Ciudad del Vaticano (Viernes, 08-02-2019, Gaudium Press) Delante de cerca de 600 personas ligadas al Presidio Romano Regina Coeli, el Papa Francisco hizo una reunión en la mañana de este jueves, en la Sala Pablo VI.
El Pontífice recibía en Audiencia oficiales de custodia, funcionarios administrativos, médicos, educadores, capellanes y voluntarios a los cuales instó a trabajar juntos para tornar la prisión un lugar de redención.
Dirigiéndose a miembros de una «comunidad de trabajo que se pone al servicio de los detenidos» Francisco los invitó a marchar juntos en la misma dirección para ayudar a levantarse y crecer en la esperanza para aquellos que infelizmente cayeron en la trampa del mal.
A cada uno de ellos el Santo Padre expresó su gratitud y la de la Iglesia por el trabajo que hacen con los detenidos. Una tarea, dijo el pontífice, que «exige fuerza interior, perseverancia y consciencia de la misión específica a la cual son llamados».
Castigo, Punición, Sufrimiento
«La prisión es un lugar de castigo en el doble sentido de punición y sufrimiento, y tiene mucha necesidad de cuidado y humanidad», dijo Francisco al referirse a la «difícil tarea» conjunta que tienen que desarrollar la Policía Penitenciaria, Capellanes, educadores y voluntarios: curar las heridas de aquellos que por los errores cometidos son privados de su libertad personal.
Y es esa «buena colaboración» entre los «diversos servicios de la cadena» que desarrolla una «gran acción de apoyo a la reeducación de los detenidos», detalló el Santo Padre.
Reconociendo el trabajo duro hecho por el personal de la prisión, y figuras profesionales que «precisan de equilibrio personal y válidas motivaciones constantemente renovadas», Francisco reconoció la complejidad de la tarea ejecutada: de hecho, les dijo, «ustedes están llamados no solo a garantizar la custodia, el orden y la seguridad del instituto, sino también, muchas veces, fajar las heridas de hombres y mujeres que se reúnen diariamente en sus secciones».
Considerando que «nadie puede condenar al otro por los errores que cometió, mucho menos infligir sufrimiento ofendiendo la dignidad humana», el Papa manifestó la necesidad de prisiones siempre «más humanizadas».
En ese sentido, él dijo: «Es doloroso oír, por otro lado, que muchas veces las prisiones son consideradas como lugares de violencia e ilegalidad, donde la maldad humana se intensifica».
Finalmente, Francisco invitó a no olvidar que muchos detenidos están solos, no tienen familia ni medios para defender sus propios derechos:
«Ellos son marginalizados y abandonados a su destino. Para la sociedad son individuos incómodos, un descarte, un peso».
Prisión: lugar de redención, resurrección y cambio de vida
El Papa recordó, entonces, que «la experiencia muestra que la prisión, con la ayuda de agentes penitenciarios, puede realmente transformarse en un lugar de redención, resurrección y cambio de vida», lo que es posible a través de «caminos de fe, de trabajo y formación profesional, pero por encima de todo, proximidad espiritual y compasión, siguiendo el ejemplo del Buen Samaritano, que se inclinó para curar al hermano herido».
Una «actitud de proximidad» que encuentra su raíz en el amor de Cristo y que puede favorecer en los detenidos «la confianza, la consciencia y la certeza de ser amado», concluyó Francisco.
Al despedirse, el Papa manifestó a los presentes su afecto sincero y su oración para que puedan contribuir con su trabajo de «hacer que la prisión, lugar de dolor y sufrimiento, sea también laboratorio de humanidad y esperanza.»
(JSG)
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