¿Cuáles son los términos y las ocasiones en que dicha demanda fue hecha por María Santísima?
Redacción (29/05/2025, Gaudium Press) Para aquellos que no tienen el hábito de hacer la comunión reparadora de los cinco primeros sábados de mes pedida por la Santísima Virgen a Sor Lucía de Fátima, será oportuno que conozcan los términos y las ocasiones en que dicha demanda fue hecha por María Santísima. Será igualmente pertinente que cada fiel adorador de la Eucaristía conozca esta importante materia que, por no haber sido atendida con toda la extensión debida, hace pensar en los castigos que fueron también anunciados en Fátima, castigos que en parte ya están dándose y que aún podrán acontecer. María nos dijo en sus mensajes cómo evitarlos, pero la humanidad hace oídos sordos.
En efecto, el 13 de julio de 1917, la Reina del Cielo así se manifestó, según dice Sor Lucía al describir la segunda parte del Secreto: “(…) Vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y la Comunión reparadora de los primeros sábados. Si atienden mis pedidos, Rusia se convertirá y tendrán paz. Si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas. Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará”.
El asunto de que trata la presente reflexión es de primordial importancia y de palpitante actualidad. En este mes de mayo, Mes de María, meditemos sobre ello, por ejemplo, ante el Santísimo Sacramento.
A seguir, se transcriben las explicaciones pormenorizadas que sobre el tema de la comunión reparadora hace Mons. Juan Scognamiglio Clá Dias en una de las reediciones de su obra sobre Fátima “Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará”, publicada en Madrid en 2017, páginas 83 a 85: “Lucía tuvo que hacer un largo y doloroso itinerario hasta convertirse en la Hermana María Lucía de Jesús y del Corazón Inmaculado, carmelita descalza en el Carmelo de Santa Teresa, en Coímbra. Una de las etapas de ese camino transcurrió en la Congregación de las Hermanas de Santa Dorotea, en Tuy, municipio de Pontevedra, en España. Allí recibió una de las revelaciones que completan el Mensaje transmitido por la Madre de Dios en la Cova de Iría: la gran promesa del Corazón de María.
En la tercera aparición
“Efectivamente, en la tercera aparición, el 13 de julio de 1917, Nuestra Señora prometió: «Vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los primeros sábados». Esa venida todavía no había ocurrido. “Sin embargo, el día 10 de diciembre de 1925, como relata Sor Lucía —hablando de sí misma en tercera persona—, «se le apareció la Santísima Virgen y, al lado, suspenso en una nube luminosa, un Niño. La Santísima Virgen, poniéndole una mano en el hombro, le mostró, al mismo tiempo, un Corazón que tenía en la otra mano, cercado de espinas. “Al mismo tiempo, dijo el Niño: Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre que está cubierto de espinas que los hombres ingratos continuamente le clavan, sin haber quien haga un acto de reparación para arrancárselas.
“En seguida dijo la Santísima Virgen: Mira, hija mía, mi Corazón, cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan continuamente con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que todos aquellos que, durante cinco meses, en el Primer Sábado se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan quince minutos de compañía, meditando en los quince misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, Yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas».
“El 15 de febrero del año siguiente, se le apareció otra vez el Niño Jesús y le preguntó si ya había difundido la devoción a su Santísima Madre. Sor Lucía, entonces, le expuso los contratiempos que había tenido, puesto que, al empezar a propagar esta devoción, se le cruzó un obstáculo en el camino: su superiora estaba dispuesta a ayudarla en la divulgación de la petición hecha por Nuestra Señora; pero el confesor le decía que la superiora no podría hacer mucho por ella. Cuando le expuso el problema al Niño Jesús, oyó de Él una afirmación tan grave como maravillosa: «Es verdad que tu Superiora sola nada puede; pero con mi gracia lo puede todo». Entonces, Sor Lucía «presentó a Jesús las dificultades que tenían algunas almas de confesarse en sábado y pidió que fuese válida la Confesión de ocho días. Jesús respondió: «Sí, puede ser de muchos días más todavía, con tal que, cuando me reciban, estén en gracia y tengan la intención de desagraviar al Inmaculado Corazón de María. Ella preguntó: Jesús mío, ¿y las que olviden tener esta intención? Jesús respondió: Pueden hacerla en otra Confesión siguiente, aprovechando la primera ocasión que tuvieran de confesarse».
“¡Nuestra Señora nos ofrece un don de valor incalculable! Y, a cambio, nos pide algo tan fácil de practicar: la Comunión reparadora de los primeros sábados de cinco meses seguidos. Es decir, al recibir la Sagrada Eucaristía, hay que ofrecerla en reparación de los pecados y ofensas cometidos contra Nuestro Señor Jesucristo y su Madre Santísima. A los que atiendan su petición, con las condiciones establecidas, les promete su ayuda en el momento de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación. ¡Es una promesa hecha por la propia Madre de Dios!
“Vale la pena recordar que la gracia de la perseverancia final es totalmente distinta y autónoma de las otras gracias recibidas a lo largo de la vida. Es la razón por la que suplicamos en el Avemaría: «Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte». Es decir, el hecho de que siempre hayamos sido fieles no nos garantiza la bienaventuranza al llegar el momento de exhalar el último suspiro, cuando se decidirá nuestro destino eterno. Por lo tanto, es un don preciosísimo que concede Nuestra Señora a quienes atienden lo que pide, haciendo la Comunión reparadora de los primeros sábados”.
Comunión reparadora, confesión y meditación del rosario fueron pedidos hace exactamente cien años, en 1925. Lector: no dejes de hacer esta práctica devocional… ¡ya desde el primer sábado posterior a la lectura de este artículo!
Por el P. Rafael Ibarguren, EP
(Publicado originalmente en www.opera-eucharistica.org)
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