En la Audiencia General de este miércoles, el Pontífice continuó el ciclo jubilar de catequesis sobre “Jesucristo, nuestra esperanza”.
Redacción (05/02/2025 15:43, Gaudium Press) En la mañana del miércoles 5 de febrero, durante la Audiencia General celebrada en el Aula Pablo VI, el Papa Francisco continuó el ciclo jubilar de catequesis sobre “Jesucristo, nuestra esperanza”, reflexionando sobre el misterio de la Visitación.
Leer también: Hoy el Papa no leyó el texto de la audiencia general – Algunos apuntes sobre su salud
Al inicio de la audiencia, el Pontífice pidió disculpas a los presentes por no poder leer la catequesis: “Pido perdón porque con este fuerte resfriado es difícil hablar”. El texto de Francisco tuvo que ser leído por el padre Pierluigi Giroli, sacerdote rosminiano y empleado de la Secretaría de Estado.
El misterio de la Visitación
Abordando el misterio de la Visitación, el Pontífice explicó que “la Virgen María visita a santa Isabel; pero es sobre todo Jesús, en el seno materno, quien visita a su pueblo, como dice Zacarías en su himno de alabanza”. Después del asombro y la admiración por lo que el Ángel le había anunciado, María se levanta y emprende su camino.
Según el Papa, “el único acto con el que el hombre puede corresponder a Dios que se revela es el de la disponibilidad ilimitada”. Esta joven hija de Israel no elige protegerse del mundo, no teme los peligros y los juicios de las otras personas, sino que sale al encuentro de los demás.
Impulsada por el amor, Nuestra Señora va al encuentro de su prima Isabel, “una mujer anciana que, después de una larga espera, acoge un embarazo inesperado, difícil de afrontar a su edad. Pero la Virgen también va al encuentro de Isabel para compartir su fe en el Dios de los imposibles y su esperanza en el cumplimiento de sus promesas”.
Magnificat: un canto de redención
La voz de la “llena de gracia” que saluda a Isabel provoca la profecía en el niño que la anciana lleva en su seno y le suscita una doble bendición: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”. Y también una bienaventuranza: “¡Bienaventurada tú que has creído, porque lo que te fue dicho de parte del Señor se cumplirá!”
Ante el reconocimiento de la identidad mesiánica de su Hijo y de su misión de madre, la Virgen no habla de sí misma, sino de Dios y suscita una alabanza llena de Fe, de esperanza y de alegría, un canto que resuena cada día en la Iglesia durante el rezo de las Vísperas: es el canto del Magníficat, subraya el Pontífice.
El Magníficat se convirtió en “un canto de redención, que tiene como telón de fondo el recuerdo de la liberación de Israel de Egipto”. Los verbos están todos en pasado, impregnados de un recuerdo de amor que ilumina el presente con la Fe e ilumina el futuro con la esperanza: María canta la gracia del pasado, pero es la mujer del presente que lleva en su seno el futuro”.
Acogiendo la presencia de María en nuestras vidas
“El Señor, que se inclinó sobre la pequeña María para realizar en ella ‘grandes obras’ y convertirla en la madre del Señor, envió un flujo ininterrumpido de amor misericordioso ‘de generación en generación’ sobre el pueblo fiel a la alianza, y ahora revela la plenitud de la salvación en su Hijo, enviado para salvar a los hombres de sus pecados”, subraya el Papa.
“La Pascua surge así como la categoría hermenéutica para comprender toda la liberación posterior, hasta la alcanzada por el Mesías en la plenitud de los tiempos”. Francisco concluyó pidiendo al Señor “la gracia de poder esperar el cumplimiento de cada una de sus promesas; y para que nos ayude a acoger la presencia de María en nuestra vida”. (EPC)
Deje su Comentario