viernes, 22 de noviembre de 2024
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El equipo de basket, la sala dorada y la influencia del ambiente en los tipos humanos

…Lo que se dice de la interacción entre individuos se puede decir de la interacción entre individuos y ambientes…”

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Foto: Meg Jenson en Unplash

Redacción (30/10/2023, Gaudium Press) “Dime con quien andas y te diré quien eres…”.

El anterior refrán ilustra varias cosas, una de ellas que el hombre gusta de andar con otros y que forma similitudes con esos otros, de tal manera que viendo a un elemento de ese conjunto, se pueden vislumbrar características de todos los elementos.

También y de esta manera, el conjunto se configura como si fuera un solo personaje, con su psicología propia, rasgos propios, su personalidad propia, una.

En la configuración de la personalidad del conjunto, cada elemento individual aporta al conjunto, pero sobre todo el conjunto ayuda a configurar el elemento.

En nota pasada, hablábamos sobre tipos humanos, cómo los diversos tipos humanos expresan una mentalidad –mentalidad, es decir el conjunto de ideas-dominantes del tipo humano– y concluíamos que la influencia de un tipo humano sobre una persona es la influencia de su mentalidad, de sus ideas dominantes, aunque no solo.

Así, si una persona entra a un equipo de basketball, pues la ‘mentalidad’ o ‘personalidad’ del equipo comienza a influirlo: comúnmente sin darse cuenta, podrá ir vistiendo como visten las personas del conjunto, se empezará a interesar por temas que antes no le interesaban pero que sí importan al conjunto, probablemente empezará a compartir la ética que vigora en el conjunto, el ambiente “equipo de basket” lo podrá ir modelando.

La persona con frecuencia termina adquiriendo el tipo humano del conjunto. Es por esto que muchas veces decimos: ‘ese es un militar’ a veces sin saber el por qué, pero es que en nuestra experiencia, a veces subconsciente, hemos definido internamente el tipo humano del militar, y ahora percibimos cómo ese individuo se ajusta a ese patrón.

Leer también: James Bond vs. San Pío X: la lucha de los tipos humanos

Pero también los ambientes tienen una ‘mentalidad’, unas ‘ideas-dominantes’ y esta mentalidad puede influir sobre los individuos que entran en contacto con ese ambiente. Lo que se dice de la interacción entre individuos se puede decir de la interacción entre individuos y ambientes: cuando una persona habita un ambiente, esa persona puede influir en la constitución del ambiente, pero sobre todo el ambiente lo ayuda a configurar, pues en este caso el ambiente se comporta como una importante y carismática ‘persona’ que ejerce su influencia sobre quien en él habita.

Vayamos a los ejemplos.

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Imaginémonos en una junta de negocios, pero en la sala de la foto arriba, en donde habremos puesto una mesa central de fino roble para la junta. Es una reunión en donde se va a definir una importante inversión.

El primer deseo tal vez sería de iniciar el encuentro con una pequeña oración, dirigida hacia la imagen de la Virgen que se encuentra en el fondo. La reunión reconocería así la presencia de lo divino.

La sala es solemne, pero no tiene nada de lúgubre, como a veces se quiere pintar lo sacral. Tiene la alegría y vivacidad del colorido, pero sin agitación. Es decir, el ambiente de la sala favorecería una sana alegría en la reunión, al mismo tiempo que la compostura. A nadie se le ocurriría poner una pierna sobre el brazo de una silla mientras se habla del negocio (aunque hoy por hoy no faltaría el idiota, en fin…).

Mientras analizamos opciones, estudiamos propuestas, planteamos cursos de acción económicos, los participantes de la reunión estaríamos influidos permanentemente por la presencia de ‘valores superiores’ como trascendencia y presencia divina, dignidad del hombre creado por Dios y redimido por Cristo, honra y honradez, decisión firme, horizontes amplios, etc.

Los negocios son ocasiones de ganancias y también de infligir daños, o favorecer la corrupción. Entre tanto, en esa sala, el ambiente ‘gritaría’ que esto último no se debe hacer, que Dios no gusta de ello, que detesta la corrupción.

De esta manera, el ambiente se estaría comportando como si por ejemplo estuviésemos haciendo nuestra reunión de negocios con la presencia del gran Carlomagno, o de Felipe II: a Carlomagno, el emperador de la barba florida, le tendríamos un natural respeto y temor reverencial; Felipe II nos estaría diciendo solemne y con bonhomía lo que le dijo a Herrera cuando colocó una columna falsa en el Escorial: “Herrera, Herrera, con el Rey no se juega…”

Imaginemos que trasladamos la reunión a esta sala de abajo, más típica de los días que corren.

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Foto: Benjamin Child en Unplash

Casi que podríamos ponerle un nombre a esta sala: “‘Business are business’ men, negocios son negocios estimados, no me vengan con cuentos tontos de que oración, Felipe II y demás estupideces, aquí venimos es hacer plata” nos estaría ‘gritando’ la sala.

Sería como estar reunido con uno de esos promocionados y ‘grandes tiburones’ de los negocios, que en lugar de cabeza más bien tienen máquina registradora, en lugar de corazón llevan calculadora.

Esa sala no habla, pero sí habla: ella nos dice que el hombre es materia y no trascendencia, que si vamos a hablar de negocios es de dinero y solo dinero, que lo que importa para la ocasión es saber cómo obtener dinero, que al final lo que importa es solo el dinero, que lo que más importa es el dinero, la materia.

Ella es una sala atea, aunque no cante las tesis teóricas de Diágoras, el primer ateo.

Si convivimos con ambientes como el de la sala dorada de arriba, y conscientemente o subconscientemente los admiramos, terminaremos inhalando algo o mucho de la mentalidad que ese ambiente expresa y trasmite. Ídem con la sala de abajo.

Estos campos de la Revolución y Contra Revolución tendencial, abiertos a los horizontes de los hombres por el prof. Plinio Corrêa de Oliveira, son novedosos, medio inexplorados, sutiles, pero importantísimos, pues por ahí se cuela y se coló la Revolución y la Contra Revolución, sin mucho filtro por parte de los hombres.

La Revolución Renacentista fue eso, fue tendencial, fue casi perfecta, no produjo casi reacciones, fue muy profunda, inició un dinamismo destructivo muy grande, decía el Dr. Plinio.

La revolución que sigue haciendo el arte dicho moderno, es también profunda.

Pero de eso hablaremos en próxima ocasión.

Por Saúl Castiblanco

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