Los 40 Mártires del Brasil

Redacción (Miércoles, 10-07-2013, Gaudium Press) El fervor misionero de un jesuita ilustre, Inácio de Azevedo, está en el inicio de esta epopeya magnífica de 40 mártires, todos misioneros y, en su mayoría, de edades entre los 18 y los 30 años.

Inácio de Azevedo era natural de Porto, donde nació en 1526, de familia importante e influyente. A los 22 años, entró para la Compañía de Jesús, a la orden de los jesuitas, que había sido fundada hacía apenas ocho años. Fue él el primer rector del Colegio de Santo Antão en Lisboa, fue provincial de Portugal y fue el primer rector del Colegio de San Pablo, en Braga, fundado por Fray Bartolomeu de los Mártires. Se destacaba por la penitencia, oración y obras de misericordia. ¡Pero su gran pasión eran las misiones!

Su carácter emprendedor, activo y enérgico llevó a San Francisco de Borja, Superior General de toda la Orden, a nombrarlo Visitador de las Misiones del Brasil. Llegó a Bahía, el 24 de agosto de 1566, juntamente con otros jesuitas. Ejerció el mandato de dos años, con gran dinamismo y oportunas medidas de gobierno. Regresó a Portugal, el 24 de agosto de 1568, canalizando todo su empeño en conseguir refuerzos misioneros para el Brasil, tanto de Portugal como de España.

Reunió una expedición de 73 jóvenes religiosos que, antes de zarpar en los tres navíos de la flota del Gobernador de Brasil, hicieron una preparación cultural y espiritual de varios meses, en la Quinta de Val de Rosal, en la Charneca de Caparica. Allí, hicieron todos los Ejercicios Espirituales y recibieron lecciones de geografía, de catequesis y de pedagogía misionera adaptada al trabajo evangelizador en el Brasil.

El navío en que viajaban llevaba 32 portugueses y ocho españoles, siendo dos sacerdotes, un diácono, 23 jóvenes estudiantes y 14 hermanos. En las Canarias, fue atacado por protestantes calvinistas, que gritaron contra los jesuitas: «Mata, mata, porque van a sembrar doctrinas falsas en Brasil».

Inácio fue al encuentro de ellos, con la imagen de Nuestra Señora en las manos, diciendo en alta voz: «Todos sean testigos como muero por la Fe católica y por la Santa Iglesia Romana». Ya herido mortalmente, todavía decía a los compañeros: «No lloréis, hijos. No llegaremos al Brasil, pero fundaremos, hoy, un colegio en el cielo». Era el día 15 de julio de 1570.

Humanamente hablando, fue una catástrofe para la evangelización de Brasil. Pero sabemos que, a los ojos de Dios, los mártires son los mejores evangelizadores, en el decir de Tertuliano: «Sangre de mártires es semilla de cristianos».

Fueron beatificados el 11 de mayo de 1854, por el Papa Pío IX. Se trató, en verdad, del reconocimiento y aprobación de un culto que ya existía anteriormente. Su fiesta litúrgica fue fijada el día 17 de julio.

Novena a los 40 Mártires del Brasil

Oh, Gloriosos Mártires que, abrasados de amor de las almas, dejasteis la familia y la patria y os entregasteis al Señor, para trabajar en las tierras lejanas de Brasil: atraed muchos jóvenes a la vida misionera, con vuestra intercesión y ejemplo, que se entreguen generosamente al servicio de los hermanos y los conduzcan a las alegrías eternas.

Vosotros, a quien el Señor tanto amó, que, todavía antes de llegar a vuestras misiones, os premió las virtudes y el celo con la palma del martirio, alcanzadnos las gracias que os pedimos, si fueren para la mayor gloria de Dios y para bien de nuestras almas. Amén.

(Hacer el pedido)

Rezar por las intenciones del Santo Padre:

Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.

– ¡Rogad por nosotros, Beato Inácio de Azevedo y Compañeros Mártires!

– Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

Oremos:

Todopoderoso y eterno Dios, que, en el Beato Inácio y sus compañeros, permitís que veneremos en una solo solemnidad las palmas de 40 mártires, concedednos propicio que podamos imitar la invencible constancia en la fe de esta falange de mártires, cuya gloria en el cielo jubilosos contemplamos.

Por Cristo Nuestro Señor. Así sea. (JSG)