El gobierno Macron, en contra de la opinión ampliamente mayoritaria, quiere poner unos vitrales contemporáneos en el lugar de unos que no fueron afectados por el incendio de 2019.
Redacción (17/09/2024 09:42, Gaudium Press) A medida que se acerca la reapertura de Notre-Dame, el próximo 8 de diciembre, el mundo se va cargando de expectativa ante el hecho de una catedral-símbolo que resurge de la destrucción.
Durante unos días circuló la noticia de que Francisco asistiría al evento, algo que sin embargo ya fue desmentido por el propio Pontífice, en el vuelo de regreso de extremo oriente.
Pero lo que no ha sido desmentido ni disminuido, es la polémica por el intento de reemplazo de vitrales en Notre-Dame, que lejos de amainar escala a nuevas alturas.
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Gaudium Press noticiaba días atrás, que Macron con el apoyo del Arzobispo de París sigue en su empeño de reemplazar antiguos vitrales de la catedral, que no sufrieron afectaciones, por vitrales ‘contemporáneos’. Esta iniciativa, que desprecia la autorizada opinión de la Comisión del Patrimonio Nacional, busca cambiar vitrales en seis capillas laterales de la nave sur. Los nuevos vitrales reemplazarían otros históricos, diseñados nada más ni nada menos que por el propio Viollet-Le-Duc, el gran restaurador de la catedral del S. XIX.
Algunos medios ya afirman que la obstinación del gobierno francés en reemplazar los maravillosos vitrales va a terminar en tribunales.
Los vitrales que el gobierno Macron quiere cambiar hicieron parte de la restauración de Viollet-le-Duc tras los destrozos en medio de las agitaciones de la Revolución Francesa. Están incluidos en las clasificaciones oficiales de Monumentos históricos, y según la normatividad son intocables a menos que sea parcialmente destruidos o que su condición impida que puedan ser reparados, condiciones que de ninguna manera existen en la actualidad.
Resulta que el pasado 11 de julio la Comisión Nacional de Patrimonio y Arquitectura de Francia, conformada por 26 expertos, no solo fue unánime en su afirmación de que esos vitrales eran intocables, sino que además justificó su posición con legislación internacional, la Carta internacional sobre la conservación y la restauración de monumentos, más conocida como la Carta de Venecia, de 1965.
Sin embargo, la obstinación del gobierno —que el pasado 3 de septiembre dijo que ya habían sido seleccionados 8 artistas para proceder al reemplazo— al parecer no va a tener que enfrentar solo las opiniones consultivas de instituciones como la Comisión de Patrimonio, sino que ahora asociaciones del campo civil, como Sitios y Monumentos, reconocida como de utilidad pública en el orden nacional, ya declaran que se preparan “a adelantar el combate judicial”.
En afirmaciones a La Croix, la asociación ya anunció que iniciará su ataque al “pedido de autorización de los trabajos que deberá ser instaurado junto al prefecto de la región para realizar esta obra”.
“Los vitrales en grisaille de Viollet-le-Duc son clasificados dentro de los Monumentos históricos y por ello no pueden ser retirados para hacer lugar a obras contemporáneas”, insiste Julien Lacaze, presidente de Sitios y Monumentos. Y señala: “Hay que detener el desmoronamiento de la obra de Viollet-le-Duc y volver a la coherencia que él había querido reintegrando también elementos retirados mucho antes del incendio, como la corona de luz o la reja del coro”, expresa.
Se ve de esta manera, que una ocasión histórica que debió haber sido festiva y alegría del mundo entero, como la reapertura de Notre-Dame de París, se verá ensombrecida en el espíritu de muchos por la obstinación iconoclasta de un gobierno que quiere destruir unos vitrales que desde hace rato son patrimonio de la humanidad. Y todo con el apoyo de ciertas sotanas.
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