Mons. Demetrio Fernández dice que en 1981 cayó gravemente enfermo.
Redacción (20/12/2024 09:58, Gaudium Press) Mons. Demetrio Fernández, obispo de Córdoba en España, cuenta como estuvo a punto de morir por una “enfermedad incurable” de la que fue sanado por intercesión del Arzobispo de Valencia Mons. José María García Lahiguera “de la noche a la mañana”.
Mons. Demetrio, que fue ordenado sacerdote en 1974, cuenta que en 1981 cayó gravemente enfermo:
“Contraje una enfermedad incurable, que me postró en cama durante un año completo. Llevaba ya nueve años de cura, tenía 33 años, y me preparé para la muerte, que llegaba inminente”.
Los tratamientos de un médico, el Dr. Pozuelo Escudero, permitieron que se fuera recuperando paulatinamente a lo largo de los años “hasta que, por intercesión del venerable José María García Lahiguera y la oración de sus hijas Oblatas, fui curado milagrosamente de la noche a la mañana. Era el 27 de septiembre, San Vicente de Paúl”, expresa el obispo.
Pero ¿quién fue Mons. García Lahiguera?
Mons. García Lahiguera fue Obispo auxiliar de Madrid (1950-1964), Obispo de Huelva (1964-1969) y Arzobispo de Valencia (1969-1978). Durante la Guerra Civil Española (1936-1939) fundó la Congregación de las Hermanas Oblatas de Cristo Sacerdote. También participó en el Concilio Vaticano II.
Tras su muerte, el Cardenal Antonio María Rouco Varela abrió su causa de canonización en 1995, que fue admitido por la Congregación (hoy dicasterio) para las Causas de los Santos en 2002. El Papa Benedicto XVI lo declaró venerable en el año 2011.
Mons. Demetrio dice que su enfermedad fue una preparación para la muerte.
El Obispo de Córdoba describe la situación de su enfermedad como “una fuerte experiencia de impotencia, de postración, de despojamiento de todo proyecto futuro, de preparación gozosa para la muerte”.
Aquél año postrado en la cama comprendió “como nunca y para siempre en medio de la enfermedad que mi vida era toda para el Señor, porque le sentí a Él tan cercano y cariñoso como nunca”, detalla.
“Fue un desposorio en la Cruz que me ha marcado definitivamente”, subraya el prelado.
Desde entonces, su visión del momento de partir a la Casa del Padre se transformó. “Miro la muerte con deseo sereno, con alegría de encontrarme con el amor de mi vida, Jesucristo mi Señor. Y este deseo relativiza todo cualquier otro sufrimiento”.
Con información de Aciprensa.
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