En una actitud de afrenta, falta de respeto e intolerancia religiosa, un pastor evangélico en Brasil se refirió a Nuestra Señora como “Satanás vestido de Azul”.
Redacción (13/10/2023, Gaudium Press) Unos más, otros menos; algunos de forma velada, otros de forma más abierta; unos susurrando, otros gritando, lo cierto es que un buen número de evangélicos muestran un gran malestar ante la devoción católica a la Virgen María, y el discurso agresivo del pastor de Bastos en Brasil es una demostración de ello.
Sabemos que el error de algunos no puede condenar a todos, pero tratar este episodio como una exageración o un caso aislado contribuye a legitimar los prejuicios y la intolerancia religiosa.
Pocos días después del incidente, el pastor publicó una carta de retractación en el sitio web de la iglesia que representa, pidiendo disculpas “a los católicos que se sintieron ofendidos” y justificándolo que “por la libertad de creencia, pensamiento y expresión”, garantizada por la Constitución “no transgredió ninguna ley”. Y que su intención era “mostrar el descontento por el uso del dinero público en un símbolo restringido a una sola religión”. Sin embargo, eso no fue lo que demostró con sus palabras.
No nos corresponde a nosotros juzgar, pero la impresión es que la retractación se debe más a la intención de evitar un proceso por intolerancia religiosa que al arrepentimiento por la blasfemia cometida contra la Madre de Dios.
Ignorancia, odio y prejuicio
Hace unos años, un abogado que trabajó conmigo pasó de cordero a lobo en un instante cuando me escuchó decir “Nuestra Señora”. Antes amable y servicial, el hombre gritó: “¡Nuestra Señora, no! ¡Su señora!” Y, como si no fuera suficiente el discurso en el que acusó mi “idolatría”, a partir de ese día el tipo empezó a hacer todo lo posible para “convertirme” a su denominación religiosa “para aprender que María era una mujer como cualquier otra”.
En otra ocasión, en vísperas del 12 de octubre, fiesta de la patrona de Brasil, la Virgen Aparecida, escuché, de una autodenominada pastora (designación común a las esposas de pastores evangélicos), lo siguiente: “¡Esto sólo puede ser cosa del diablo que ciega a esos católicos! ¡Imagínese que Jesús, nuestro Salvador, es hijo de esta mujer negra!” [ndr. Refiriéndose a la advocación de la Virgen Aparecida que es de color negro].
El abogado era de una iglesia ‘tradicional’; la pastora, de una de las miles de esas pequeñas iglesias independientes que existen en Brasil, creada por ella y su marido, y que, como muchos otros, anunció que “en ese [su] ministerio está la salvación”.
Nuestra Señora de Aparecida no es negra, pero ¿y si lo fuera?
Cuando una persona hace críticas debe, como mínimo, preocuparse por tener conocimiento sobre la causa que va a abordar. Nuestra Señora de Aparecida no es negra, es una imagen de Nuestra Señora de la Concepción que se oscureció después de estar mucho tiempo bajo las aguas del río Paraíba. Pero, ¿y si fuera negra, qué daño haría eso?
Dentro del contexto histórico del momento en que se encontró la Imagen, en octubre de 1717, todavía había esclavos en Brasil, ya que la esclavitud en el país fue abolida en mayo de 1888. Por lo tanto, podemos concluir que la Sabiduría Divina permitió que esto sucediera para demostrar su inmenso amor por todos y su sensibilidad ante el sufrimiento de cada pueblo, en cada época. Prueba de ello es que uno de los primeros milagros registrados en Aparecida fue concedido a un esclavo, cuyos eslabones de la cadena que lo sujetaban se rompieron ante varios testigos.
Así, aunque sabemos que la imagen encontrada por los pescadores es una representación de Nuestra Señora de la Concepción, se ha vuelto común ver a Nuestra Señora de Aparecida como una mujer negra. Pero, lamentablemente, contra los prejuicios racistas los argumentos son inútiles, porque es algo que la gente lleva dentro de sí.
¡Católicos, basta de tanta hipocresía!
Estos son sólo dos ejemplos que utilizo para ilustrar que este odio y profundo rechazo hacia Nuestra Señora por parte de personas que profesan otras religiones no es un hecho aislado. Hay evangélicos que parecen respetar a la Virgen María como “la Madre de Jesús”, pero no nos permiten referirnos a Ella como la “Madre de Dios”. E incluso hay un predicador famoso en Internet que hace una broma sobre esto, diciendo que “María no puede ser la madre de Dios porque Dios es mayor que ella”. Y un pastor incluso publicó que “no hay diferencia entre María y el portero de su casa”.
Lo que pasa es que vivimos en una época de hipocresía en la que todos quieren parecer y ser políticamente correctos, incluidos muchos católicos. Entonces, realizan un desfile de carnaval colocando a Jesucristo y representaciones del diablo en una misma alegoría. Hay gente que protesta un poco, pero acaba dejándolo pasar, al fin y al cabo “hay que respetar la libertad de expresión”. Tomamos conocimiento de cultos satanistas, de profanación de las hostias consagradas y de vandalismo contra iglesias, pero “es mejor no decir nada, al fin y al cabo, los católicos deben ser tolerantes”.
Hace unos años, en un acto grotesco y violento, un representante de una de las iglesias evangélicas más grandes del Brasil pateó una imagen de la Virgen en un programa de televisión y se aceptó la explicación de que actuó por su cuenta, que no representaba el pensamiento de su iglesia, que era algo fuera de contexto.
Satán vestido de azul
El Papa Francisco propone un movimiento ecuménico para que haya armonía entre los diferentes cultos religiosos, y la gente hace la interpretación equivocada de que debemos aceptar todo lo que nos imponen y sacarnos de nuestra frente nuestro catolicismo para no ofender a otras religiones.
Por eso, rezamos el rosario, pero lo hacemos escondido, pasando muchas veces sus cuentas con las manos en los bolsillos, para que no se vea el rosario, “porque hay que respetar a las personas que piensan diferente, y rezar en la calle o en el trasnporte público puede ofender a hermanos de otras denominaciones”…
Veneramos a Nuestra Señora, la Llena de Gracia, la Bendita entre todas las mujeres, pero evitamos tener imágenes o estampas de ella en lugares donde puedan ser vistas, incluso en las salas de nuestras casas, porque las personas pueden ofenderse y llamarnos idólatras….
Como dijo el predicador de la ciudad de Bastos sobre la imagen de Nuestra Señora de Aparecida: “¡Pon un huevo, pon una gallina, pon lo que quieras, pero no vengas a poner a Satán vestido de azul a la entrada de la ciudad!” [Ndr. A la entrada de la ciudad de Bastos se había instalado una imagen de la Virgen Aparecida]El servicio que presidía se retransmitía por Internet y pronto se volvió viral, atrayendo muchas críticas y llamando la atención de la prensa.
Esperamos que la hermosa escultura no sufra vandalismo, porque, si esto sucede incluso dentro de las iglesias, ¡imagínese en un lugar público, después de un discurso como ese!
Lo que dijo el alcalde de Bastos
El alcalde de Bastos se pronunció sobre el caso diciendo que “no había necesidad de ninguna controversia, ya que muchos municipios brasileños rinden homenaje a los santos, a Jesucristo y al Espíritu Santo” y que, para complacer también a los evangélicos, decidió responder a a petición de ellos, colocando a la entrada de la ciudad, además de la imagen de Nuestra Señora, la escultura de una Biblia y una paloma blanca, representando al Espíritu Santo.
“Tratamos de hacer lo mejor que podemos en un espacio ecuménico porque entendemos que las religiones deben convivir pacíficamente” – había dicho el alcalde, declarando que había recibido amenazas por la instauración de la imagen de Nuestra Señora de Aparecida.
El ecumenismo no es religión
Es necesario entender que el ecumenismo no es una religión, sino un movimiento que busca la unidad y el diálogo entre diferentes religiones. Antes de ser ecuménicos, debemos recordar que somos católicos y no permitir que se falte el respeto a nuestra fe.
Existe un odio incomprensible hacia la devoción mariana, lo que constituye un ataque no sólo a la fe católica, sino a Dios mismo, ya que Él eligió el vientre sagrado de la Virgen María para hacerse hombre y nacer entre nosotros. Ni siquiera Martín Lutero, cuya Reforma Protestante dio origen a esta profusión de iglesias, se refirió jamás a María Santísima con una actitud irrespetuosa.
Es poco probable que este artículo sea leído por el público evangélico, por lo que sugiero que los católicos que me lean, especialmente aquellos que respetan el ecumenismo defendido por el Santo Padre, guarden las palabras que aparecen a continuación y las ofrezcan a los detractores de la doctrina católica cuando vengan a ofender e insultar a nuestra Iglesia y a nuestra fe:
Madre de Dios y mujer más sublime de la Tierra
“Ser Madre de Dios es una prerrogativa tan alta, algo tan inmenso, que sobrepasa todo intelecto. De ahí le viene todo el honor y la alegría y esto la convierte en una persona única en el mundo entero, superior a todas las que existieron y que no tiene igual en la excelencia de tener con el Padre Celestial un hijo común. En estas palabras, pues, está contenido todo el honor de María. Nadie podría predicar cosas más magníficas en su alabanza, aunque tuviera tantas lenguas como flores y hojas hay en los campos de la tierra, estrellas en el cielo y granos de arena en el mar. (…) ¿Quiénes son todas las mujeres, siervos, señores, príncipes, reyes, monarcas de la Tierra en comparación con la Virgen María que, nacida de estirpe real (descendiente del rey David) es, además, Madre de Dios, la mujer más sublime de la Tierra? Ella es, en toda la cristiandad, el tesoro más noble después de Cristo, a quien nunca podremos exaltar lo suficiente, la más noble emperatriz y reina, exaltada y bendecida sobre toda nobleza, con sabiduría y santidad”.
Aunque puedan parecer palabras pronunciadas por un Papa o un teólogo católico, fueron escritas por Martín Lutero y aparecen en el Manifiesto de Dresde, una declaración de teólogos luteranos de Alemania del Este, publicada en la Revista Luterana Spiritus Domini, nº 5, en mayo de 1982.
En ese mismo documento, refiriéndose a los milagros de Lourdes, los teólogos luteranos se posicionan de la siguiente manera: “Sería el colmo de la necedad ignorar la voz de Dios que habla al mundo por mediación de María, y darle la espalda, únicamente porque Él hace oír su voz a través de la Iglesia Católica. Puede suceder que, al rechazar o ignorar el mensaje que Dios nos envía a través de María, estemos rechazando la última gracia que Él nos ofrece para nuestra salvación”.
¡Es difícil llamar hermano a alguien que ofende a nuestra Madre!
Nuestro Señor Jesucristo nos enseña a no juzgar y, como ya se ha dicho, no podemos, por la actitud prejuiciosa de algunos, generalizar el pensamiento de todos, pero, confieso que, dentro de mi pequeñez, me resulta muy difícil pasar por un episodio como este sin indignarme. Después de todo, es difícil llamar hermano a alguien que ofende así a nuestra querida Madre.
Ante la falta de respeto de este pastor, es difícil repetir las palabras que Cristo pronunció desde lo alto de la cruz: “¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!” (Lc 23,34), ya que, desgraciadamente, creo que lo saben. Es lamentable que haya tanta gente que se deje llevar por blasfemos. De estos, sí, debemos sentir pena, porque ser descarriado y engañado en la fe es una de las peores tragedias que puede suceder en la vida de un cristiano.
Por Alfonso Pessoa
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