martes, 26 de noviembre de 2024
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Segovia… Un reflejo de la eternidad

Redacción (Martes, 31-05-2016, Gaudium Press) En la confluencia de los ríos Eresma y Clamores, a poca distancia de la Sierra de Guadarrama y en el mismísimo corazón de la peninsula ibérica, se alza con regio esplendor el multisecular Alcázar de Segovia.

Enclavada en la roca, y desafiando los vientos y los siglos, la fortaleza domina el horizonte con su presencia soberana. Y soberana y regia es, con toda propiedad, pues Alcazar, vocablo de origen árabe ‘al qasr’, significa según algunos ‘fortaleza’, y según otros, ‘residencia real’.

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Foto: Gustavo Kralj

Lo cierto es que, durante la mayor parte de la Edad media, el solar fue la residencia favorita de los reyes de Castilla, y entre ellos, de notorios y poderosos monarcas como Alfonso VIII y su esposa Leonor de Leicester, Alfonso X y Juan II, este último responsable por la construcción de la imponente «torre nueva» que domina el edificio y que lleva su nombre hasta nuestros días. Ya en el siglo XV, el Alcázar tuvo un papel preponderante en el ascenso al trono de Isabel la Católica siendo, casi un siglo más tarde, escenario de las reales bodas de Felipe II y Ana de Austria.

Durante su larga e interesante existencia, ha sido prisión, fortaleza y sede de la Academia de oficiales de Artillería, por real decreto de Carlos III de Borbón, en 1762.

Dicen muchos poetas que los castillos son un reflejo de la eternidad. Así, con su típica silueta de navío que parece desafiar con su altiva proa los vientos y las tempestades, el Alcazar de Segovia exalta, con brío desafiante, los magníficos predicados de las almas verdaderamente virtuosas: estables, bellas, sólidas, intrépidas, eternas…

Estos eran los pensamientos que poblaban la mente del autor mientras ascendía hasta el Mirador de los Dos Valles, en una soleada tarde de Abril. Después de varios días de tormentas, y tiempo inestable, el cielo segoviano se mostraba dominado por extensos cortejos de nubes que desfilaban en las inmensidades celestes con un paso majestuoso de etérea grandeza. El resultado de la visita, es la imagen que ilustra el presente articulo y que tenemos la alegría de compartir con los lectores.

Por Gustavo Kralj

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