martes, 26 de noviembre de 2024
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Nadie renuncia a ser Dios

Redacción (Viernes, 07-07-2017, Gaudium Press) Nadie renuncia a ser Dios, lo que en definitiva equivale a que solo hay dos grandes grupos de seres humanos.

Efectivamente «la sed de infinito arde en llamas dentro de nosotros» (1), nuestra alma no descansa con lo limitado, con lo meramente humano, después de conseguir lo tan anhelado, eso ya no nos satisface, y queremos más, y luego otra cosa, y luego más…

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Adán y Eva son expulsados del paraíso, Basílica de San Juan de Letrán, Roma

Lo sabía y lo sabe la serpiente, y por eso le promete a Eva el infinito, la deidad (‘Sereis como Dios…’); la pobre Eva cayó en la trampa, y el hombre quiso ser como Dios sin ayuda de Dios. Tras el castigo de los primeros padres de la raza humana, los hombres volvieron a decaer y vino el diluvio; pero tampoco se escarmentó y los hombres construyen una torre que quería llegar hasta el cielo, ser más alta que Dios, y luego vino como castigo la confusión de las lenguas, pero tampoco con ello se aprendió.

Tal vez nos burlemos de esos emperadores romanos o regentes paganos que se hacían adorar como dioses. Pero el hombre moderno no está lejos de ello: «Se ha perdido el sentido del ridículo con relación al autoelogio. ¿Dónde encontrar a alguien que sólo hable de sí mismo raramente? La egolatría ha alcanzado extremos inimaginables: la repetición del ‘yo… yo… yo…’ es el centro de todas las conversaciones y preocupaciones. Asistimos de manos atadas al funeral de todo y cualquier idealismo, de los valores más altos. Es por esta razón que la misma frustración que se generalizó con ocasión del diluvio, o después de la decepción causada por la malograda Torre de Babel, recorre la humanidad de este tercer milenio, llevándonos a pronosticar que, por ejemplo, la depresión nerviosa se convertirá en la enfermedad más común en breve. Constará en los anales dela Historia que todos los males de nuestra actual existencia se deben al hecho de que los hombres no quisieron doblar las rodillas ante Dios, porque desearon ardientemente ocupar su trono», expresa con maestría Mons. João Clá.

Doblar las rodillas delante de Dios. Y ¡oh paradoja!, cuando esto se hace ahí sí la persona se convierte en ‘dios’.

Cuando el Verbo se hizo carne fue para que la carne se hiciera divinidad en Él:

Antes del bautismo, el niño tiene al pecado y las tinieblas como su herencia, «la maldición de Dios lo acompaña». Son las nefastas consecuencias del pecado de Adán. Pero «al serle administrado el Sacramento, la gracia lo inunda por entero, las virtudes y los dones se instalan en su alma, y él, que hasta entonces era una mera criatura, se convierte en hijo de Dios, en tabernáculo vivo de la Santísima Trinidad, en heredero del Cielo. En una palabra, la criatura es divinizada». (2)

Un alma es gracia se hace semejante a Dios «tal como es en sí mismo». No había bien mayor que la criatura pudiese recibir. Con todas las virtudes sobrenaturales y dones del Espíritu Santo en el alma, además de la propia habitación Trinitaria, el hombre tiene ‘poderes’ que ningún Tiberio o Antíoco Epífanes jamás soñaría. Pero son dones que se adquieren y sobre todo se mantienen con la humildad, con la oración, pidiendo a Dios.

La persona es ‘dios’ si se mantiene en la sumisión a Dios.

Entretanto, hay muchos que prefieren seguir su orgullo, y con ello pierden los dones sobrenaturales, y comienzan la carrera loca detrás de los falsos absolutos, llámese el mismo orgullo que lo alejó de Dios o los placeres meramente sensibles.

Al final, solo hay dos tipos de hombres: «Renunciar a ser ‘dios’, nadie lo hace. Unos son del partido de Cristo y aman, en la humildad de su contingencia, esa divinización. Otros la ambicionan por sus propias fuerzas y la quieren obtener, en su orgullosa pretensión, juzgándose seres en evolución rumbo a transformarse en necesarios y absolutos», (3) como ocurrió con el demonio. O se es seguidor de Cristo, o seguidor del demonio. Ya lo dijo Cristo, «El que no está conmigo está contra Mí».

Por Saúl Castiblanco

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(1) Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP. Lo inédito sobre los Evangelios – Comentarios a los Evangelios dominicales Ciclo B – Domingos de Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascual – Tomo III. Librería Editrice Vaticana – Heraldos del Evangelio. Lima. 2014. p. 111

(2) Ibídem, p.113.

(2) Ibídem, p.116.

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