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Ciudad del Vaticano (Viernes, 27-03-2020, Gaudium Press) Hoy terminando la tarde, y con la atención del mundo entero en el acto que se realizaba, el Papa Francisco meditó sobre un pasaje del evangelio de San Marcos (4, 35-41), en el que el Señor es despertado por los apóstoles en medio de una tormenta que agitaba su barca, meditación que aplicó el Pontífice a la situación actual de pandemia.
Luego de la meditación fue Francisco hasta el atrio de la Basílica de San Pedro y tras adoración al Santísimo Sacramento en silencio, presidió la oración de letanías. Después, la entonación del Tantum Ergo y el incesamiento, y una breve oración, y luego el Cardenal Angelo Comastri, Arcipreste de San Pedro, recordó que la bendición Urbi et Orbi que se daría a continuación, a todos los que la estaban siguiendo por los diversos medios, concedería «la indulgencia plenaria en la forma establecida por la Iglesia».
Bendijo luego el Pontífice a Roma y al Mundo con el Santísimo Sacramento expuesto, al tiempo que sonaban las campanas y las sirenas de la policía. Después de la bendición vinieron las aclamaciones a Cristo, su Madre y San José, tras lo cual se procedió a la reserva del Santísimo Sacramento en la Basílica Vaticana. Fue una bendición extraordinaria, pues normalmente sólo se realiza el domingo de resurrección y el día de Navidad, 25 de diciembre.
El marco de toda la ceremonia, lluvioso y en penumbras, reflejaban el dolor y la preocupación por la actual crisis por la que pasa la humanidad. Sin embargo, el Santísimo Sacramento y las campanas, eran también símbolo de la esperanza en Dios que nunca debe desfallecer, y que termina alcanzando su gracia.
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