domingo, 24 de noviembre de 2024
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Se abrirá proceso de beatificación de José Si Esono, primer catequista mártir de Guinea Ecuatorial

Así lo dijo el obispo de Ebibeyín, Mons. Miguel Ángel Nguema Bee. Breve historia de José Si Esono.

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Foto: ACN

Redacción (24/01/2024 12:59, Gaudium Press)  Guinea Ecuatorial, en la costa occidental de África, fue, después de independizarse de España en 1968, una dictadura marxista durante más de once años. La Iglesia Católica fue perseguida y el culto prohibido. Los templos fueron convertidos en bodegas de cacao y café. Fueron los catequistas laicos quienes mantuvieron la evangelización en ese período.

Así lo explica el obispo de Ebibeyín, Mons. Miguel Ángel Nguema Bee, durante una visita a la fundación de derecho pontificio Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN en inglés): “Me acuerdo que, cuando era pequeño, en los años 70, mi abuela y mi madre los domingos nos llevaban a trabajar en una hacienda, nos hacían llevar nuestras herramientas, íbamos a la floresta y allá nos esperaba un catequista y celebrábamos la Palabra de Dios. Hacíamos la comunión espiritual. Pasábamos dos horas compartiendo y después volvíamos a la ciudad como si hubiésemos trabajado.”

Fueron once años de cruel dictadura en la cual, gracias a los catequistas, muchos cristianos consiguieron mantener la llama de la fe.

José Si Esono

La importancia del catequista para Guinea Ecuatorial remonta a los inicios de la evangelización, como se refleja en la historia de José Si Esono, un joven catequista que nació en el poblado de Ebansok y fue martirizado en la década de 1930.

José Si Esono nunca había oído hablar de Cristo. Sin embargo, un día fue a la ciudad costera de Bata a vender su café, como siempre lo hacía. “En medio del bullicio del mercado, un misionero claretiano se acercó a hablar con él y le enseñó a rezar el Rosario. José percibió que, después de hacer aquella oración con el sacerdote, todo lo que él había ido a hacer en la ciudad no había sido tan difícil como acostumbraba a ser”, cuenta Mons. Miguel Ángel.

Al regresar a su población, José decidió que iba a enseñarle a todos a rezar el Rosario. Los habitantes preguntaban: “¿Qué es eso de rezar?” Y querían saber más sobre esta oración, el Rosario, algo tan nuevo para ellos. Él les respondió: “Hay un blanco allá en Bata que me enseñó a hacerlo y voy a invitarlo a venir aquí.” Dicho y hecho. José volvió a Bata a vender café, buscó al misionero, y cuando lo encontró le dijo: “Mi pueblo ya reza el Rosario; ahora quiero que vengas a explicarnos quién es María, a quien le rezamos.”

100 años de evangelización

Fue así como los claretianos llegaron a Ebansok. “¡Ni siquiera había carreteras!”, explica el obispo, añadiendo que “fue un viaje peligroso de 125 kilómetros a pie por la floresta”. Entre otras cosas, era peligroso viajar a Bata, pues en aquellos años existían muchas tensiones entre varios grupos étnicos locales, y para llegar allá era necesario atravesar territorios con poblaciones en conflicto.

“Este catequista consiguió que todo su pueblo abrazase el Evangelio”, continúa Mons. Miguel Ángel. “Además, consiguió que su pueblo aceptase a los blancos: el ‘blanco’ era considerado como alguien hostil, como el colono que maltrataba y oprimía, pero él consiguió impedir que el pueblo atacase a los claretianos, intercediendo por ellos. Así comenzó la primera misión de la Diócesis de Ebibeyín. “En 2024 se completan cien años desde la llegada del Evangelio.”

José Si Esono es recordado con una cruz de madera colgada del cuello, que parecía prever su futuro martirio. Años después del inicio de la misión, Esono comenzó a explicar que no podían rezarle a los amuletos y después rezar a Jesús. Por eso pidió que llevasen los amuletos que algunos de la ciudad usaban, para quemarlos.

El jefe del poblado quedó indignado y se negó al pedido. Él ya no lo veía como un catequista que les había enseñado a rezar, sino como alguien que “quería exterminar los que sus ancestros les habían dejado como creencia”, explica el obispo. Ellos lo acusaron de brujería y lo quemaron vivo.”

Su martirio dejó un testimonio de fe inquebrantable. “Queremos abrir un proceso de beatificación de José Si Esono”, afirma Mons. Miguel Ángel. “Se trata de un hombre ejemplar y de gran fe, que consiguió hacer que la Evangelización penetrase en aquellos lugares.”

Con informaciones de Vatican News.

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