¿Y si la necesidad de agradar fuera una trampa disfrazada de virtud? Esta carta de la hermana Clare te ayudará a reconocer esas voces que no vienen de Dios.
Foto: hermanaclare.com
Redacción (10/07/2025 11:17, Gaudium Press) Vivimos en un mundo donde agradar parece una necesidad vital. Desde muy jóvenes se aprende que ser aceptados es una especie de garantía para no sentirse solos, para ser ‘valorados’, para ‘no fallar’ en la mirada del otro. Pero esta necesidad, si no es guiada por la verdad y la libertad, se convierte en una verdadera trampa de lobos, cárcel invisible que se consume poco a poco nuestro interior.
La hermana Clare Crockett, religiosa fallecida en 2016 durante el terremoto en Ecuador, cada vez más conocida y apreciada, dejó un legado de autenticidad, entrega radical y amor a Dios. Su vida fue un llamado también a dejar atrás los miedos y las falsas seguridades. Y uno de esos miedos más sutiles pero destructivos, es el deseo de agradar a todos.
La joven que un día recibió una carta de la hermana Clare
Suzy Donovan, una joven de Jacksonville, Estados Unidos, recibió una carta de la hermana Clare en medio de una etapa de crecimiento interior. Lo que parecía un simple consejo espiritual se convirtió en una poderosa reflexión sobre la libertad interior y los peligros de vivir esclavizados por la opinión ajena.
“Para ser libre y poder seguir a Dios de verdad, uno tiene que cortar con todas sus ‘seguridades’”, le escribe la hermana. Esta frase se convierte en el punto de partida de una exhortación sincera a soltar lo que no necesitamos, la aprobación constante, la imagen externa, el miedo al juicio de los demás.
En el texto, la religiosa advierte que muchas de las cosas a las que nos aferramos para sentirnos seguros son, en realidad falsas seguridades. Nos escondemos detrás de la imagen, del aspecto físico, de una personalidad cuidadosamente moldeada para gustar, para no desentonar. Pero esa fachada no nos hace libres, nos encadena.
“La imagen puede ser (y muchas veces es) una falsa seguridad. Es algo detrás de lo que nos podemos ‘esconder’. Es algo de lo que dependemos demasiado: ‘¿Qué pensarán de mí si me ven así?’ ‘¿Parezco gorda?’ ‘¿Mi pelo está feo?’ ‘¿La gente todavía querrá estar conmigo si tengo un brote de acné?’…”
Esas preguntas, ¿vienen de Dios?
Frente a esta realidad, la hermana Clare no se queda en un análisis superficial. Llama a las cosas por su nombre. Esas preguntas que tanto nos atormentan no vienen de Dios. Ella las llama “los susurros del demonio”, y explica que son vanas, superficiales y tristes. Pero lo más grave es que nos distraen de lo esencial, de quién somos realmente, de lo que deseamos, de nuestra identidad como hijos de Dios. “Esas preguntas nos torturan. Son como un torbellino dentro de nosotras. Son los susurros del demonio que, con estas preguntas vanas, superficiales y tristes, nos distrae de dónde queremos ir de verdad, de quién queremos ser de verdad, de quién somos de verdad”.
La carta ofrece un camino concreto, dejar de intentar ‘quedar bien’. Romper con esa necesidad de aprobación que no nos deja ser. “Cuando alguien (cuando tú) intentas ‘quedar bien’, tus intenciones para hacerlo son incorrectas. Tus miedos constantes sobre qué va a pensar la gente de ti, te paralizan, te des cuenta tú o no te des cuenta”.
La solución que propone la hermana Clare no es sencilla, pero sí liberadora: DESDRAMATIZAR EL EXTERIOR. Empezar a mirar más hacia dentro. Soltar la vanidad que encadena y abrir el corazón a lo que realmente embellece, el amor, la entrega, la obediencia.“Una manera de romper con esa ‘falsa imagen’, con esa banal seguridad, es no darle tanta importancia a tu exterior. ¡Por eso te pido lo que te pido! ¿Qué más te da lo que la gente piensa de ti?”
Y culmina su carta con una frase que resume su enseñanza, una joya que merece ser repetida con el corazón abierto: “El amor (y permíteme añadir la entrega y la obediencia) es la belleza del alma”.
Gracias a la generosidad de Suzy, que decidió compartir esta carta, hoy este mensaje puede llegar a muchos. Porque todos, en algún momento, nos hemos sentido esclavos del ‘qué dirán’. Todos hemos sentido que no somos suficientes, que tenemos que agradar, que no podemos fallar o que debemos cambiar nuestra esencia para encajar en algún lugar. Y esa carga, lejos de acercarnos a Dios, nos aparta de su plan de amor.
La carta de la hermana Clare no es solo para Suzy. Es para ti, para mí, para todo el que ha sentido miedo de ser quien realmente es. Es una invitación a dejar de vivir por y para los demás y comenzar a vivir para Dios. A romper con los susurros del demonio y abrirnos a la voz serena del Espíritu Santo, que nos dice “No tengas miedo, yo estoy contigo”.
Con información de ChurchPop
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