sábado, 23 de noviembre de 2024
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Santa Casilda de Toledo, princesa islámica, que encuentra el rostro de Cristo en los presos

Nunca imaginaría su padre, el emir de Toledo y gran perseguidor de cristianos, que su hija sería una de las santas más queridas de la España católica.

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Redacción (09/04/2024, Gaudium Press) Hoy la Iglesia celebra, entre otros santos, a Santa Casilda de Toledo, cuya historia es maravillosa.

Su nombre ‘Casilda’, significa ‘poesía’ en árabe, que hace honor esta santa, pues su vida es pura lírica.

Nace a inicios del S. XI en territorios de España que estaban invadidos por árabes provenientes del norte de África. Su padre era Al-Mamún, el emir de Toledo, quien se distinguía por su crueldad hacia los cristianos.

Como toda princesa musulmana, desde tierna edad se le recitaron versos del Corán, que ella aprendía de memoria, y también de este libro sagrado de su religión tomó los rudimentos para aprender a leer y escribir.

Pero es probable que su madre fuera cristiana, y además los hombres que se encargaron de su educación le abrieron el corazón para el conocimiento de culturas antiguas, lo que fue inicio de dudas acerca de la religión islámica.

Antes de decidirse a ser cristiana, la princesa Casilda mostraba su buena índole visitando las celdas y mazmorras, llevando a los prisioneros alimentos y medicinas que escondía entre sus ropas. Pero ocurría que algunos de estos presos eran monjes y sacerdotes, que algo le iban hablando de Cristo: uno de estos luego la bautizaría.

Con Santa Casilda se repitió un milagro que ha ocurrido varias veces con algunos santos.

Cuenta la tradición que llegó a oídos del Emir que su hija se mostraba misericordiosa con los cristianos y les llevaba alimentos. Furioso, fue a su encuentro, y cuando le pregunta qué era el bulto que se delineaba en sus ropas, Casilda le respondió que eran rosas. El emir quiso verificar, pidió que se las mostrara, y los panes efectivamente se habían convertido en la reina de las flores. El rey, que tenía informaciones y certeza de que la princesa había recogido panes, quedó pasmado y la dejó en paz. Algunas tradiciones dicen que ella siguió su camino y las rosas se volvieron nuevamente panes. para sus presos.

Un día la princesa comenzó a sufrir de flujos de sangre, dolencia ante la que sus médicos se mostraron impotentes. Pero entonces, uno de los presos, sus beneficiados, le sugirió que se bañara en los lagos vecinos al monasterio de San Vicente, que estaba en Briviesca, en el Reino cristiano de Castilla.

Después de bastante insistirle, y convencido de que la enfermedad de su hija no tenía cura, el emir Al-Mamún autorizó su viaje, junto a una digna comitiva, donde había cristianos en secreto.

Ocurrió que apenas Casilda se bañó en esas aguas, su cura fue total y definitiva. Esto la terminó de decidirse a hacerse cristiana. Se bautizó, y también se confirmó y recibió a Jesús Sacramentado.

Entonces, tomada de amor por su nuevo dueño, Jesús, la princesa decidió permanecer virgen, y gastó el resto de sus día en oración y obras buenas. La dote que le pertenecía la entregó a la Iglesia y a los pobres.

Murió Santa Casilda como eremita en 1075, en San Vicente, siendo ya anciana. Sus restos fueron sepultados en la ermita que ella misma construyó; hoy estos se conservan en el santuario que lleva su nombre, en Burgos. Son muchos los que cuentan que ella ha intercedido por sus favores.

El gran Zurbarán empleó su tiempo inmortalizando su estampa, vistiéndola con trajes de princesa, dibujándola con rostro inocente, de ojos negros profundos lo mismo que sus cabellos, con mirada de contemplación y decisión. Una maravilla.

Se celebra su fiesta el 9 de abril, porque fue ese día que sus reliquias se trasladaron a Burgos.

Con información de Aciprensa y El Testigo Fiel.

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