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Ciudad del Vaticano (Lunes, 04-02-2019, Gaudium Press) Pocos minutos antes de partir a Emiratos Árabes, el Papa rezó el Ángelus en la Plaza de San Pedro y meditó el Evangelio del día, que narra la predicación del Señor en la sinagoga de Nazaret. Jesús había leído un texto mesiánico del profeta Isaías, y dijo a sus coterráneos que «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír», manifestándose claramente como el Mesías prometido. Al principio los asistentes a la sinagoga se admiraron con él, pero poco después comenzaron a señalarlo como el mero hijo de José, para después querer lanzarlo desde un precipicio.
«Este relato y nos muestra el asombro de sus conciudadanos al ver que uno de sus compatriotas, ‘el hijo de José’ pretende ser el Cristo, el enviado del Padre», dijo el Papa. El Señor vio que los nazarenos pensaban que «siendo uno de ellos», debía «demostrar» esta extraña «pretensión» de ser el Mesías haciendo milagros en Nazaret, como los había hecho en Cafarnaún:
«Pero Jesús no quiere y no puede aceptar esta lógica, porque no corresponde al plan de Dios: Dios quiere la fe, ellos quieren los milagros, las señales; Dios quiere salvar a todos, y ellos quieren un Mesías para su propia ventaja. Y para explicar la lógica de Dios, Jesús trae el ejemplo de dos grandes profetas antiguos: Elías y Eliseo, a quienes Dios había enviado para sanar y salvar a personas no judías, de otros pueblos, pero que habían confiado en su palabra», explicó el Pontífice.
El «ministerio público de Jesús comienza con un rechazo», pero Él continuó su camino, y así hoy, pues «ayer como hoy, la auténtica profecía está llamada a pagar» el precio que debe pagar. También hoy «el mundo necesita ver en los discípulos del Señor, profetas», es decir, «personas valientes y perseverantes en la respuesta a la vocación cristiana».
El Papa concluyó su meditación en el Ángelus pidiendo a María Santísima «que podamos crecer y caminar en el mismo celo apostólico por el Reino de Dios que animó la misión de Jesús».
Con información de Vatican News
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