Redacción (Lunes, 30-01-2017, Gaudium Press) El próximo 19 de marzo es la solemnidad de San José, patrono de la Iglesia Universal, modelo de padre y esposo, y patrono de los trabajadores. En preparación a su festividad existe una antigua devoción que se realiza los siete domingos anteriores a su fiesta litúrgica.
Se trata de los «Siete Domingos a San José», una oración en la que se medita en los siete dolores y gozos de la vida de este gran santo, quien tuvo el privilegio y la dignidad de custodiar en la tierra al Hijo de Dios y a María Santísima. Fue el Papa Gregorio XVI quien la fomentó otorgando indulgencias para quien la realizase con gran devoción.
Esta oración, que comenzó el domingo 29 de enero, y culminará el 12 de marzo, se realiza de la siguiente manera:
Meditar en los dolores y gozos que tuvo San José es una antigua devoción que se realiza para preparar la fiesta de este gran santo que se celebra el 19 de marzo / Foto: Gaudium Press. |
Para todos los días (Antífona):
¡Oh feliz Varón, bienaventurado José! A quién le fue concedido no sólo ver y oír al Hijo de Dios, a quién muchos quisieron ver y no vieron, oír y no oyeron, sino también abrazarlo, besarlo, vestirlo y custodiarlo.
V: Rogad por nosotros bienaventurado San José.
R: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amen.
Primer Domingo
Oh castísimo esposo de María, glorioso San José: qué aflicción y angustia la de vuestro corazón en las perplejidades en que estabais, sin saber si debíais abandonar o no a vuestra esposa sin mancilla. Pero cuál no fue también vuestra alegría cuando el ángel reveló el gran misterio del a Encarnación.
Por este dolor y gozo, os pido consoléis nuestro corazón ahora y en nuestros últimos dolores, con la alegría de una vida justa y de una santa muerte, semejante a la vuestra, asistidos de Jesús y de María. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria)
Segundo Domingo
Oh bienaventurado patriarca glorioso San José, escogido para ser padre adoptivo del Hijo de Dios hecho hombre: el dolor que sentisteis, viendo nacer al Niño Jesús en tan gran pobreza, se cambió de pronto en alegría celestial al oír el armonioso concierto de los ángeles, y al contemplar las maravillas de aquella noche tan resplandeciente.
Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos que después del camino de esta vida vayamos a escuchar las alabanzas de los ángeles, y a gozar de los resplandores de la gloria celestial. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria)
Tercer Domingo
Oh ejecutor obedientísimo de las leyes divinas, glorioso San José: la sangre preciosísima que el redentor derramó en su circuncisión os traspasó el corazón, pero el nombre de Jesús, que entonces se le impuso, os confortó, llenándoos de alegría.
Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos el vivir alejados de todo pecado, a fin de expirar gozosos con el santísimo nombre de Jesús en el corazón y en los labios. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria)
Cuarto Domingo
Oh santo fidelísimo, que tuvisteis parte en los misterios de nuestra redención, glorioso San José: aunque la profecía de Simeón acerca de los sufrimientos que debían pasar Jesús y María, os causó dolor a par de muerte, sin embargo, os llenó también de alegría, anunciándoos al mismo tiempo la salvación y resurrección gloriosa, que de ahí se seguiría para un gran número de almas.
Por ese dolor y por ese gozo, conseguidnos ser del número de los que por los méritos de Jesús y por la intercesión de la bienaventurada Virgen María han de resucitar gloriosamente. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria)
Quinto Domingo
Oh custodio vigilante, familiar íntimo del Hijo de Dios hecho hombre, glorioso San José: cuánto sufristeis teniendo que alimentar y servir al Hijo del Altísimo, particularmente en vuestra huida a Egipto, pero cuán grande fue también vuestra alegría teniendo siempre con vos al mismo Dios, y viendo derribados los ídolos de Egipto.
Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos alejar para siempre de nosotros al tirano infernal, sobre todo huyendo de las ocasiones peligrosas, y derribar de nuestro corazón todo ídolo de afecto terreno, para que, ocupados en servir a Jesús y María, vivamos tan sólo para ellos, y muramos gozosos en su amor. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria)
Sexto Domingo
Oh ángel de la tierra, glorioso San José, que pudisteis admirar al Rey de los Cielos, sometido a vuestros más mínimos mandatos; aunque la alegría al traerle de Egipto se turbó por temor de Arquelao, sin embargo, tranquilizado luego por el ángel vivisteis dichoso en Nazaret con Jesús y María.
Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos la gracia de desterrar de nuestro corazón todo temor nocivo; de poseer la paz de la conciencia, de vivir seguros con Jesús y María, y de morir también asistidos de ellos. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria)
Séptimo Domingo
Oh modelo de toda santidad, glorioso San José, que, habiendo perdido sin culpa vuestra al Niño Jesús, le buscasteis durante tres días con profundo dolor, hasta que lleno de gozo le encontrasteis en el Templo, en medio de los doctores.
Por este dolor y gozo os suplicamos, con palabras salidas del corazón, intercedáis en nuestro favor, para que no nos suceda jamás perder a Jesús por algún pecado grave. Más si por desgracia le perdiéramos, haced que le busquemos con tal dolor, que no nos deje reposar hasta encontrarle favorable, sobre todo en nuestra muerte, a fin de ir a gozarle en el cielo y cantar eternamente con Vos sus divinas misericordias. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria)
Oración final
Acordaos oh purísimo Esposo de María, oh dulce protector mío San José, que jamás se oyó decir que haya dejado de ser consolado uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro auxilio. Con esta confianza vengo a vuestra presencia y me encomiendo a Vos fervorosamente, oh padre nutricio del Redentor. No desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas piadosamente. Amén.
Para recibir la indulgencia, se culmina rezando un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria por las intenciones del Santo Padre, con la siguiente oración:
Oh Dios, que por providencia inefable os dignasteis escoger al bienaventurado José para esposo de vuestra Santísima Madre: os suplicamos nos concedáis la gracia de que, venerándole en la tierra como a nuestro protector, merezcamos tenerle por intercesor en los cielos. Amén.
Con información de primeroscristianos.com e ‘Id a José’.
Deje su Comentario