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Desposorio místico de Santa Catalina de Siena
Ciudad del Vaticano (29-04-2020, Gaudium Press) “Pido a Santa Catalina que proteja a Italia durante esta pandemia y que proteja a Europa”, dijo el Papa esta mañana, en su reflexión catequética de los miércoles, cuando la Iglesia conmemora a Santa Catalina de Siena, co-patrona de Europa.
Un día como hoy, el 29 de abril de 1380, fallecía la Santa de Siena, quien siendo laica jugó un papel muy importante en la historia de la Iglesia y de la Cristiandad de su época. Había nacido en 1347.
La Santa que nace en Siena, Italia, es -junto con Santa Hildegarda de Bingen, Santa Teresa de Jesús y Santa Teresita del Niño Jesús- una de las tres doctoras de la Iglesia.
Fama de virtud, ya en vida
Aunque no sabía leer ni escribir, esta terciaria dominica aconsejaba a personas de las más importantes de su tiempo, y su fama de virtud ya estaba muy extendida aún en vida. Entre sus más importantes intervenciones, que fueron muchas, se cuenta la comunicación dirigida a Gregorio XI para que regresase de Roma a Avignon, pues el prestigio del papado estaba siendo perjudicado.
Entre sus escritos, se aprecia mucho “El Diálogo de la Divina Providencia”, o Diálogo de Santa Catalina de Siena, verdadero gran tratado de vida interior.
“Esta gran figura de mujer sacó de la comunión con Jesús el coraje de la acción y esa inagotable esperanza que la sostuvo en las horas más difíciles, incluso cuando todo parecía perdido, y le permitió influir incluso en los más altos niveles civiles y eclesiásticos con la fuerza de su fe. Que su ejemplo ayude a cada uno a saber unir, con coherencia cristiana, un intenso amor a la Iglesia a una efectiva preocupación por la comunidad civil, especialmente en este tiempo de prueba”, expresó el Papa Francisco durante la Audiencia General.
Hechos biográficos
Tenía la Santa de Siena apenas 19 años cuando experimentó el llamado “matrimonio místico” con el Señor. Orando a solas, vio aparecer a Jesús, su Madre Santísima y un gran cortejo angélico. En determinado momento la Virgen tomó su mano y la llevó hasta su Hijo, quien la obsequió con un anillo que puso en su mano. Afirmó la Santa desde entonces que su fe era casi absoluta. Ese anillo ella siempre lo vió, aunque era invisible para las demás personas.
También enfrentó la peste
Santa Catalina también tuvo que vivir una peste en su ciudad natal. Entonces, se desvivió de dedicación a los enfermos.
«Nunca se la vio tan admirable como en ese momento”, escribió un sacerdote que la conocía desde niña. «Siempre estaba con los que padecían por causa de la peste; los preparaba para la muerte y los enterraba con sus propias manos. Yo mismo fui testigo del gozo con que los atendía y de la maravillosa eficacia de sus palabras, que dieron lugar a muchas conversiones.»
Sus biógrafos le atribuyen diversos dones místicos, como espíritu de profecía y discernimiento de los espíritus.
Se narra que habiendo hecho voto secreto Gregorio IX de regresar a Roma, encontró oposición en su corte de Avignon para cumplirlo. Consultó a Catalina el Papa, y cual fue su sorpresa cuando la Santa le responde: “Cumpla su promesa hecha a Dios”. Ella conocía lo que el Papa no había contado a nadie.
Con información de Corazones.org
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