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Las vírgenes ‘incendiarias’ de Colombia

Redacción (Martes, 15-03-2016, Gaudium Press) Son vírgenes que un tanto atrevidamente hemos calificado de ‘incendiarias’, porque en sus manifestaciones milagrosas han emitido resplandores, fuertes destellos de luz. Tal vez las deberíamos haber llamado refulgentes, o resplandecientes, pero ‘incendiario’ es un calificativo que hace ‘pendant’ con el temperamento vivaz y fogoso, característico del pueblo colombiano. Y además ellas son tan significativas que pueden incendiar un corazón de hielo. Pero vayamos a lo esencial, las vírgenes.

Virgen de Chiquinquirá

La primera de nuestras vírgenes es la Patrona del país, Nuestra Señora de Chiquinquirá. El encomendero de los pueblos de Chiquinquirá y Suta, el español Antonio de Santana, había mandado pintar una imagen de la Virgen del Rosario para colocar en el altar de la capilla que había erigido en Suta. Entretanto, el paso de los años fue haciendo mella en el lienzo, que había sido imperfectamente reparado por una mujer cuñada de Santana, María Ramos. Hasta que el viernes 26 de diciembre de 1586, la propia María pudo contemplar los destellos que emitía el lienzo, que ahora poseía colores vivos y claros. La imagen se venera en el Santuario a la Virgen en Chiquinquirá, custodiado por los frailes dominicos.

Nuestra Señora del Milagro de Tunja

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La historia de la Virgen del Milagro nos lleva hasta el año de 1628, cuando dos monjas del monasterio de la Concepción de Tunja, vieron una cortina de una habitación de la que salían fuertes resplandores. Tras detener mejor su mirada, percibieron grabada la imagen de Nuestra Señora, que fue conocida después como la Virgen del Milagro. Llamado el Arzobispo de la época, quien pudo constatar la aparición milagrosa, llegó incluso a recoger el bálsamo que expedía la imagen, inició el proceso canónico y favoreció su culto público. Hasta hoy la imagen puede ser venerada en la Iglesia del Monasterio de la Concepción en Tunja, templo que antes era más conocido como del Topo, siendo esta imagen diferente de la que hablaremos a continuación.

Nuestra Señora del Topo, que se venera en la catedral primada de Colombia

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En la vereda del Topo, de la población de Pauna que es cercana a Chiquinquirá, había una ermita con una imagen bizantina que representaba el descendimiento del Señor de su cruz, recibido por manos de María Santísima. Entretanto, «un día domingo, en el año 1610, los habitantes del lugar vieron que la capilla parecía que estaba ardiendo. Al llegar al lugar, con asombro constataron que no era un incendio sino que unos ‘extraordinarios’ resplandores de refulgentísima luz que, como rayos de sol, brotaban del fondo de la imagen de Nuestra Señora», según narra la cofradía de la Virgen del Topo. De este extraordinario acontecimiento fue testigo el conquistador García Varela, quien narró lo sucedido en la capital Santa Fe. La devoción a esa Virgen fue aumentando, hasta que se ordenó su traslado a una capilla de la Catedral de la capital colombiana, donde es hoy patrona del capítulo primado.

También la tradición registra la renovación de la Virgen del Amparo o Virgen de la Guadua, que era un lienzo que se encontraba en mal estado entre tubos de este tipo de árbol en el convento de los franciscanos de Tunja, y que fue llevado a Chinavita, al sur del departamento de Boyacá. La intención de su poseedor era mandarlo restaurar, pero la restauración se operó milagrosamente.

También se renovó milagrosamente -y resplandecientemente- la imagen de la Virgen del Rosario, que se encuentra en la iglesia de los carmelitas en Villa de Leyva, hecho que ocurrió en 1836. Esta imagen sale hasta hoy en procesión por las empedradas calles de esa linda ciudad colonial, también boyacense. Y cuantas otras ‘vírgenes incendiarias’ de las que no conocemos su historia. ¡Sólo en Boyacá hay más de 50 manifestaciones milagrosas de Jesús o la Virgen que han surtido procesos canónicos!

Ciertamente habrá un significado, un mensaje del cielo, en esas múltiples renovaciones milagrosas ocurridas a las varias imágenes de la Virgen. Es posible que ellas recuerden al hombre de hoy que por más que se haya transitado por vías tortuosas, siempre será posible un volver a nacer para la piedad y la vida de la gracia, renovarse luminosamente, cuando dirigimos nuestros ojos a aquella que todo lo consiguió de Dios, incluso la venida al mundo del Redentor.

Por Saúl Castiblanco

 

 

 

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