jueves, 28 de noviembre de 2024
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El verdadero cristiano no es cerrado al Espíritu Santo, dice el Papa

Ciudad del Vaticano (Miércoles, 25-04-2018, Gaudium Press) Este martes, el Papa Francisco encerró la homilía que pronunció en la Capilla de la Casa Santa Marta recordando que «cierre y apertura» son dos polos opuestos que describen cómo el hombre puede reaccionar delante del soplo del Espíritu Santo.

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Después de historiar que entre los discípulos, la resistencia inicial no es apenas humana, sino es también «una garantía de que no se dejan engañar por alguna cosa y después con la oración y el discernimiento encuentran el camino», Francisco afirmó:

«Siempre habrá resistencia al Espíritu Santo, siempre, siempre, hasta el fin del mundo».

Y, entonces hizo una oración:

«Que el Señor nos conceda la gracia para saber resistir a lo que debemos resistir, a lo que viene del maligno, a lo que nos saca la libertad y sepamos abrirnos a las novedades, pero solamente a aquellas que vienen de Dios, con el poder del Espíritu Santo y nos conceda la gracia de discernir las señales de los tiempos para tomar las decisiones que deberemos tomar en aquel momento».

El Papa llegó a este final después de reflexionar durante su Misa matutina sobre los textos litúrgicos de hoy cuando trató de las diferentes actitudes que el hombre adopta delante de las novedades del Señor, que, según él, «siempre viene a nuestro encuentro con algo nuevo» y «original».

Las ideas que fijan

En el Evangelio de Juan, el cierre de los doctores de la ley es bien focalizado, actitud que entonces se torna «rigidez».

Son presentados hombres que se concentran apenas en sí mismos, que no se mueve delante de la obra del Espíritu Santo.

Por eso mismo, enfatiza Francisco, tienen una completa incapacidad de «discernir las señales de los tiempos»:

«Ellos vuelven a la misma cuestión, ellos son incapaces de salir de aquel mundo cerrado, ellos son prisioneros de las ideas. Ellos recibieron la ley que era vida, pero ellos la ‘destilaron’, ellos la transformaron en ideología y así giran, giran y son incapaces de salir y cualquier novedad para ellos es una amenaza».

Seguir al Espíritu Santo

Eso es muy diferente de la actitud que deberían tener los hijos de Dios que, a pesar de tener tal vez una reticencia inicial, son libres y capaces de colocar en el centro al Espíritu Santo.

El ejemplo de los primeros discípulos, contado en la Primera lectura, destaca su docilidad a lo nuevo y la capacidad de sembrar la Palabra de Dios, incluso fuera del padrón usual de «siempre se hizo así».

Ellos «se mantuvieron dóciles al Espíritu Santo para hacer algo que fuese más que una revolución», «un cambio fuerte», y en el centro «estaba el Espíritu Santo: no la ley, el Espíritu Santo»:

«Y la Iglesia era una Iglesia en movimiento, una Iglesia que iba más allá de sí misma. No era un grupo cerrado de electos, una Iglesia misionera: en verdad, el equilibrio de la Iglesia, por así decir, está precisamente en la movilidad, en la fidelidad al Espíritu Santo». (JSG)

(De la Redacción de Gaudium Press, con informaciones de Vatican News)

 

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