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Justicia y misericordia

Redacción (Viernes, 27-01-2017, Gaudium Press) La justicia y la misericordia son virtudes opuestas, pero no contradictorias. Ambas deben estar siempre unidas. El hombre justo, pero no misericordioso es cruel, y el misericordioso no justo es pusilánime. En el Libro del Profeta Nahúm hay trechos que tratan, entre otras cosas, de la justicia y la misericordia de Dios. Además de Nahúm, focalizaremos también a los profetas menores Sofonías y Habacuc.

«Inmensa es la bondad del Señor»

Nahúm ejerció su ministerio profético en Jerusalén, entre 663 y 612 a. C., año en que Nínive fue tomada por los caldeos. El tema de ese profeta está consignado en las primeras palabras de su Libro: «Oráculo contra Nínive» (Na 1, 1). De hecho, él prevé la ruina de esa gran ciudad y la destrucción total del imperio asirio.

«Jonás también profetizara contra Nínive, pero la ciudad culpable se había arrepentido y Dios le había perdonado. Aquí ningún perdón es ofrecido. Nahúm se limita a proclamar, en nombre de Dios, un decreto de aniquilamiento.» Eso porque el Altísimo quiere castigar a los asirios orgullosos y crueles, que habían maltratado su pueblo escogido y pretendían exterminarlo.

El texto de Nahúm es una verdadera obra-prima poética. «Causa impresión la vivacidad de su pincel, la fuerza de su colorido, la pureza de su lenguaje, la raridad de varias de sus expresiones, la originalidad y el entusiasmo que distinguen toda su profecía.»

He aquí algunos trechos de autoría de ese profeta:

«¡El Señor es un Dios celoso y vengador! A nadie […] deja sin castigo […] Hay un fuego en el furor que Él fulmina, delante de Él las rocas se astillan» (Na 1, 1.3.6). Las palabras «vengador», «castigo», «furor» muestran la justicia de Dios. Pero Él es también misericordia: «Inmensa es la bondad del Señor, refugio en las horas más difíciles» (Na 1, 7). «Avanza contra ti el demoledor. ¡Guarda la casa de armas, vigila el camino, aprieta el cinto, reúne lo mejor de tus fuerzas!» (Na 2, 2).

Nahúm se refería a aquellos que destruirían Nínive. Pero se puede aplicar esa frase al mundo de hoy en día, pues el demonio busca demoler todo cuanto es bueno, verdadero, bello. Es necesario tener mucha vigilancia y espíritu de oración, para combatir eficazmente ese demoledor.

«Son abiertas las compuertas del río» (Na 2, 7). Se trata de una previsión de la ruina de Nínive, que ocurrió del siguiente modo:

«Durante dos años, los soldados medo-babilónicos intentaban vanamente hacer una brecha en las murallas extraordinariamente espesas cuando, en consecuencia de diversas tempestades sucesivas, el Tigris se transbordó, inundó una parte de la ciudad y derrumbó los muros en una extensión de 5.700 metros, lo que permitió a los soldados enemigos en ella penetrar».

La memoria de San Nahúm es celebrada el 1º de diciembre.

Profeta del pequeño resto

Sofonías era noble, pues descendía del Rey Ezequías. Profetizó al inicio del reinado del buen Rey Josías (640-630 a. C.). Durante el largo reinado de Manasés (687-642 a. C.), los asirios habían presionado mucho a Jerusalén, y cultos paganos fueron introducidos en el Templo, además de otras abominaciones.

Contra eso reacciona Sofonías, anunciando los castigos divinos. Y hace referencia a un resto de fieles a Dios, que son inconformes con los pecados cometidos; por eso él es llamado el «Profeta del pequeño resto.»

Recordemos algunos trechos de sus profecías:

«Pasaré en revista Jerusalén, para acertar las cuentas con aquellos que […] dicen: ‘¡El Señor no hace el bien ni el mal!'» (Sf 1, 12).

«Aunque él se dirija directamente a Jerusalén y Judá, y hable sobre todo de los destinos de su pueblo, Sofonías visa evidentemente la Tierra entera.» Y, por tanto, también nuestros días, pues las personas, viviendo en el relativismo, como que perdieron la noción del bien y el mal.

«Está próximo el grandioso día del Señor […] Aquel día será un día de cólera, de angustia y aflicción, día de devastación y ruina, día de tinieblas y oscuridad […] Día de trompeta y gritos de guerra. […]

Atormentaré a esos individuos hasta hacerlos andar como ciegos, pues pecaron contra el Señor. Su sangre será derramada como si fuese polvo, sus vísceras como basura. Ni su plata ni su oro serán capaces de librarlos, en el día de la ira del Señor» (Sf 1, 14-18).

«Vosotros que practicáis sus mandamientos buscad la justicia, buscad la humildad. Quién sabe, así, conseguiréis escapar en el día de la ira del Señor» (Sf 2, 3).

«Es verdaderamente el ‘Dies irae’ del Antiguo Testamento».

Oráculo contra Jerusalén: «Sus profetas son unos fanfarrones, maestros en la traición; sus sacerdotes profanan las cosas santas y violentan la ley de Dios» (Sf 3, 4).

Entretanto, habrá un pequeño número de personas que permanecerán fieles a Dios. «En tu medio dejaré apenas […] un resto de Israel, que buscará apoyo en el nombre del Señor» (Sf 3, 12). Sofonías es santo y su memoria se celebra el 3 de diciembre.

Profeta de la Fe

Habacuc probablemente fue sacerdote o, por lo menos, levita, porque se «ocupaba de los cantos sacros y de la música en el Templo». Él escribió sus profecías poco antes de una de las invasiones de Judea por los caldeos, ocurrida en el 605 a. C.

No debe ser confundido con su homónimo que, cargado por un Ángel, llevó alimento al Profeta Daniel cuando se encontraba en la cueva de los leones, pues este hecho ocurrió en una época posterior.

Su Libro es una obra-prima de buen gusto. Sabe aliar el vigor a la sublimidad. «Habacuc es el profeta de la Fe. Desolado a la vista de los sufrimientos que su pueblo tendrá que padecer de parte de enemigos crueles, sensuales, idólatras, él permanece firmemente convencido de que la Fe por fin triunfará».

Las palabras de Habacuc: «El justo vivirá por la Fe» (Hab 2, 4) es repetida por San Pablo dos veces: en la epístolas a los romanos (1, 17) y a los gálatas (3, 11). Realmente, la Fe es fuente de vida, y quien no la posee está muerto espiritualmente.

El Martirológio romano consigna la memoria de San Habacuc el 2 de diciembre.

Por Paulo Francisco Martos

(in «Noções de História Sagrada» – 99)
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Bibliografía
FILLION, Louis-Claude. La Sainte Bible commentée – La Prophétie de Nahum. 3. ed. Paris: Letouzey et aîné. 1923.
FUSTER, Eloíno Nácar e COLUNGA, Alberto OP. Sagrada Biblia – versión directa de las lenguas originales. 11.ed. Madrid: BAC. 1961, p. 973.

BIBLIA SAGRADA – Tradução da CNBB. 8.ed. Brasília: Edições CNBB; São Paulo: Canção Nova. 2008, p.1175.

 

 

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