos

Santos fundadores

Y, en este giro del caleidoscopio divino, ¿cómo olvidar las figuras luminosas de los fundadores, que dieron vida a las Órdenes y Congregaciones religiosas, haciéndolas brillar con los colores de sus respectivos carismas?

En Subiaco brilla San Benito de Nursia, armonizando trabajo y contemplación: “ora et labora” era su lema. De este venerable padre surgió una floreciente familia de almas que llenó de esplendor la Edad Media. El gran número de santos canonizados entre sus miembros atestigua la expansión alcanzada por la espiritualidad benedictina.

Siglos después, Santo Domingo de Guzmán combate la herejía cátara fundando en Toulouse la Orden de Predicadores, pronto transformada en sólido pilar doctrinal, sobre el que se apoyaría la obra evangelizadora de la Santa Iglesia.

Contemporáneo de él, el Poverello de Asís reúne a un poderoso grupo de amantes de la pobreza, dispuestos a seguir los consejos evangélicos con inusitada radicalidad. Su ejemplo conduciría a nobles, reyes y plebeyos por caminos de austeridad y penitencia.

En este girar caleidoscópico de almas bienaventuradas que se van conjugando, encontramos también a la gran Teresa de Ávila, espíritu de fuego, reformadora de la Orden del Carmen. Y el noble heredero de la casa de Loyola, San Ignacio, quien renunciando a una carrera brillante, adopta una vida militante “para mayor gloria de Dios”. De él nació la Compañía de Jesús, formada por los mejores y más feroces “soldados” que pudo reclutar.

Caleidoscopio divino compuesto por el Espíritu Santo

Todos estos Santos, y muchos otros que sería imposible recordar aquí, son elementos valiosísimos del caleidoscopio divino compuesto por el Espíritu Santo a lo largo de la Historia, y movido por Él sin cesar, también en los tiempos actuales.

¿Cómo serán las nuevas y extraordinarias figuras que el futuro nos permitirá contemplar? ¿Con qué colores fantásticos y desconocidos se producirán? ¿Cuál es la altura espiritual y la unión íntima con lo sobrenatural alcanzada por las almas llamadas a brillar en los días venideros?

Aunque no sepamos responder a estas preguntas, podemos dar algo por sentado: brillarán con una belleza mucho mayor que las del pasado, porque Dios es infinito y, cuando suscita algo nuevo, siempre supera con creces lo que vino antes que él.

Por la Hna. María Teresa Ribeiro Matos, EP

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