jueves, 28 de noviembre de 2024
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Padres sinodales a los jóvenes: no desanimen

Ciudad del Vaticano (Martes, 30-10-2018, Gaudium Press) Al final de la Santa Misa del domingo 28 de octubre, en la Basílica de San Pedro que fue presidida por el Papa Francisco encerrando el Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, los Padres Sinodales dirigieron a los jóvenes un mensaje en el cual afirman que la Iglesia «no los abandona y está lista para acompañarlos en nuevos caminos, en las sendas más altas donde el viento del Espíritu sopla más fuerte, barriendo las neblinas de la indiferencia, la superficialidad, el desánimo».

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Confianza – la Iglesia es su Madre

Los Obispos piden a los jóvenes una confianza renovada en la Iglesia afirmando que «nuestras debilidades no los desanimen, que las fragilidades y pecados no sean un obstáculo para su confianza. La Iglesia es su madre».

Quien leyó la carta fue el Cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario General del Sínodo de los Obispos.

En la carta-manifiesto a los jóvenes, los Padres Sinodales aseguran conocer «sus búsquedas interiores, las alegrías y las esperanzas, los dolores y angustias que forman parte de su inquietud».

Y piden para ser oídos: «Ahora, queremos que ustedes escuchen una palabra nuestra: deseamos ser colaboradores de su alegría para que sus expectativas se transformen en ideales.

Tenemos certeza de que con su voluntad de vivir, ustedes están listos para empeñarse para que sus sueños tomen forma en su existencia y en la historia humana».

La Misión de los Jóvenes

La carta de los Obispos explica también, de manera concreta, la misión de los jóvenes en la Iglesia y la sociedad:

«Cuando el mundo, que Dios tanto amó al punto de donarle su Hijo Jesús, es subordinado a las cosas, al éxito inmediato y al placer, pisoteando a los más débiles, ayúdenlo a levantarse y a dirigir su mirada al amor, a la belleza, la verdad y la justicia».

La caminata no termina

Los Obispos afirman que el camino del sínodo no termina después de su cierre:
«Deseamos continuar el camino en todas las partes de la tierra donde el Señor Jesús nos envía como discípulos misioneros».

«La Iglesia y el mundo precisan urgentemente de su entusiasmo. Sean compañeros de estrada de los más débiles, los pobres, los heridos por la vida.
Ustedes son el presente, sean el futuro más luminoso». (JSG)

 

 

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