El Papa León XIV aún no ha comenzado a tomar decisiones reales sobre su gobierno. Probablemente lo hará en septiembre, tras sopesar cuidadosamente todas las posibilidades.
Redacción (03/07/2025, Gaudium Press) Los primeros pasos de un pontificado son siempre un ejercicio de comunicación: el nuevo Papa —sea quien sea— realizará pequeños gestos que revelarán mucho sobre sus intenciones. Por eso, es importante observar de cerca los nuevos pontificados y analizarlos con atención. El pontificado de León XIV no es diferente en este aspecto, y por lo tanto es esencial examinar las señales sutiles pero inequívocas que él ha dado, o que los hechos concretos determinan o permiten que los observadores interpreten.
Del mismo modo, el Papa León XIV aún no ha comenzado a tomar verdaderas decisiones de gobierno. Probablemente solo lo hará en septiembre, tras sopesar cuidadosamente todas las posibilidades. Los nombramientos episcopales anunciados hasta ahora ya se habían decidido, en su mayoría, previamente, formando parte de un proceso más largo que León XIV aún no alteró. En la Curia, no se ha observado lo que suele denominarse el «sistema de expolio» (N. del T.: en referencia al sistema de distribución de cargos públicos a los miembros del partido ganador de las elecciones en Estados Unidos). Por ello, es importante que los observadores del nuevo pontificado eviten interpretaciones precipitadas.
¿Qué podemos entender, entonces, de estos primeros pasos del pontificado de León XIV? ¿Qué dirección pretende seguir el Papa?
Primer punto: León XIV dará peso e importancia a las Iglesias Orientales
Ya el 14 de mayo, poco después de su elección, al reunirse con peregrinos de las Iglesias Orientales con motivo del Jubileo, el Papa afirmó que “su testimonio es precioso”. El 26 de junio, al reunirse con miembros de la Reunión de las Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales, llegó incluso a apuntar para “los malentendidos de la propia comunidad católica”, siguiendo así los pasos de su predecesor, León XIII. Los historiadores recordarán a Benedicto XV, quien renovó la importancia de Oriente en la vida de la Iglesia universal, y observarán cómo Pío X afirmó, con contundencia, la necesidad de que Occidente comprendiera a Oriente. Sin embargo, fue León XIII quien, con su encíclica Orientalium dignitas de 1894, inició el proceso de sacar a las Iglesias orientales de la sombra a la que las habían relegado los prejuicios de la Iglesia latina.
Esta atención a las Iglesias orientales no es meramente formal. León XIV muestra aprecio por la diversidad y reconoce la labor realizada por estas Iglesias a nivel local. En muchos casos, las Iglesias católicas de rito bizantino fueron la tabla de salvación de las poblaciones cristianas perseguidas y atacadas más allá del Telón de Acero o en el Oriente Medio ensangrentado. Las Iglesias Orientales son la expresión de un pueblo, y León XIV lo sabe muy bien.
El segundo punto es diplomático.
Desde el principio, León XIV estableció como prioridad la diplomacia de la verdad. Ya en el primer Regina Coeli tras su elección, hizo un llamado a la paz en Ucrania con precisión tanto en la forma como en el contenido —y así se delinearon todos los demás llamamientos a la paz realizados en este primer mes y medio de su pontificado. Para León XIV, la diplomacia no es un ejercicio improvisado, ni un simple llamado a las partes para que cesen el fuego o se reúnan de buena voluntad. Es algo que debe buscado activamente, y el Papa lo hará junto con su cuerpo diplomático, a quien recordó, con un gesto altamente simbólico, que trabajan bajo el sello de Pedro. Esto es una señal de atención, pero también debe contextualizarse en la necesidad de traer armonía y una respuesta unívoca a las grandes crisis en curso.
El tercer punto es conceptual.
León XIV es preciso en su lenguaje y siempre hace referencia a la tradición de la Iglesia. Habló del matrimonio no como un ideal, sino como un don, neutralizando así todas las objeciones de que la vida cristiana es complicada y que, por tanto, hay que aceptar ciertas concesiones. La vida es compleja. La vida cristiana es una vocación a ser seguida, y el hecho de que sea difícil no significa que debamos perder de vista la vocación en la vida.
En seguida está la cuestión de la Doctrina Social. Quizás, tarde o temprano, llegue una encíclica sobre la paz —pedida, entre otras cosas, por las Iglesias orientales y, en particular, por la Iglesia greco-católica ucraniana— o incluso una encíclica aún más específica sobre la inteligencia artificial. Después de todo, León XIV enfatizó rápidamente que este es un tema central para él, destacando su conexión con los nuevos desafíos del mundo del trabajo, a la luz de la Rerum Novarum, la encíclica de León XIII que “bautizó” la Doctrina Social de la Iglesia. Quizás, entonces, pronto surja una Rerum Digitalium.
Sin embargo, el Papa ya presentó su definición de Doctrina Social el 17 de mayo, durante una reunión con miembros de la Centesimus Annus Pro Pontifice. “La Doctrina Social nos enseña a reconocer que, más importante que los problemas o las soluciones para ellos, es cómo los afrontamos —con criterios de evaluación, principios éticos y apertura a la gracia de Dios”, afirmó el Papa. Esta visión probablemente servirá de guía para todo su pontificado.
El cuarto punto se refiere a la sinodalidad.
También el 26 de junio, al reunirse con la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, León XIV afirmó que la sinodalidad es una actitud, un “estilo”. En su primer mensaje tras su elección, expresó su deseo de continuar el camino de la sinodalidad trazado por el Papa Francisco.
Sí, pero ¿qué sinodalidad?
La sinodalidad de León XIV parece más una práctica de escucha que una forma de gobierno. En su discurso ante el Consejo del Sínodo de los Obispos, se refirió a él como el “Sínodo de los Obispos”. Reafirmó su carácter institucional, enfatizando que la institución debe remontarse a sus orígenes, específicamente al Papa Pablo VI. La sinodalidad de León XIV probablemente será menos ideológica y, por lo tanto, habrá menos espacio para visiones «corporativas» de la gestión eclesial.
El quinto punto, finalmente, es cristológico.
Desde el comienzo de su pontificado, León XIV buscó volver a poner a Cristo en el centro. No a la Iglesia, ni a la oración, ni a la comunidad de fieles, sino a Cristo. León XIV ama celebrar la Misa; lo hace siempre que puede y siempre preside las celebraciones. Durante el Jubileo de la Santa Sede, encabezó la peregrinación jubilar hasta la Puerta Santa, cargando la Cruz. En la procesión del Corpus Christi, que regresó a las calles de Roma, fue el Papa quien portó el Santísimo Sacramento, como en los tiempos antiguos.
Estos cinco puntos preceden cualquier decisión de gobierno que tome el Papa. Veremos si su pontificado continúa desarrollando las directrices ya perceptibles en sus decisiones administrativas, sean cuales sean.
A nivel gubernamental, aún quedan muchos cambios. La Secretaría de Estado debería permanecer sin cambios en la cúpula, al menos por el momento. Pero se necesitará un nuevo prefecto para el Dicasterio de los Obispos. El Papa probablemente elegirá a un prefecto de la Casa Pontificia. Lo elegirá de entre el ambiente diplomático para mantener el vínculo entre la Secretaría de Estado y la Casa (y el nombre que circula es el del nuncio Rajic[1], inicialmente considerado como candidato para el puesto de sustituto de la Secretaría de Estado).
Varios jefes de dicasterio están a punto de jubilarse, entre ellos los cardenales Farrell, Semeraro, Czerny y Koch. Por ahora, el Papa ya ha nombrado al organizador de los viajes, los cuales probablemente serán más frecuentes y largos, quizás siempre con alguna referencia a la espiritualidad agustiniana a lo largo del año.
Por ahora, León XIV busca personas de su confianza en Latinoamérica. Pero esto no será así para siempre. León es, en definitiva, un Papa llamado a promover la armonía. Ya ha dado señales esenciales en este sentido. Quizás también se acerque al mundo tradicionalista. Después de todo, envió un mensaje de buenos deseos a la peregrinación tradicional París-Chartres.
No parece probable que el Papa cree nuevas estructuras. Renovará las existentes. Y eso, al final, ya será una pequeña revolución.
Por Andrea Gagliarducci
(Artículo publicado originalmente en Monday Vatican. / Traducción de Gaudium Press)
[1] Mons. Petar Antun Rajič, arcebispo canadense-croata e diplomatico de la Santa Sede. Actual Nuncio apostólico en Italia y San Marino.
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