viernes, 11 de julio de 2025
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El futbolista Mulryne, de los goles en los estadios ingleses al altar como sacerdote de Dios

Jugó en el equipo Manchester United; fue figura de la selección de Irlanda del Norte y tenía una vida de fama y lujos. Pero un día, Phil Mulryne decidió entregarlo todo a Dios.

mulryne priest

Foto: Misioneros Digitales Católicos

Redacción (11/07/2025 11:26, Gaudium Press) Phil Mulryne lo tenía todo,, según los criterios del mundo: talento, fama, contratos millonarios y una novia que aparecía en las portadas de las revistas. Compartía camerino con famosos como Beckham, lucía la camiseta del reputado Manchester United y brillaba en la liga inglesa. Pero detrás de esa imagen estereotípica de éxito, Dios tenía otro plan. Uno que parecía improbable, cambiaría radicalmente su vida y conmovería al mundo del deporte y de la fe.

Irlandés

Phil nació en Belfast, Irlanda del Norte, y desde muy joven mostró talento para el fútbol. A los 14 años jugaba para el equipo de su parroquia cuando fue descubierto por un cazatalentos del Manchester. El sueño al que muchos aspiraban, se estaba cumpliendo. Pasó a formar parte de los equipos juveniles del club más famoso de Inglaterra y, en 1997, debutó como profesional. Compartía vestuario con renombrados futbolistas. Sin embargo, esa ‘constelación de estrellas’ también dificultó su ascenso. Como mediocampista, competía por un puesto en un equipo plagado de figuras, y sus oportunidades eran escasas.

En 1999, fue transferido al Norwich City por medio millón de libras. Allí encontró mayor protagonismo, logró destacarse en la liga inglesa y fue convocado numerosas veces a la selección de su país. Su carrera parecía ir en ascenso. Firmaba contratos por cifras cercanas a las 600.000 libras anuales, y su novia era una vedette.

Pero Phil también tenía fama de ser un hombre de buen humor, amigable, aunque con una pizca de indisciplina. En 2005 fue sancionado por la federación de fútbol de su país por ausentarse de una concentración para irse a tomar unas cervezas. Un gesto aparentemente común en el mundo del deporte, pero que revelaba un cierto vacío, una búsqueda aún insatisfecha.

Su retiro marcó el inicio de un camino hacia Dios

Las lesiones comenzaron a afectar su rendimiento. A medida que el éxito deportivo empezaba a desvanecerse, algo más se iba gestando en su interior. Se retiró oficialmente del fútbol en 2009, a los 31 años, y fue entonces cuando comenzó a dedicarse a labores caritativas. Colaboraba con organizaciones de ayuda a personas sin hogar, visitaba enfermos, y su mirada sobre la vida empezó a cambiar.

Fue precisamente a través de estas obras de misericordia que el obispo de Down and Connor, Mons. Noel Treanor, notó en él una posible vocación y le sugirió considerar el sacerdocio. Phil, sorprendido, empezó a discernir. Ingresó en el seminario de San Malaquías, en Belfast, donde estudió filosofía. Posteriormente, viajó a Roma para continuar su formación en el Pontificio Colegio Irlandés, donde se dedicó por completo al estudio de la teología.

Su proceso vocacional no fue algo repentino ni superficial. Tal como lo relató su antiguo compañero del Norwich, Paul McVeigh: “Me mantenía en contacto con él y sabía que le había dado la vuelta a su vida, que hacía mucho trabajo caritativo y ayudaba a los sin techo cada semana. Aun así, me ha impactado que él sintiese esta llamada. Lo que está claro es que no es algo que se tome a la ligera, porque para ser ordenado sacerdote católico hay que estudiar dos años de filosofía y cuatro de teología”.

Del gol al altar

Tras su formación en Roma, ingresó al noviciado de los dominicos en Cork, Irlanda. En octubre de 2016, realizó sus votos solemnes como miembro de la Orden de Predicadores. Finalmente, en julio de 2017, fue ordenado sacerdote en una misa multitudinaria celebrada en Dublín. El acto fue presidido por el arzobispo Joseph Augustine Di Noia, secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y también dominico, quien, en su homilía, dirigió estas palabras al nuevo sacerdote: “Has conocido el significado de trabajar duro para lograr un objetivo, y ahora el objetivo es Cristo”. Una frase significativa, ya que en inglés “goal” significa tanto “gol” como “objetivo”.

El cambio en la vida de Phil fue total. De los contratos millonarios, pasó al voto de pobreza. De las multitudes en los estadios, al silencio contemplativo del convento. De los entrenamientos físicos, al estudio exigente de la fe. Su vida es un testimonio conmovedor de cómo la verdadera plenitud no siempre se encuentra donde todos miran.

Hoy guía alma y no balones, y su mayor triunfo es Cristo

Actualmente, además de sus labores pastorales como sacerdote, Phil sirve como capellán en el Newbridge College, un colegio cerca de Dublín.

Phil Mulryne nos recuerda que los sueños humanos, por más brillantes que parezcan, no se comparan con el sueño que Dios tiene para cada alma. Él cambió los aplausos del estadio por el eco sereno del altar, las entrevistas de la prensa por el silencio de la oración, y entendió que, como dijo Cristo, “el que pierde su vida por mí, la encontrará” (Mt 16,25).

Porque hay un momento en que la fama deja de llenar, el dinero deja de importar y las luces se apagan. Es entonces cuando el alma busca su verdadera meta. Y como bien dijo su arzobispo el día de su ordenación, “el objetivo ahora es Cristo”. No solo para él…

Con información de Infobae

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