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"El ser humano no es solo materia"

Redacción (Viernes, 16-01-2015, Gaudium Press) En una sociedad basada en el consumo, que pone la ciencia encima de las personas, buscar sus raíces antropológicas y humanistas es la mejor forma de prepararse para el futuro.

Sigue a continuación la entrevista que amablemente concedió Mons. Ángel Galindo García, Rector Magnífico de la Pontificia Universidad de Comillas.

¿Qué busca la Universidad de Salamanca dar a los alumnos del siglo XXI?

1.jpgEn primer lugar, que sean ellos mismos. Es decir, que no tengan una conciencia lavada por la sociedad de consumo y de poder que anula la mente de los ciudadanos. Por tanto, la universidad espera y pretende de los alumnos que sean inteligentes por sí mismos, que aprendan del profesorado a valerse profesionalmente por sí mismos.

Claro está que el «valerse por sí mismos» no significa actuar de modo individualista, sino como hombres y seres sociales. O sea, en comunidad y colaboración con los demás. En resumen, esperamos de los alumnos que sean buenos profesionales y no se dejen llevar mentalmente por la televisión o por la sociedad de consumo.

¿Cómo compatibilizar más de siete siglos de tradición con el mundo globalizado de hoy?
Con las raíces antropológicas y humanistas que la universidad recibió en el principio. Es la mejor manera de que el mundo de hoy tenga futuro. Sin el humanismo -el cristiano o el filosófico- la sociedad de mañana no tiene sentido. Una sociedad basada en el consumo, que pone la ciencia encima de las personas, no tendrá futuro si no cambia y busca raíces como las que esta universidad pontificia tiene hace ocho siglos.

Nuestro aporte, después de ocho siglos de existencia, es el humanismo, porque colocamos en el centro de la ciencia y la vida al ser humano.

¿Por qué su tesis de doctorado en Teología fue sobre San Alfonso de Ligorio?

Primero escogí el tema de la opción fundamental, radical. De cómo la persona puede hacer una opción a partir de ciertos fundamentos -en este caso, la búsqueda de la felicidad- y responder con las virtudes teologales a las propuestas por ella hechas en su vida. Añadí a San Alfonso María de Ligorio porque en la hora de redactar la tesis me puse en manos de un gran profesor -aunque haya tenido algunos desaciertos en el final de su vida-, Bernhard Häring, que era redentorista. Me sugirió él hacer la tesis de la opción fundamental a partir del mundo de los místicos, a partir del mundo de los Santos y del pensamiento de los Santos.

Y como yo estudiaba en el ‘Alfonsianum’ y tenía acceso al material de investigación, escogí a San Alfonso.

Usted tiende siempre a unir lo intelectual con lo pastoral…

Dos cosas me ayudaron a hacer esa unión de lo intelectual con lo pastoral. Soy sacerdote. Estudié en el seminario para ser sacerdote y estar junto a las personas en las parroquias. Durante más de seis años, ejercí mi ministerio como párroco, además de otros encargos en la diócesis. Cuando, por obediencia al Obispo, me dispuse a hacer la tesis doctoral, vi que una ciencia teológica solo es auténtica si tiene una conexión directa con la pastoral. No quiero decir con eso que el intelectual teólogo deba ocuparse de la pastoral, pero sí que, dedicándose a la teología, no pierda de vista la pastoral.

Se ha mencionado a la Universidad de Salamanca como alma mater de las universidades hispanoamericanas. ¿Podría decirnos algo sobre esa influencia?

Sí, fue alma mater, ya que precisamente en el encuentro de culturas del siglo XVI, en la Península Ibérica, fueron los grandes estudiosos salamanticenses que asesoraron a los reyes para la evangelización de las nuevas tierras descubiertas por los europeos o vinieron a América, directamente o a través de los misioneros.

Y se puede decir que las más antiguas de las grandes universidades latinoamericanas tienen en sus estatutos la antropología y el humanismo cristiano que recibieron de los intelectuales, teólogos y canonistas de Salamanca. Para dar un ejemplo, Don Vasco de Quiroga, insigne y primer Obispo de Michoacán, llevó consigo para México toda una nueva mentalidad recibida de la escuela humanista de Salamanca.

Cuando, hace tres años, asumió el cargo de Rector de la Universidad de Salamanca, usted tenía seguramente varios objetivos. ¿Está consiguiendo alcanzarlos?

En gran parte, sí. Uno de ellos es el servicio a la Iglesia universal y a la española, teniendo en vista que la Universidad Pontificia de Salamanca pertenece al episcopado español.

Esos objetivos están siendo alcanzados en diversos campos: en el de la Educación, potencializando varias titulaciones educativas; en el de la Comunicación, proporcionando maestrías y pos-graduación en el ámbito de la comunicación de la palabra, de la comunicación de la verdad; en el de las Ciencias de la Salud, iniciamos la titulación de Fisioterapia; estamos abriendo nuevas maestrías también en el campo de la Logopedia, tanto en Salamanca como en Madrid.

Cuando asumí el cargo, había disminuido mucho el número de alumnos de las Ciencias Eclesiásticas. En tres años, duplicamos ese número en los cursos de Filosofía y de Derecho Canónico; tenemos la mayor Facultad de Derecho Canónico de España, con cerca de cien alumnos. Y aumentamos bastante el número en los doctorados en Teología; estamos dirigiendo actualmente cerca de 50 tesis doctorales.

¿En esos cursos estudian también laicos?

Sí. En Derecho Canónico y en Teología, la mayoría de los alumnos son sacerdotes y seminaristas. En el bachillerato de Teología hay religiosos y muchos laicos. En Derecho y en los doctorados, los seminaristas son mayoría, pero en Filosofía son los laicos.

En sus obras, usted analiza temas como la relación entre ética y economía, o la ideología del progreso. ¿De dónde le viene ese interés?
Aunque mi tesis sea de Moral Fundamental, me vi obligado a enseñar Teología de la Familia, Doctrina Social de la Iglesia y Moral Social. Bajo el prisma de la Doctrina Social de la Iglesia, se ve claramente que el mundo de la ciencia y el progreso son auténticos si tienen relación con los fundamentos que dan sentido al ser humano, con el espíritu. Por tanto, yo entiendo – y busco demostrar en mis escritos – que el auténtico progreso debe llamarse, como dice Pablo VI, «desarrollo integral del hombre». Porque como el progreso se orienta fundamentalmente a la riqueza de las naciones, el desarrollo integral del hombre está dirigido a las personas.

El ser humano no es solo materia, sino un cuerpo espiritualizado y un espíritu corporificado, o sea, el cuerpo del hombre es mucho más que la materia de un animal. Por eso, no se puede utilizar la economía a no ser a partir del espíritu. Y hoy en día la filosofía y otras ciencias nos dan razón. En los estudios filosóficos se comenzó a hablar de la filosofía del don, de la gratuidad. Y hay teólogos que intentan investigar sobre la economía del don, la lógica del don, la producción del don, el compartir los bienes como don, etc. Y este, es en el fondo, el motivo por el cual me inclino, en mis investigaciones, a unir lo económico con lo espiritual.

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2.jpgNacido el 16 de julio de 1948, en Fuentesaúco de Fuentidueña, Diócesis de Segovia, Españam Mons. Ángel Galindo García fue ordenado sacerdote a los 24 años. Hizo sus estudios en la Facultad de Teología del Norte de España y en la Universidad Pontificia de Salamanca. Obtuvo el Doctorado en Teología en la Universidad Lateranense, de Roma, después de defender, bajo la dirección del Prof. Bernhard Häring, la tesis titulada La opción fundamental en el pensamiento de San Alfonso de Ligorio.

Desde 1984 es profesor de Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca, conciliando esta función con tareas pastorales al servicio de la diócesis. Publicó hasta el presente momento 28 libros, como autor o coordinador, y más de 200 artículos en revistas especializadas, tratando sobre moral económica, política, derechos humanos, emigración, familia y doctrina social de la Iglesia. Siendo Decano de la Facultad de Teología, en 2011 fue nombrado Rector Magnífico de la misma universidad.

Por César Manuel Escobar Castro

(Tomado de la Rev. Heraldos del Evangelio – Dic. 2014)

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