Ciudad del Vaticano (Lunes, 09-12-2019, Gaudium Press) Ayer, en la oración previa al Angelus dominical, el Papa Francisco relacionó Adviento con la fiesta de María Inmaculada.
El adviento nos recuerda la espera de la llegada del Mesías, el cumplimiento de las promesas mesiánicas. Pero la fiesta de la Inmaculada nos dice que algo «ya se ha cumplido».
«De este cumplimiento nosotros hoy consideramos el comienzo, que es incluso antes del nacimiento de la Madre del Señor. De hecho, su inmaculada concepción nos lleva a ese preciso momento en el que la vida de María comenzó a palpitar en el seno de su madre: ya ahí estaba presente el amor santificante de Dios, preservándolo del contagio del mal que es la herencia común de la familia humana», dijo el Papa.
Es una Inmaculada, que vive entera para Dios, que se entrega totalmente a Él:
«Pone inmediatamente a disposición de Dios todo su ser y su historia personal, para que sea la Palabra y la voluntad de Dios a plasmarlos y llevar a cumplimiento. Así, en perfecta sintonía con el designio de Dios sobre ella, María se convierte en la ‘toda bella’, en la ‘toda santa’, pero sin la más mínima sombra de complacencia».
La Virgen se definió a sí misma como la esclava del Señor, lo que revela su actitud profunda de servicio, que se revela en su visita a Santa Isabel, «en la voluntad de asumir las necesidades del prójimo».
Con información de Vatican News
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