Monseñor Marco Agostini, Maestro de Ceremonias Pontificio, reflexiona sobre uno de los momentos más delicados del cónclave y su significado espiritual.
La “sala de las lágrimas” durante el cónclave de 2013. Foto: Vatican News
Redacción (08/05/2025 09:00, Gaudium Press) En la pared del Juicio Final, en la Capilla Sixtina, a ambos lados del altar, hay dos pequeñas puertas cerradas. La de la izquierda conduce a la llamada “sala de las lágrimas o del llanto”. Inmediatamente después de la elección, para recogerse en oración unos minutos, el Papa recién elegido entra en esta sala y encuentra tres sotanas blancas, una pequeña, una mediana y una grande, preparadas de antemano para vestir al elegido como Sucesor de Pedro.
Monseñor Marco Agostini, Maestro de Ceremonias Pontificio, explica: allí el Papa toma conciencia de lo que se ha convertido, de lo que es a partir de ese momento.
En una de las paredes de la Sala de las Lágrimas o del Llanto, hay una lápida fechada el 31 de mayo de 2013 que dice:
“En esta sala, llamada ‘de las lágrimas’ desde que Gregorio XIV, el 5 de diciembre de 1590, recién elegido Papa, derramó lágrimas de emoción aquí, el nuevo Pontífice, tras aceptar la elección, viste el atuendo apropiado”.
La Sala de las Lágrimas es el lugar donde el Papa recién elegido se retira en oración y cambia sus vestimentas. ¿Cuáles son las características formales de esta pequeña habitación?
Es una sala muy pequeña, casi estrecha, que consta de dos escaleras, una para subir y otra para bajar, y una ventana. Se encuentra justo detrás de la gran obra de Miguel Ángel sobre el Juicio Final, en la pared donde también se pintó el fresco de Perugino sobre la Asunción, que ya no vemos, pero que podemos imaginar y que conocemos gracias a un dibujo. Portanto, es en este lugar donde el Papa cambia de ropa con una mirada sobrenatural.
Lo que sucede en este lugar es importante desde un punto de vista simbólico. En ese momento el Papa toma conciencia de lo que se ha convertido, de lo que es a partir de ese momento. Cambiar de ropa expresa un cambio profundo en tu existencia. En este lugar entiende que el trabajo es más grande que la persona. Quizás de ahí viene el nombre de “sala de las lágrimas”: porque en el momento en que el nuevo Pontífice se da cuenta de que la figura del Papa es mucho más grande que la persona que la encarna, comprende también que, en ese papel, tendrá que morir cada día, para que destaque no su persona, sino su oficio; para que el Vicario de Cristo, el sucesor de Pedro, pueda surgir hoy, después de más de doscientos Papas.
¿El Papa recién elegido está solo o alguien lo ayuda?
Generalmente le ayuda el maestro de ceremonias. No puedo decir nada más porque nunca estuve allí y no vi la escena directamente. Sabemos que el cardenal elegido es escoltado hasta esa puerta, bajo el Juicio Final, a la izquierda del altar, y desaparece con el maestro de ceremonias; y de allí sale con vestiduras pontificales.
Estamos viviendo el Año Jubilar, estamos cruzando la Puerta Santa. ¿Cruzar el umbral de la Sala de las Lágrimas también marca un cambio profundo?
Es un cambio muy profundo y se cruza un umbral muy particular, porque toca la intimidad de quien se convierte en Papa. Podríamos decir que esto toca el corazón del ministerio petrino: un hombre que se convierte en Papa, un cardenal que se convierte en Papa. Lo llamamos Papa, pero cuando utilizamos la terminología con la que históricamente se ha designado a los Pontífices, decimos Vicario de Cristo, Sucesor de Pedro y, como lo definió Santa Catalina de Siena, el “dulce Cristo en la tierra”. ¡Es espléndido! Pero, repito, para contemplar esta visión, es necesaria una mirada sobrenatural, es necesaria la mirada de la fe.
Con información de Vatican News.
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