jueves, 28 de noviembre de 2024
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Santa Cecilia, en todo glorificó a Dios, Uno y Trino

Redacción (Lunes, 25-11-2019, Gaudium Press) El 22 de noviembre celebramos la santidad de una virgen que fue exaltada como ejemplo perfectísimo de mujer cristiana. En todo ella glorificó a Nuestro Señor Jesucristo.

Su nombre es Cecilia, Santa Cecilia. Aquella misma que es considerada la patrona de los músicos.

En la Edad Media Santa Cecilia era una de las mártires más veneradas. Ya en el siglo V, en la Basílica que fue construida en su nombre.

Cecilia fue una señora de la alta nobleza romana que donó una casa y un terreno a los cristianos de los primeros siglos.

La casa fue transformada en iglesia que, más tarde, vino a llamarse Iglesia de Santa Cecilia en Trastévere.

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El terreno donado por Cecilia a los cristianos de los primeros tiempos se tornó un cementerio que fue llamado de Cementerio de San Calixto. En este cementerio la noble mártir fue enterrada en un lugar bien próximo a la cripta fúnebre de los Papas.

En el siglo VI, cuando los peregrinos venidos a Roma comenzaron a preguntar quién era esa Cecilia cuyo túmulo y cuya inscripción se encontraban en un lugar tan especial y en compañía tan honrosa la historia de ella pasó a ser difundida.

En escritos y de «boca al oído», su historia se fue esparciendo siendo, entonces, contada y cantada su «Pasión».

Según los relatos de su Pasión, Cecilia había sido una bella cristiana de la más alta nobleza romana.

De acuerdo con la costumbre de la época, fue prometida por los padres en matrimonio a un joven que, como ella, era de origen noble y cuyo nombre era Valeriano.

En el día de las nupcias, la joven novia, en medio a los himnos de pureza que cantaba en el íntimo del corazón, contó al marido el hecho de haberse consagrado a Dios como virgen, desde su tierna infancia y que un ángel la protegía en la guarda de esa decisión.

Valeriano que todavía era pagano, respetó su decisión. Pero dijo que apenas creería si pudiese ver el Ángel y contemplarlo.

Fue a partir de ese desafío que Cecilia consiguió la conversión del esposo.

Ella lo presentó al Papa Urbano que lo preparó para el bautismo.

Con Valeriano otro catecúmeno se preparaba para ser bautizado: era su hermano que se llamaba Tiburcio.

Después de su bautismo el joven Valeriano, ahora cristiano, pudo contemplar el Ángel que protegía la Virginidad de su piadosa esposa.

El Ángel tenía consigo dos coronas que, en aquel tiempo histórico eran consideradas como símbolo del martirio. Él colocó una de las coronas sobre la cabeza de Cecilia y la otra sobre la cabeza de Valeriano.

Era una señal del Ángel indicando los hechos que luego ocurrirían: primero Valeriano y su hermano Tiburcio fueron martirizados por odio a la Fe que habían abrazado con entusiasmo.

Fue luego la vez de Santa Cecilia recibir la palma del martirio, después de sepultar a Valeriano y Tiburcio en su villa de la Via Ápia.

Colocada delante de la alternativa de sacrificar a los dioses o morir, Cecilia escogió la muerte.

Al prefecto romano Almaquio, que recordaba a Cecilia que tenía sobre ella derecho de vida o de muerte, ella respondió:

«Es falso, porque puedes darme la muerte, pero no me puedes dar la vida».

Almaquio la condenó a morir asfixiada; como ella sobrevivió a ese suplicio, mandó cortarle la cabeza.

Su suplicio duró días.

Se podía ver, después de muerta, que ella indicaba con los dedos la Unidad y Trinidad de Dios.

Con la mano derecha mostraba tres dedos para indicar su Fe en la Trinidad y con la izquierda indicaba con un dedo que Dios es Uno y verdadero.

Patrona de los músicos

En las Actas que hablan de la historia de la vida y el martirio de Santa Cecilia se lee esta frase:

«Mientras resonaban los conciertos profanos de sus nupcias, Cecilia cantaba en su corazón un himno de amor a Jesús, su verdadero esposo».

Estas palabras llevaron a entender que la Santa tuviese también un gran talento musical. Fue por esa razón que la santa pasó a ser considerada la patrona de los músicos.

Quien cantó las glorias de Dios con su Fe y con su doloroso y largo martirio como ella, ciertamente tenía un alma cargada de musicalidades, porque desbordaba de sabiduría y plena del amor de Dios.

Entonces, Santa Cecilia podría ser la Patrona de los músicos. Como podría ser también patrona de los poetas, los cantantes, las vírgenes, de los mártires, los profetas, de todas aquellas que viven teniendo como único motivo para vivir el amor de Dios.
(JSG)

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