Era inglés. A partir de su gobierno la Orden carmelita refloreció. Sexto general de su comunidad.
Redacción (16/05/2024, Gaudium Press) San Simón Stock es fundamental para su comunidad, la orden del Carmen, y para el mundo, por la devoción que un día le entregó Nuestra Señora.
Poco se sabe de él, las fuentes son escasas.
Había ingresado a la orden carmelita, que hacía poco se había asentado en Inglaterra procedente del Monte Carmelo.
Hombre de origen noble, fue el sexto General de los Carmelitas, según se lle en un antiguo Catálogo de Santos de la Orden: “El noveno fue San Simón de Inglaterra, sexto General de la Orden, el cual suplicaba todos los días a la gloriosísima Madre de Dios que diera alguna muestra de su protección a la Orden de los Carmelitas, que gozaban del singular título de la Virgen, diciendo con todo el fervor de su alma estas palabras”:
Flor del Carmelo / Viña florida, esplendor del cielo; / Virgen fecunda y singular; / oh Madre dulce / de varón no conocida; / a los carmelitas, / proteja tu nombre, / Estrella del mar.
Después de pedir a la Madre de Dios protección para su comunidad religiosa, un día se le apareció la Virgen rodeada de ángeles, exactamente el 15 de julio de 1251. Nuestra Señora le ofrece el Escapulario, al tiempo que le decía: “Este será el privilegio para ti y todos los carmelitas; quien muriere con él no padecerá el fuego eterno, es decir, el que con él muriere se salvará”.
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Al parecer, su apellido Stock es porque vivía en el tronco de un árbol.
Es el autor de dos cantos marianos muy conocidos, el Flos Carmeli (maravilloso y corto himno arriba reseñado) y el Ave Stella Matutina.
San Simón Stock fue un hilo de unión entre la vida occidental y la vida oriental de su Orden. Ayuda a configurarla jurídicamente, en un momento de crisis. Después de su gobierno, la orden tiene un reflorecimiento.
Una redacción más extensa de ese Catálogo de los Santos, afirma que obtuvo la aprobación de su orden por parte del Papa Inocencio IV; cuenta también que obraba numerosos milagros.
Narra la tradición que muere visitando la Provincia de Vasconia, en Burdeos, el 16 de mayo de 1265.
El Escapulario
El Escapulario del Carmen, junto con el Rosario, son las dos devociones más extendidas de la Virgen.
El escapulario es como un mini-hábito, una pequeña vestimenta carmelita, que revela nuestra pertenencia a la Virgen, ha sido reconocido por la Iglesia como sacramental, no debe ser usado como amuleto, sino como signo de que se busca la gracia de Dios para vivir según sus mandamientos. El primero escapulario que la persona use debe ser bendecido por un sacerdote, y se sugiere al presbítero imponerlo usando la siguiente oración:
“Recibe este santo Escapulario como señal de la Santísima Virgen María, Reina del Carmelo, para que, con sus méritos, lo uses siempre con dignidad, sea tu defensa en todas las adversidades y te conduzca a la vida eterna”.
No es necesario que se bendigan los escapularios posteriores.
Con información de Carmelnet.org
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