jueves, 28 de noviembre de 2024
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El remedio para vivir un poco más…

Redacción (Miércoles, 01-08-2012, Gaudium Press) Comidas y bebidas ‘light’, otras ‘diets’, gimnasios y ‘coopers’, remedios y vitaminas, antioxidantes… Delante de todas estas cuidadosas diligencias, muchos se preguntan cómo hacer para encontrar una manera de robustecer la salud, vivir algún tiempo más, o por lo menos con mayor ‘calidad de vida’. Hay hasta algunas personas que, no sin algún mérito, llegan a abandonar vicios que por mucho tiempo estaban enraizados, al percibir que el tiempo vital disminuía a cada instante…

Ciertamente hay problemas, los cuales pueden de alguna forma acortar la vida, y en vista de eso la ciencia viene desarrollando innúmeros métodos a fin de que eso no suceda.

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«Cómo es bueno para los hermanos vivir juntos bien unidos»(Sl 133 (132), 1)

Según una pesquisa de la Universidad Brigham Young, en Provo, Utah, publicada en la revista científica PLoS Medicine, una débil interacción social reduce 50% la tasa de sobrevivencia. Resultado: el equivalente a fumar 15 cigarrillos por día. Vivir aislado es todavía dos veces más perjudicial que ser obeso, alcohólico o no hacer ejercicio.

Esa noticia nos hace recordar «cómo es bueno para los hermanos vivir juntos bien unidos»(Sl 133 (132), 1). Pues así como el hombre tiene necesidad de alimentarse, de cuidar de la propia salud cuando se encuentra en estado de enfermedad, así es necesario que los hombres estén conviviendo entre sí. ¿Qué es vivir sino estar juntos, mirarse, y quererse bien?

Mons. João S. Clá Dias, fundador de los Heraldos del Evangelio, en una de sus conferencias sobre el instinto de sociabilidad, decía que Dios hizo al hombre sin innúmeras cualidades que fueron dadas a animales, como por ejemplo, la fuerza de un león, la agilidad del tigre, el vuelo de una águila. ¿Y por qué Dios no las dio al hombre? Porque el hombre sería autosuficiente y no necesitaría entrar en contacto con los otros.

Por tanto, agrada a Dios que los hombres estén en convivencia, conociéndose, necesitando tantas veces uno del otro, y buscando encontrar en él los demás aspectos del Creador, pues en su infinita Sabiduría, Dios no hizo un ser igual al otro, y por esta razón, debemos encontrar en cada uno el reflejo de Él.

Esto hace del hombre un ser alegre, pues al vivir dignamente en sociedad está cumpliendo con la voluntad de Dios, y es para esta finalidad que fue llamado. Cumpliendo con esos designios de la Providencia el hombre se va preparando para la más agradable y excelente convivencia, que los Bienaventurados tendrán en el cielo, donde cada uno pasará la eternidad entera deleitándose con las maravillas de la creación y los diversos aspectos que Dios puso en cada uno de los hombres.

Ahí se encuentra la verdadera dulzura de vivir, y el lado por donde las personas puedan gozar de las alegrías del Cielo, ya aquí en la tierra, pues entran en contacto unos con otros en la misma intención de conocer, amar y servir a Dios. Sin este objetivo, la vida no se fundamenta en verdadera alegría, sino en aislamiento y frustración, donde se pierde la voluntad y la alegría de vivir.

Por Lucas Alves Gramiscelli

 

 

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