miércoles, 04 de diciembre de 2024
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Introducción a la Revolución Tendencial para dummies – II Las tres bibliotecas

Revolución Tendencial, campo aún desconocido, pero fundamental para el estudio de la lucha entre la Revolución y la Contra Revolución.

Biblio aba Ottobeuren Alemania

Biblioteca de la Abadía de Ottobeuren, Alemania

Redacción (09/10/2024 16:45, Gaudium Press) En nota anterior nos introducimos en el estudio de un concepto aún desconocido por la inmensa mayoría, pero fundamental para el conocimiento de la lucha entre la Revolución y la Contra-Revolución, el de Revolución Tendencial o Revolución en las Tendencias, y concluíamos con un proyecto de definición, diciendo que esta es a la manera de un ‘juego’ con elementos sensibles (formas, colores, sabores, olores, sonidos, etc.) presentes en las artes, los ambientes, las modas, en toda la realidad que nos circunda, que fomenta el desorden de las pasiones o desorden en las tendencias, y favorece la creación de una mentalidad revolucionaria, igualitaria y sensual.

Sigamos profundizando en este importante asunto, siempre queriendo ir de la mano del pensamiento del prof. Plinio Corrêa de Oliveira, quien es por lo demás, el autor de esa expresión.

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Tenemos, pues, que los seres materiales alrededor nuestro, conformados por combinaciones de olores, sabores, olores, sonidos, tienen un lenguaje propio, que no es de palabras sino simbólico, el cual nos termina influyendo si no lo tornamos explícito. Vamos a los ejemplos.

Dicen que marido y mujer después de décadas de matrimonio terminan pareciéndose en muchas cosas, por más que las diferencias al inicio de la convivencia hubieran sido pronunciadas. Es forzoso, porque la relación crea la familiaridad, y la familiaridad ocasiona el parecido.

Pero esto no solo ocurre en la convivencia familiar, también en la social. Después de un tiempo, cuando una persona ha integrado por ejemplo un equipo profesional —digamos que de abogados— esta persona va adquiriendo lo que los franceses llaman el physique du role, el estilo del rol, la apariencia, el espíritu de la función que se desempeña en ese conjunto, de tal manera que trascurridos unos años en ese ambiente, alguien podría ver a esa persona y decir, ‘mire, ese por la pinta debe ser abogado’. Es la influencia natural que todos ejercemos sobre todos, y que se acrecienta a mayor contacto y familiaridad.

Pero ocurre que los seres, los ambientes, los estilos artísticos —como fue expresado en la anterior nota— reflejan o expresan un estado de alma, a la manera de un ser humano, y ejercen una influencia tendencial, simbólica, como si fueran otro ser humano.

Así, no sería lo mismo trabajar en una biblioteca tradicional que en una estilo moderno, de esas de cualquier universidad reciente. La primera emitiría un estado de espíritu diferente a la segunda, y ese estado de espíritu nos terminaría influenciando, de diversa manera, y de forma más o menos decisiva, dependiendo si tornásemos explícito o no el estado de espíritu que está emitiendo, y si lo aceptáramos o no. Profundicemos en este ejemplo usando de tres imágenes.

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La primera, arriba, es la biblioteca de la abadía de Ottobeuren, en Alemania.

Columnas de mármol con capiteles dóricos, de tonalidades rosa o más grises, que sostienen un corredor con balaustrada también de mármol, cubiertas por un techo de frescos a la manera de la capilla sixtina. En medio, una estatua de mármol, al parecer de Palas Atenea, diosa de la guerra pero también de la ‘inteligencia’. Podemos decir que el estado de espíritu de esta biblioteca es a la manera de un hombre del Renacimiento, con brillo humano, que busca afirmar su superioridad humana, pero una superioridad que es sobre todo de espíritu y no física, es decir, es a la manera de un hombre que aún considera que el ser humano es animal pero muy racional, y que la razón debe ser alimentada por el conocimiento, un conocimiento que servirá para la conquista de un mundo lleno de posibilidades. Quien contempla este ambiente, al tiempo que lo identifica con una biblioteca, también lo podría asimilar a un salón de un palacio del Renacimiento o del Antiguo Régimen, incluso a ciertas capillas renacentistas. Casi que más que biblioteca es un salón, donde perfectamente se podría desarrollar una recepción, un baile de esos tiempos. Alguien que pasase unos meses de investigación en esa biblioteca, será influido por ese estado de espíritu, de brillo, festivo, seguro de sí, con la nota superhombre del renacimiento, un tanto ajena a la cruz de Cristo.

Contemplemos ahora esta otra fotografía, de la biblioteca Codrington, en Oxford, que no es la biblioteca más tradicional que allí se puede hallar.

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Esta ya no es tan brillante, tan luminosa, como la de la abadía. La tonalidad oscura de las maderas, la ausencia de frescos y cuadros, crean un ambiente de más seriedad, sin llegar a ser lúgubre ni mucho menos tétrica. La nota clásica está presente, dada por la estatua de mármol que puede ser de algún emperador, o tal vez de un intelectual clásico tipo Cicerón, sin que esta nota llegue a ser dominante. Esta es entre tanto una biblioteca muy funcional, hecha para la investigación y el estudio y no meramente de adorno, algo que se evidencia en los pupitres individuales para lectores y en un aire meditativo que se palpa en el aire. Pero es para desarrollar un trabajo no de discusión cuanto de pensamiento individual, diferente a la anterior biblioteca que podría ser perfectamente un lugar donde, ante mapas y libros de cartografía expuestos en una grandiosa mesa, se discutieran vivamente y al detalle las posibilidades de un viaje como el de Magallanes en presencia de todo un emperador. Siendo esta bastante sobria, no faltan las decoraciones que recuerdan que el hombre no es solo cuerpo sino también alma, como los vasos florales de madera que coronan el segundo nivel junto a los bustos tallados, ciertamente de personajes relacionados con el mundo de la cultura y de las letras. Sin que la biblioteca tipo Renacimiento invitase decididamente a la disipación, a la exhibición, esta de Oxford favorece más el recogimiento, el silencio, y tiene un ‘aire de abadía’ mucho mayor que la biblioteca de la abadía alemana. Allí podría, al tiempo que se consulta un libro, rezar un rosario con tranquilidad, sin problema de chocar contra el ambiente.

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Entre tanto, y a pesar de las notables diferencias, estas dos bibliotecas ya comentadas hablan de valores de espíritu, por encima de la materia y que dignifican al hombre, valores por los cuales vale la pena la lucha, el sacrificio, el sacrificio de las comodidades corporales, también el sacrificio de un dedicado estudio.

Comparemos las dos anteriores con esta de abajo, la Biblioteca Municipal, Stuttgart-Mitte, en Stuttgart, Alemania.

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Foto: Tobias Fischer en Unplash

Desprovista de cualquier adorno que condiga con la naturaleza espiritual del hombre, la simplicidad de pisos, escaleras, muebles y estanterías responde a un sentido materialista, meramente funcional como si fuese solo bodega almacenante de objetos, que pueden ser libros o tornillos o bultos de cemento. Así como alberga libros, esta biblioteca podría guardar comestibles o elementos de una ferretería. Tiene algo de colmena sin las simpáticas abejitas, y bastante del estilo arquitectónico de muchos de los edificios masificantes actuales, al modo “villa Moscú”, donde no es tan fácil distinguir a primera vista si son residencias, bodegas o parqueaderos. A pesar de contener libros, esta biblioteca parece hecha para animales cuasi no racionales, no para seres pensantes. Es una biblioteca que en su simplicidad igualitaria grita “Dios no existe”, “no existen valores de espíritu”, “no existen los ángeles”, “no existe el idealismo, ni el desinterés”, “no existe ni el bien, ni la bondad, ni la belleza”, “no existe el alma, solo el estómago…”

Si Stalin hiciera una biblioteca, la haría a la manera de esta de Stuttgart, no con el estilo de las dos anteriores. Una persona que tuviera la desgracia de verse obligado a completar una tesis de grado en los espacios de esta biblioteca, podría ser decididamente influida en un sentido igualitario-materialista. Ella debería trabajar con un cuadrito de la Virgen al lado, salir de tanto en tanto a respirar el aire puro del cielo infinito, y hacer ejercicios periódicos internos de execración y reprobación de ese estilo materialista para no ser por él contaminada…

Hemos visto en los ejemplos anteriores, cómo unos ambientes diversos, constituidos por diferentes elementos conformados por colores, formas, texturas diversas, emiten unos ‘efluvios’ que constituyen un lenguaje propio, que aunque sea muy sutil es muy real, lenguaje que puede influir nuestro espíritu, así como una persona ejerce su influencia sobre otras. Después de frecuentar cada una de esas bibliotecas, es muy fácil adquirir el estado de espíritu de cada una de ellas, si no se le opone nada en contrario.

Este ejercicio de análisis del espíritu de ambientes que acabamos de realizar, como ha sido dicho, puede ser realizado con cualquier ser o ambiente circundante, por ejemplo con músicas o con modas, algo que en estas líneas dejamos al ejercicio e imaginación del lector. Pero no será difícil, comparando muchas de las modas actuales con otras, particularmente del pasado, evidenciar que esas expresan y ejercen una influencia decisiva en un sentido igualitario y sensual, que desordena las tendencias rumbo al orgullo igualitario y a la sensualidad desbocada, motores de la Revolución Anárquica y Horrenda en la cuál se va sumergiendo el mundo. Haría la contrarrevolución tendencial en este campo, quien sin ser anacrónico hiciese que sus ropas remontasen a la belleza absoluta de forma agradable y a la vez pura.

Faltaría solo una entrega en esta serie de artículos sobre Revolución Tendencial, un análisis de cómo incluso seres tendencialmente buenos o contrarrevolucionarios, pueden ser usados de forma revolucionaria para ocasionar la Revolución Tendencial.

De eso hablaremos en próxima nota, si Dios nos da vida.

Por Saúl Castiblanco

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