lunes, 25 de noviembre de 2024
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La benevolencia en el convivio humano

1.jpgRedacción (Martes, 30-10-2018, Gaudium Press) «El hombre es un lobo para otro hombre». 1 Esta chocante frase de Plautus tal vez no nos cause tanta mala impresión cuanto la del filósofo Sêneca: «Me torné todavía más cruel y menos hombre, porque estuve entre los hombres».3

¿Cómo explicar que podamos ser un lobo para el prójimo y tratarlo con crueldad? ¿Por qué será que presenciamos la creciente falta de respeto, o desprecio, y hasta incluso la agresividad en el trato con los demás?

En efecto, está en nuestra naturaleza el deseo de relacionarnos. El trato con el otro nos es necesario, y nuestro instinto de sociabilidad reclama la convivencia. Pero ese instinto mal-conducido y desequilibrado degenera en un relacionamiento no raramente marcado por desastres que nos chocan. ¿Cuál es la real causa de las crueldades hodiernas existentes en el trato humano?

En un sentido opuesto, bastará lanzar nuestra mirada en Alguien, en todo igual a nosotros, excepto en el pecado, cuyo Corazón «tanto amó a los hombres»,³ y encontraremos la respuesta a la cuestión levantada.

Conforme enseña Mons. João Clá Dias, EP, este Varón, que por su vida y enseñanzas nos trajo la Buena Nueva, nos enseñó a amar al prójimo como Él nos amó; Él por su sociabilidad divinizada, desde el primer instante de su existencia deseó reparar los pecados cometidos por sus hermanos y, para salvarlos, se entregó a la muerte en Cruz. Así habría procedido si fuese para redimir un solo pecado y salvar una sola alma. Y como si eso no bastase, se dejó en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, hasta el fin del mundo, como alimento nuestro bajo las Especies Eucarísticas. En Él encontramos el perfectísimo ejemplo y, al mismo tiempo, el propio equilibrio de todos nuestros instintos [inclusive el instinto de sociabilidad]. 4

Y continúa Mons. João: Fue de Él que nacieron los hospitales, los orfanatos, los asilos, las universidades, etc. Cuando los hombres se resuelven a colaborar con su gracia, de ahí nacen los esplendores de realizaciones capaces de tornar fulgurante toda una era histórica. Al contrario, al cerrarse a su apelo, los crímenes, los robos, la deshonra, la mentira, los suicidios, las calumnias, etc. proliferan como plaga por todas partes. 5

Es esta la respuesta lúcida que aflora de estas consideraciones: bastará sacar a Nuestro Señor del centro de nuestras vidas y nuestros relacionamientos, y veremos la realidad cruel de las palabras dichas por los pensadores registrados al inicio de este artículo. De hecho, sin la gracia de Dios y la visión sobrenaturalizada de la vida, sin la fuente de todo bien, Nuestro Cristo Redentor, el hombre es incluso un lobo para otro hombre.

¡Oh! Qué maravilla cuando las personas hacen del eje de su existencia el amor a Dios sobre todas las cosas y, en función del Salvador, el amor al prójimo. Son los encantos de la vida y la convivencia que desabrochan en el relacionamiento humano. Esto hace recordar a quien os escribe, querido lector, las palabras de una señora, en el siglo pasado, toda hecha de bondad, dulzura y suavidad, que comprendió y tan virtuosamente cultivó esta verdad:

«Vivir es estar juntos, mirarse y quererse bien». 6

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Esta frase, manifestada por Dona Lucília Ribeiro dos Santos Corrêa de Oliveira en una «prosa» con su hijo Plinio, bien presenta la verdadera bienquerencia entre las personas. ¿Cuál la fuente, el pilar de esta convivencia, vivida por ella?

Mons. João, en su obra Dona Lucilia, así comenta: Por la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, Lucilia desarrolló aún más en su alma el deseo de hacer el bien. En Él estaba la fuente del enorme afecto que transbordaba en el relacionamiento de ella con los otros.
Afecto compuesto de alegría, de esperanza, que contenía en sí un grado de amistad, de perdón y de bondad, tan entrañados y generosos que sería difícil imaginar. 7

Aquí está la verdadera clave de la buena convivencia y relacionamiento con el prójimo: Devoción al Sagrado Corazón de Jesús y, como no podría dejar de ser, a Nuestra Señora, que para esta dama brasileña, se presentaba especialmente como Nuestra Señora de la Peña, su Madrina de bautismo.

Es para esta forma de existir sobre la faz de la tierra que la vida vale la pena ser vivida: amor a Jesús, a María y al prójimo en función de ellos… el resto es resto.

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Notas:
-1 Titus Macciu Plautus. Asinaria, II, 4, 88. In Comedias. Madrid: Gredos, 1992, v.I,p.138.
-2 Sêneca. Epístola 7. In Obras completas. Madrid: Aguilar, 1966, p.450.
-3 Cfr. Sagrado Coração de Jesus, mistério de amor indizível. Disponível em http://vitoria.blog.arautos.org/tag/eis-o-coracao-que-tanto-amou-os-homens/Acesso em 25 abr. 2017. Idem. Sainte Marguerite Marie, Oeuvres Choisies, Paris, Marcel Daubin, 1947, p. 79-80.
-4 Mons. João S, Clá Dias, EP. Um dos mais belos convívios da História In: _____. O inédito sobre os Evangelhos. v. I, Coedição internacional de Città del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, São Paulo: Instituto Lumen Sapientiae, 2013, p. 296.
-5 Mons. João S. Clá Dias, EP. Op. cit., p. 296.
-6 Cfr. Lucilia Corrêa de Oliveira. In Uma alma conforme ao Coração de Jesus. Disponível em http://luciliacdeoliveira.blogspot.com.br/2012/11/viver-e-estar-juntos-olhar-se-e-querer.html. Acesso em: 25 abr. 2017.
-7 Dona Lucilia. Coedição internacional de Città del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana e São Paulo: Instituto Lumen Sapientiae, 2013, p. 93.

 

 

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