Ciudad del Vaticano (Domingo, 22-10-2017, Gaudium Press) En la meditación previa al Ángelus dominical, el Papa Francisco comentó la lectura evangélica del día, que relata la trampa que los fariseos pusieron a Nuestro Señor, cuando le preguntaron si era lícito pagar el impuesto al César. En la época, el Roma dominaba Palestina, y esta dominación era considerada por muchos como grave injusticia. La pregunta era una trampa, pues cualquiera fuese la respuesta de Cristo, los fariseos encontrarían motivo allí para acusarlo, sea de desobediencia al César, o de aceptación del sojuzgamiento romano.
«Pero Jesús, también en este caso, responde con calma y aprovecha la pregunta maliciosa para dar una enseñanza importante, elevándose por encima de la polémica y de los bandos opuestos. Les dice a los fariseos: «Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto». Ellos le presentan un denario y Jesús, observando la moneda, pregunta: «¿De quién es esta figura y esta inscripción?». Le respondieron: «Del César». Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios». (cfr 19-21)», recordó el Pontífice.
La respuesta del Señor es sublime: «Por una parte, instando a restituir al emperador lo que le pertenece, Jesús declara que pagar el impuesto no es un acto de idolatría, sino un acto debido a la autoridad terrena; por otra – y aquí Jesús da un ‘golpe de ala’ – recordando la primacía de Dios, pide darle lo que le corresponde en cuanto Señor de la vida del hombre y de la historia».
Y también las palabras de Jesucristo tienen un sentido misterioso, no tan fácil de alcanzar, pero muy profundo, que el Papa ofrece a sus escuchas: «La referencia a la imagen de César, grabada en la moneda dice que es justo sentirse ciudadanos de pleno derecho del Estado; pero simbólicamente hace pensar en la otra imagen que está grabada en cada hombre: la imagen de Dios. Él es el Señor de todo y nosotros, que hemos sido creados ‘a su imagen’ le pertenecemos ante todo a Él. Jesús extrae, de la pregunta planteada por los fariseos, un interrogativo más radical y vital para cada uno de nosotros, un interrogativo que podemos plantearnos: ¿a quién pertenezco? ¿A la familia, a la ciudad, a los amigos, a la escuela, al trabajo, a la política, al Estado? Sí, es cierto. Pero ante todo – nos recuerda Jesús – tú perteneces a Dios. Ésta es la pertenencia fundamental. Es Él el que te ha dado todo lo que eres y tienes. Y por lo tanto, nuestra vida, día tras día, podemos y debemos vivirla en el re-conocimiento de esta nuestra pertenencia fundamental y en el re-conocimiento del corazón hacia nuestro Padre, que crea a cada uno de nosotros singularmente, irrepetible, pero siempre según la imagen de su Hijo amado, Jesús. Es un misterio estupendo».
El Papa concluyó su meditación pidiendo a la Virgen que nos ayude a vivir en respeto de la imagen de Dios que hay en cada hombre.
Con información de Radio Vaticano
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