lunes, 25 de noviembre de 2024
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En materia de conocimiento, ¿es superior la vía de la belleza a la vía racional?

Redacción (Lunes, 18-12-2017, Gaudium Press) El tema es de suma importancia, aunque puede que en un primer lance no lo parezca. Adentrémonos pues rápido en el asunto: ¿puede el «conocimiento estético» ser una vía más directa a Dios que el conocimiento racional?

En estos campos es mejor primero definir conceptos, en beneficio de la claridad.

Digamos pues que entendemos aquí como «conocimiento estético» la interiorización de la belleza de un ser, o del Ser en general, lo que termina siendo un conocimiento del Ser Divino.

En ese sentido, afirmaba Plinio Corrêa de Oliveira que siendo el conocimiento racional algo muy noble, entretanto la vía de la contemplación estética nos da un conocimiento directo de Dios por encima del conocimiento racional, pues es intuitivo, y en ese sentido se asemeja al conocimiento de los ángeles que es un conocimiento intuitivo de la verdad, y al conocimiento que la visión beatífica da a los bienaventurados.

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Interior de la Basílica de Nuestra Señora de Fátima en la Granja Viana, Brasil

Es claro. En presencia de algo verdaderamente bello, de un bello atardecer por ejemplo, el alma humana percibe enseguida ese reflejo de Dios que allí existe, es algo que no requiere ningún proceso, simplemente se da. Lo anterior no riñe con el proceso racional-conceptual, pues después de ver el atardecer, no sólo se puede decir que es bello, sino también que es plácido, o que es de fuego, o que es bondadoso, etc.

Lo anterior es de suma importancia para estos tiempos en que se apaga la luz de la razón, y también en que lo horrendo quiere ganar un espacio al que no tiene ningún derecho: propagar la verdadera belleza es algo muy eficaz hoy en día.

También esta vía del pulchrum es muy útil porque es universal, es decir, todo hombre puede acceder fácilmente a ella sin la necesidad de ciertas premisas de educación o de datos de fe (no es que despreciemos la fe, en absoluto; ya Jesús dijo: «Id y enseñad a todas las naciones»).

Leíamos en estos días en ‘La Historia de los Árabes’ de Albert Hourani que Ibn Arabi (1165-1240) (1), uno de los grandes ‘filósofos’ del mundo árabe, dijo, palabras más palabras menos, que en la creación el Ser Divino se quiso manifestar. Hablaba Ibn Arabi que habían arquetipos eternos o formas, y que Dios se manifestaba también «en seres existentes específicos y limitados». Los arquetipos serían algo como imágenes producidas por la imaginación creadora de Dios, y los seres concretos eran una materialización de tales imágenes. «El flujo que emana de Dios puede ser visto también, en otro de sus aspectos, como un influjo; las criaturas son espejos que reflejan el conocimiento de Dios revertido sobre Él, el descenso de las criaturas a partir del Ser necesario es también un ascenso hacia Él».

Es lo anterior, en versión árabe, una expresión de la vía del pulchrum que ciertamente mucho influyó en el posterior bello arte de esos pueblos.

La vía del pulchrum es en nuestros días maravillosamente completada por Plinio Corrêa de Oliveira con la teoría de la imaginación de los posibles de Dios. Pero eso será tema de líneas futuras, que ya lo ha sido de líneas pasadas.

Por Saúl Castiblanco

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1 Cfr. La Historia de los Árabes por Albert Hourani. Ediciones B. Barcelona. 2009. págs. 226-227

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